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Opinión FT: El "cambio telúrico” del sector tecnológico es más una catarsis que una crisis

Según el CEO de Uber, "las reglas del juego han cambiado" y ello podría terminar beneficiando a las startups respaldadas por capital de riesgo.

Por: Por Financial Times, editado por María Gabriela Arteaga. | Publicado: Viernes 13 de mayo de 2022 a las 10:52 hrs.
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Foto: Reuters
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Por John Thornhill

Tras una serie de reuniones "superclarificadoras" con los accionistas, el director ejecutivo de Uber, Dara Khosrowshahi, envió un correo electrónico a los empleados el domingo por la noche con un llamativo mensaje: "Tenemos que mostrarles el dinero".

Confundiendo sus metáforas, Khosrowshahi explicó que el mercado estaba experimentando un "cambio sísmico" y que las "reglas del juego han cambiado". La prioridad de la compañía de servicio de transporte privado y de delivery de comida ahora debe ser generar flujo de efectivo libre. "Estamos sirviendo a mercados multimillonarios, pero el tamaño del mercado es irrelevante si no se traduce en ganancias", él escribió.

Que el jefe de Uber esté pregonando el flujo de efectivo y las ganancias habría parecido anteriormente tan improbable como que Elon Musk gritara los beneficios de la humildad personal y de los autos a gasolina. Ninguna compañía ha sido más emblemática de un largo y loco mercado alcista —embriagado de capital— de los valores tecnológicos que Uber. Fundada en 2009, la compañía comenzó a cotizar en bolsa una década después con una valoración de US$ 76 mil millones sin registrar ni un solo trimestre de ganancias. Su tardía conversión a la ortodoxia financiera muestra hasta qué punto se han transformado los mercados desde el giro en el ciclo de las tasas de interés y del desplome del mercado Nasdaq, con su enorme componente tecnológico, el cual ha caído un 26% este año.

Como siempre, cuando las burbujas estallan, es difícil distinguir entre el ajuste temporal y el cambio permanente, entre la recesión cíclica y la tendencia secular. ¿Ha desaparecido la espuma especulativa del mercado? ¿O han cambiado fundamentalmente las reglas del juego para las compañías startup respaldadas por capital de riesgo que intentan emular a Uber? Yo me inclino a creer en lo segundo, pero puede que eso no sea malo.

Sin duda existe un sólido argumento que apoya la creencia de que el extraordinario auge de las acciones tecnológicas durante la última década fue impulsado, en gran medida, por las políticas de bajas tasas de interés sin precedentes en respuesta a la crisis financiera mundial de 2008. Al convertirse el capital en una mercancía, tenía sentido que compañías oportunistas como Uber agarraran todo el dinero que pudieran darles las firmas de capital de riesgo para "blitzscale" (crecer aceleradamente e ignorar algunos riesgos) en camino a dominar el mercado.

Esta descabellada expansión se vio acelerada por la financiación proporcionada por una nueva clase de inversionistas no tradicionales, o "turistas"’, entre los que se encuentran SoftBank, de Masayoshi Son, y fondos de cobertura "cruzados", como Tiger Global. Dichos fondos actualmente están experimentando espectaculares caídas en la valoración de sus carteras. SoftBank acaba de anunciar una histórica pérdida de inversión de US$ 27 mil millones durante el último año en sus dos Vision Funds, mientras que Tiger Global ha perdido US$ 17 mil millones este año.

"Hubo un conjunto único de políticas económicas y financieras promulgadas por los bancos centrales del mundo que nunca antes habíamos visto: tasas de interés negativas sostenidas a largo plazo", señaló William Janeway, el veterano inversionista. Como resultado, explicó, algunas compañías persiguieron "el capital como estrategia", buscando usar la inversión como camino hacia el éxito e ignorando las métricas tradicionales. "Pero yo no creo que sea una estrategia de inversión sensata o sostenible", él agregó.

Los inversionistas del mercado bursátil han llegado a la misma conclusión, y ahora distinguen entre las compañías tecnológicas que generan un fuerte flujo de efectivo y de ganancias, como Apple, Microsoft y Alphabet, y las inversiones más especulativas, como Netflix, Peloton y Zoom. Puede que estas últimas hayan crecido de forma extraordinaria durante la pandemia de Covid-19, pero todavía están inundadas de pérdidas.

Así como los inversionistas en el mercado de valores públicos han abandonado las acciones de crecimiento que consumen mucho efectivo, y se han decantado por las compañías de valor que generan dinero, los inversionistas en el mercado privado están siguiendo su ejemplo, ha indicado Albert Wenger, un socio director de Union Square Ventures, la firma de capital de riesgo con sede en Nueva York. "Yo creo que esto es saludable. Las compañías tienen que crear productos reales y ofrecer valor al cliente que se traduzca en ganancias", afirmó Wenger, aunque este cambio resulte "muy, muy doloroso para algunas compañías".

La vida ya se está volviendo incómoda para las startups en etapa tardía que están buscando salir. Los mercados públicos son ahora de difícil acceso. Según Ernst & Young (EY), el valor de todas las ofertas públicas iniciales (OPI) mundiales en el primer trimestre de 2022 cayó un 51% interanual. El anteriormente frenético mercado de las compañías de adquisición con propósitos especiales (SPAC, su sigla en inglés), el cual les permitía a las compañías tecnológicas altamente especulativas cotizar por la puerta trasera, prácticamente se ha congelado. Las ventas comerciales también han caído conforme la actividad de fusiones y adquisiciones (M&A, su sigla en inglés) se ha contraído drásticamente. Y las valoraciones de las rondas de financiación de etapa tardía han caído en EEUU, con el resto del mundo siguiéndolo.

A pesar de ello, la industria del capital de riesgo sigue repleta de efectivo y desesperada por invertir. Según KPMG, casi 1.400 fondos de capital de riesgo de todo el mundo recaudaron un total de US$ 207 mil millones el año pasado.

Aunque el dinero en efectivo contará mucho más, la capacidad de las startups de aprovechar las oportunidades mediante el uso de herramientas baratas y potentes —como el software de código abierto, la computación en la nube y las aplicaciones de aprendizaje automático— continúa intacta. Y una desaceleración en los voraces planes de contratación de las grandes compañías tecnológicas puede persuadir a más empresarios incipientes para que lo intenten. Sigue habiendo una enorme demanda en cuanto a que estas firmas de tecnología climática inventen formas más inteligentes de reducir el consumo de energía, por ejemplo.

Es posible que las compañías respaldadas por capital de riesgo hayan acabado de pasar por el mercado alcista más extraordinario y generador de riqueza de la historia. Estas condiciones sobrenaturales nunca volverán a producirse. Lo que sigue probablemente será más una catarsis que una crisis, siempre que, como Uber, puedan mostrarles a los inversionistas el dinero.

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