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La millennial más poderosa vive en Downing Street

Lady Macbeth, Diana, Yoko Ono. La han llamado de muchas formas. Carrie Symonds está en medio de la más reciente tormenta política británica y también del giro que ha dado el gobierno de su prometido, Boris Johnson, quien esta semana anunció la “Revolución Industrial Verde”.

Por: Marcela Vélez, desde Londres | Publicado: Domingo 22 de noviembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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Tres series han sacudido las pantallas británicas en las últimas semanas. Curiosamente, todas tienen entre sus protagonistas a una joven rubia de bajo perfil que desafía al establishment para convertirse en estrella. En Gambito de Dama, una huérfana Beth Harmon (Anya Taylor-Joy) deslumbra como prodigiosa ajedrecista. En The Crown, Diana (Emma Corrin) y Margaret Thatcher (Gillian Anderson) desafían a la acartonada élite y política británica.

Fuera de las pantallas, Carrie Symonds es la protagonista de una novela política de mayores repercusiones que las series de Netflix. A sus 32 años, Symonds ha sido retratada como el poder detrás del trono del N°10 en Downing Street, la residencia del primer ministro británico.
Symonds es la prometida de Boris Johnson y la madre de su sexto hijo. Pero a diferencia de Beth o Diana, no es extraña a la élite política. Tal como Thatcher, Symonds es miembro del Partido Conservador, que Johnson lidera desde julio 2019. 

"Princesa Nut Nut"

Que manipula a Johnson, que interviene en decisiones de políticas públicas a través de Whatsapp, que está imponiendo agenda, que es ella quien está definiendo el nuevo personal en el gabinete de gobierno. A Symonds se la apunta desde que Johnson pidió la renuncia, inmediata, de sus colaboradores más cercanos: Dominique Cummings y Lee Cain. Fuentes (al parecer las mismas) citadas por lo diarios londinenses afirman que Johnson tomó la radical decisión tras mostrarles mensajes de textos, recibidos por Carrie de parte de fieles amigos, que Cummings y Cain habían circulado y en la que la trataban de "Princesa Nut Nut".

Horas después Cumming, mano derecha de Johnson, el hombre detrás de la estrategia para el Brexit, que prometió reformar de pies a cabeza el servicio público inglés, esperaba parado en una esquina un taxi que lo llevara a él y un cartón con sus pertenencias.
Cain no dio tal espectáculo, pero sorprendió el que haya dejado el cargo de Director de Comunicaciones, pocas horas después de haber sido el candidato con más opciones para asumir como Jefe de Gabinete.

De hecho, la versión más o menos oficial de lo que pasa en Downing Street supone que Johnson habría ofrecido el cargo a Cain, pero cambió de opinión horas después, tras la protesta de Symonds.

El festín mediático había comenzado. La prensa británica, que arrastra con la culpa de la muerte de la Princesa Diana (hoy nuevamente en agenda por la serie The Crown), se ha encargado de dibujar una especie de golpe de estado al interior de la casa de gobierno.

"Puedes olerlo. Es una historia tan antigua como el tiempo. La Reina Loca destruye la corte", dijó un "insider" a The Mail on Sunday. La frase va acompañada de una descripción de una mujer temperamental, que llama a Johson "más de 20 veces al día exigiendo que salga de reuniones estratégicas".

Otro le dijo al tabloide The Sun on Sunday que Symonds "No está contenta con ser el poder detrás del trono, quiere sentarse en él. Es la corte de Carrie. Ella no está ayudando a Boris en absoluto. Todo lo que hace se trata de ella y no de él".

Desde el lado de Symonds, fuentes también no identificadas describen una cultura de Club de Toby instalada en el corazón del gobierno, en el que funcionarias mujeres vivían aterradas. Hoy, supuestamente, respiran tranquilas.

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Consejera

La discusión en torno a la figura de Symonds también enfrenta un debate generacional y feminista que tiene a muchos confundidos. De repente, mujeres de izquierda se ven defendiendo a una Tory, acusando que es víctima de un ataque misógino, quizás incitado por los propios Cummings y Cain. Después de todo, la prensa ha estado siempre en el corazón de la estrategia de ambos.

En el otro lado, criticar a Symonds supone aliarse con los misóginos. También supone no entender el nuevo rol de las mujeres ni la dinámica de una pareja. ¿Qué tiene de extraño que el primer ministro consulte a su pareja de sus decisiones o sobre su equipo? ¿O estamos seguros de que ni el esposo de Thatcher ni el de Theresa May influyeron en alguna decisión? ¿Hace alguna diferencia que Mr. Thatcher y Mr. May hayan sido empresarios sexagenarios y Symonds solo 32 y con una corta carrera en comunicaciones?

Algo que es cierto es que los tabloides se han ensañado con la figura de la rubia Symonds. Fotos de su juventud universitaria, en bikini, de fiesta, han sido desenterradas de los archivos de sus redes sociales.

Para ello han tenido que buscar bastante. El perfil de público de Symonds ha cambiado radicalmente desde que se la comenzó a asociar románticamente con Johnson, en 2018. Cuando era secretario de Estado del gobierno de Theresa May. Atrás quedaron las fotos de fiestas y vacaciones, y se multiplicaron las imágenes en vestidos conservadores en actos oficiales o campañas medioambientales.

El inicio de la carrera

Los más insidiosos ven en ello parte de una estrategia política. Otros podrán entenderlo como la evolución propia de una mujer y su carrera profesional. En junio 2017, con apenas 27 años Symonds asumió como directora de comunicaciones del Partido Conservador. Cargo en el que duró menos de un año.

Su carrera, marcada por los constantes cambios, no parece extraña si se la compara con la de otros millenials. Pero en su caso llama la atención por su rápido ascenso en la élite política.
Carrie Symonds es hija de Matthew Symonds, uno de los fundadores del diario liberal The Independent. Su madre, Josephine McAffee, era abogada en el mismo diario.

No hay certeza de qué rol ha jugado su padre en su crianza y en sus conexiones políticas, pero Symonds encontró su camino hacia a las filas tories en 2009, tras graduarse con honores en Historia del Arte en la Universidad de Warwick y unos tímidos intentos de una carrera como actriz.

En su lugar, Carrie Symonds optó por las relaciones públicas. En sus primeros años en el equipo del Partido Conservador trabajó en las campañas y forjó amistad con personajes claves como Zac Goldsmith y Sajid Javid, el primero es ministro de Medio Ambiente y el segundo, se rumora, está por integrarse al gabinete.

Tres años después se unió al equipo de campaña para la reelección del entonces alcalde de Londres Boris Johnson. Su romance, sin embargo, no habría comenzado hasta 2018. El mismo año en que Johnson, 24 años mayor que Symonds, se separó de su esposa Marina Wheeler.
La relación se hizo pública de una forma dramática, cuando la policía atendió una denuncia de violencia intrafamiliar. Los vecinos de Symonds llamaron a la policía tras escuchar gritos en el departamento de la joven, y al llegar encontraron a Johnson, pero no hubo denuncia "ni violación de la ley".

Detrás de la agenda verde

Al igual que Diana, Symonds hizo su aparición en la escena pública de la mano de su pareja y y rodeada de cámaras. Ahí estaba, en julio 2019, luciendo un llamativo vestido floreado rosa (que se agotó en cuestión de horas) en medio de la multitud escuchando el discurso de Johnson, recién electo líder del Partido Conservador y futuro primer ministro.

En su perfil de Twitter, Symonds se presenta como "conservacionista, luchando contra la contaminación, y patrona de la Fundación Conservadora para el Bienestar de los Animales". Symonds también aparece como asesora senior de la fundación Oceana, a cargo de apoyar la campaña para limpiar el plástico de los océanos.

En su rol de activista coincidió nuevamente con Goldsmith, y también con Stanley Johnson, padre del primer ministro, con quien incluso participó el año pasado en una demostración contra la caza de ballenas.

Joven, ecologista y amiga de reconocidos activistas, Symonds es apuntada por presionar a Johnson a adoptar una agenda "woke" (progresista"). Desde las trincheras más tradicionales aún no perdonan que Johnson haya aparecido a inicios de octubre en el concurso de lip sync vía Zoom organizado por el grupo LGBT+ del Partido y en el que Symonds era juez.

También no han faltado las críticas por la "Revolución Industrial Verde", anunciada por Johnson esta semana. El plan incluye medidas audaces, como prohibir la venta de autos que usen combustibles fósiles a partir de 2030.

El ala verde del partido, que tiene a Goldsmith entre sus líderes, aplaude la visión de Johnson, de aportar por una transformación sustentable de la economía. Otros ven con temor la posibilidad de que cambios acelerados agraven la crisis económica y el desempleo causados por la pandemia. Es este grupo que apunta a Symonds como responsable de que Johnson haya adoptado la decisión.

El toque femenino

Las mismas fuentes de Downing Street que aplauden la salida de Cummings y Cain han filtrado que Johnson adoptará un nuevo estilo de gobierno, "menos agresivo y de más consenso". En fin, con un toque más femenino. De ello se encargarán Allegra Straton, la nueva jefa de prensa de Johnson, y que al mejor estilo de la Casa Blanca comenzará a dar ruedas de prensa diarias. La acompañará Munira Murza, director de la unidad de políticas públicas, del gabinete y que reemplazaría a Cummings. Ambas son cercanas a Symonds.

Obra de su prometida o no, Johnson necesita urgente de un nuevo proyecto político que le ayude a continuar al frente del gobierno. El primer ministro es criticado por su manejo de la pandemia, que sufrió personalmente, el fracaso del sistema de rastreo (que sería "el más avanzado del mundo), la falta de un acuerdo con la UE para la vida tras el Brexit, y la falta de avances en su agenda "Level Up", para reducir las diferencias de las demás ciudades con Londres. Además, Cummings y Cain y su equipo de asesores, lo alejaron de las filas del Partido Conservador en el parlamento.

Cercanos a Symonds aplauden su olfato político y su talento para las relaciones públicas. Johnson podría ser su mayor reto.

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