Por dentro

La "ciudadela" mapuche que diseñó Elemental en la Araucanía

Se llama Künu. Significa “espacio ceremonial” y es la coronación de un silencioso trabajo que inició Arauco con Elemental en 2019, en conjunto con la Asociación Comunal Mapuche de Loncoche. La obra es la primera etapa de una ciudadela que se diseñó en la IX Región, un lugar pensado para que chilenos y “peñis” “vuelvan a parlamentar”.

Por: María José López | Publicado: Domingo 24 de enero de 2021 a las 04:00 hrs.
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Cuenta Alejandro Aravena que cuando le llegaron las fotos en alta resolución a su celular, fue tal su impresión, que el cineasta alemán Werner Herzog, con quien entonces almorzaba, le preguntó "¿Qué estás viendo?". Era el 27 de noviembre de 2018. El fotógrafo chileno Luis Hidalgo horas antes había enviado al arquitecto de la UC la selección de imágenes que publicó en el The New York Times sobre el funeral de Camilo Catrillanca. Era una secuencia de retratos del día del ritual que se celebró en Temucuicui para despedir al joven comunero asesinado dos semanas atrás.

Las revisó con su equipo de Elemental y, según cuenta, la sensación fue unánime. "Son fotos que pudieron haber sido tomadas hace 300 años. O ayer. Son imágenes de siempre", concluyeron esa mañana. La impresión de Herzog, horas más tarde, fue la misma. "Él con su ojo documentalista, y sin entender mucho el origen ni razón del conflicto, dijo: 'Esto está vivo'", relata el ganador del Premio Pritzker 2016.

El inicio del diálogo

Durante el proceso de certificación FSC (que legitima el estándar internacional de sustentabilidad en el trabajo forestal), en 2010, Arauco hizo una serie de encuentros públicos con comunidades mapuches, universidades, entre otros grupos de interés. En ese contexto es donde surge la invitación del lonko Mario Mila, presidente de la Asociación comunal mapuche de Loncoche.

"Él convocó a la directiva de la compañía, representada por su gerente general, Cristián Infante, a conocer su realidad e iniciar un proceso de diálogo. Así es como parte todo", explica Mauricio Leiva, subgerente de Asuntos Públicos de Arauco. En esa zona de La Araucanía la empresa del grupo Angelini ha enfreantado reiterados conflictos por el uso de la tierra.

En 2018 Arauco profundizó el acercamiento. La firma armó un Consejo consultivo mapuche, instancia reservada conformada por nueve representantes de ese pueblo. En total hubo cerca de 20 encuentros, todos encabezados por Leiva, ejecutivo que ha tenido un rol clave en relación con las comunidades y que llegó en 2007 para trabajar en la mesa que se formó con las caletas pesqueras del río Itata, tras el bullado conflicto ambiental de la celulosa.

Los diálogos se organizaron en el sur y en Santiago, en la oficina del Grupo Angelini en El Golf. "Revisamos la política de relacionamiento de la compañía. Y nos plantearon que sería importante darle fuerza a dos líneas de trabajo: la formación, es decir que se valore y entienda la cultura mapuche; y, desarrollar iniciativas de cogestión territorial", relata Leiva. Con esas dos ideas se acercaron a Elemental.

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Desaprender

La invitación llegó dos meses después del almuerzo con Werner Herzog. Mauricio Leiva y el doctor en Antropología Rodrigo Araya, socio de la consultora Tironi (que también es parte de la iniciativa), se acercaron a Alejandro Aravena para hablarles sobre su idea de desarrollar un proyecto en uno de sus terrenos en el sur de Chile.

"¿Qué podemos hacer ahí, donde se produce el cruce entre la empresa y las comunidades mapuches? Ocupamos un mismo espacio y tenemos toda una historia de convivencia por delante", le planteó Leiva entonces. "Estaban tratando de ver cómo relacionarse con el mundo mapuche, porque cualquiera de las maneras que ya existía, no estaba resultando", recuerda Aravena.

Los arquitectos analizaron la invitación. El asunto era delicado, y había que prepararse. Y aceptaron. "Si lo que proponemos no les acomoda, no se preocupen, habrá otro que lo haga. Pero necesitamos mirar el problema sin agenda", dijo entonces Aravena. Arauco accedió.

"Entendíamos que había un conflicto no resuelto, y a nosotros nos gusta resolver problemáticas que puedan tener impacto en lo público", agrega Víctor Oddó, socio de Elemental. "Si creíamos que sabíamos algo de esto, había que desaprenderlo. Y mirar desde cero. Eso quizás fue lo más importante". enfatiza Aravena.

El equipo viajó durante cuatro días a cuatro localidades: Oncol, Cañete, Elicura y Loncoche. Ahí tuvieron diversos espacios de diálogo con la comunidad: visitaron sus casas, parcelas, ferias y lugares de trabajo. Cuenta Aravena que para el primer encuentro, como ellos eran los "nuevos", se presentaron brevemente antes de iniciar la reunión: "Hola, soy Alejandro, arquitecto". En su turno, los lugareños repasaban su linaje histórico, proceso que podía durar varios minutos.

"Iban 150 años atrás. Ahí te das cuenta que el espesor nuestro no tiene nada que ver con la carga histórica de ellos", dice el arquitecto, quien añade que los encuentros siempre fueron pacíficos, pero "tensos a veces y muy firmes en un principio".

Los mapuche contaban cuáles eran sus expectativas del proyecto. Se repetía su intención de contar con un espacio para fortalecer su cultura, su idioma, tener una casa para loncos y una feria. Los arquitectos iban tomando nota. Entre todos coincidieron que el paño de Loncoche, era el lugar. Tenía buena extensión -dos hectáreas- y ubicación: estaba emplazado al borde de la carretera 5-Sur.

Intuición

Las rayas del primer boceto lo trazaron en sus cabezas camino al aeropuerto, después del primer viaje a Loncoche. En el auto viajaban, además de Aravena y Oddó, los socios Gonzalo Arteaga y Cristián Martínez. "Salió más de la guata que de la cabeza", reconocen los profesionales. Y lo dibujaron en una servilleta. Mientras avanzaban en el diseño, repasaron literatura y documentales. Entre ellos destacan el corto Ahora te voy a llamar hermano, de Raúl Ruiz; y el libro Historia secreta mapuche, de Pedro Cayuqueo para permearse de su cultura. En el proceso de recolección les sorprendió que la arquitectura cívica mapuche era inexistente.

Oddó lo explica: "Había registros de la arquitectura doméstica, como la ruka; de espacios ceremoniales, como el rehue (figura de madera que se talla durante una ceremonia religiosa); o el palihue, la cancha donde se juega el palin. Pero no había diseños de plazas, palacio de gobierno, ni parlamento. Y trabajamos sobre ese concepto".

Los mapuches imaginaban que una especie de edificio albergaría sus necesidades. La idea de Elemental era otra: armar una pequeña ciudadela. Y armaron un diseño maestro que se construiría en etapas. Y como toda ciudad necesita un acto fundacional, partieron por ahí.

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Afafán

Volvieron a Loncoche. "Estábamos muy nerviosos. Porque éramos conscientes que lo que propondríamos no era lo que encargaron", reconoce Aravena. Se juntaron en el terreno, los arquitectos expusieron su maqueta (ver imagen) llena de palitos y sin edificios. Los mapuches lo miraron, recuerda el arquitecto, y dijeron: "Esto es". Y ocurrió el afafán, conocido grito mapuche de festejo. "Fue química pura", reflexiona Aravena.

Mario Mila lo bautizó como Künü. "Es la casa o el hogar espiritual donde la familia vive. Se ordenan en forma semicircular, formando una herradura en torno al rehue", explican de Arauco. De ahí la forma de la obra. Los 80 mástiles aluden a las 80 comunidades mapuches de la Asociación.

La obra quedó en manos del comunero Espeledón Aburto, de la constructora Ruka Lican. Arauco donó el pino para la estructura de 15 metros de altura y 40 metros de diámetro, pero no hablan de la inversión total. El paño quedó a nombre de la Asociación. Según dice Leiva, la idea es que ahora sean las comunidades quienes busquen cómo financiar y llevar adelante las etapas que vienen del diseño maestro (ver foto). El trabajo de obra se extendió de enero a julio del 2020, y las puntas de los pilotes fueron coronadas con banderas mapuches. La idea es que su flameo se vea desde la autopista.

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A Venecia

El video parte con una imagen de la zona forestal de la IX Región. A los tres segundos, empieza a sonar una trutruca. Una foto del mapa de América del Sur. Y Alejandro Aravena empieza a hablar, en inglés: "Los mapuches y chilenos siempre han estado en conflicto. El core del asunto, es la interrogante de la tierra". De fondo, 17 imágenes lo retratan: mapuches con pancartas que hablan de "Estado asesino". Fuerzas Especiales. Incendios. Carabineros. "Entonces, ¿cómo vamos a vivir juntos?", plantea otra vez Aravena. Y responde: "Primero, tenemos que conocernos".

El filme fue viralizado el 2 de enero a nivel internacional. En mayo Hashim Sarkis, curador de la Bienal de Arquitectura de Venecia 2020, invitó a Elemental –cuyo equipo lo integran 15 profesionales–, a participar como expositores. El tema con el que todos debían trabajar era: "How do we live together (¿Cómo viviremos juntos?).

"Estábamos en medio del proceso en Lonchoche, y pensamos que este debía ser el proyecto para Venecia. Era perfecto. Queremos presentar al mundo, la relación entre mapuches y chilenos. Ha ido escalando en violencia pero aquí mostraremos que hay facciones que quieren el parlamento de la conversación", resumen Aravena y Oddó. Se lo plantearon a Mario Mila y a Arauco. Todos estuvieron de acuerdo.

Diseñaron una versión similar al Künü, y lo bautizaron Koyaüwe: un parlamento o centro de reunión para dialogar en una estructura de madera de 15 metros de alto y 20 metros de diámetro. Por el Covid, la Bienal se postergó para mayo del 2021. Entonces, los arquitectos y representantes de Loncoche –si la pandemia lo permite– viajarán a Venecia.

El video termina con mapuches jugando el palin. Y con un afafán. Mario Mila concluye: "Este puede ser un camino. No hay uno único, pero éste puede ser uno".

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