Entre Códigos

Tom Ginsburg: “La solución de este momento de confrontación nos dirá cuál es la Constitución real de Chile”

Las protestas y demandas, por legítimas que sean, deben encontrar un cauce constitucional. Cualquier otra solución pone en riesgo la democracia.

Por: Marcela Vélez-Plickert | Publicado: Lunes 6 de julio de 2020 a las 04:00 hrs.
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Tom Ginsburg, autor de “Cómo salvar a una democracia constitucional”.
Tom Ginsburg, autor de “Cómo salvar a una democracia constitucional”.

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Es interesante, apunta Tom Ginsburg, cómo Estados Unidos y Chile están viviendo momentos similares. El profesor de la U. de Chicago se refiere a la presión social por cambios, en el caso de EEUU concentrada en las demandas contra el racismo, y la polarización política exacerbada por la pandemia.

Editor de 24 libros sobre democracia, sistemas políticos y constituciones, y autor de otros cuatro, Ginsburg es uno de los referentes modernos en el tema. También es uno de los codirectores del Proyecto de Comparación Constitucional, y ha seguido de cerca el debate constitucional en Chile.

Ginsburg está viviendo el aislamiento por la pandemia en su natal California, y desde ahí ve con preocupación el riesgo de que las protestas, ya sean en Chile como en EEUU, desemboquen en un sistema poco democrático.

En Chile, la pandemia ha servido para crear nuevos focos de conflicto constitucional. Con la oposición tramitando proyectos con vicios de constitucionalidad. Incluso con el respaldo de la presidenta del Senado. ¿Es eso una señal de que la Constitución ha alcanzado sus límites?

"Me parece que lo que está pasando es lo que se conoce como constitutional hardball, en que una de las partes presiona los límites de las instituciones actuales, en un momento en que la legitimidad de la constitución misma es baja. Esto hace que no sea una opción para el Gobierno el respaldarse en el texto actual. Pero me parece sin sentido que la presidenta del Senado diga que está dispuesta a ir contra la Constitución, porque la existencia del Senado mismo se justifica por la Constitución".

¿Cuál es la salida a este enfrentamiento?

"Esta es una lucha por obtener rédito político o incluso por lograr reformas constitucionales de manera informal. Cuando tenemos estos momentos de crisis hay varias salidas: una posibilidad es que el Gobierno retroceda, otra que el Gobierno resista, y la tercera es que las dos partes negocien. Eso pasa frecuentemente también en EEUU. La solución de este momento de confrontación nos dirá cuál es la Constitución real de Chile".

¿La Constitución real?

"O hay una nueva interpretación o sobrevive la anterior. Es un asunto de negociación política".

¿Estamos ante una lucha por rédito político o ante el resultado de nuevas necesidades de la sociedad, especialmente ante la pandemia?

"Puede ser ambos. Hay una demanda real de los ciudadanos por un cambio en la relación entre el Estado y los ciudadanos. Pero también los políticos están compitiendo por el apoyo de la gente. Sin duda hay demandas reales en la sociedad chilena. Eso no quiere decir que todo aquel que dice representar esas demandas tenga razón".

El desafío institucional

Ni las protestas son malas en sí mismas, ni es extraño que cambien las demandas de la sociedad. Por el contrario, son parte de una democracia viva y saludable. Eso sí, advierte Ginsburg, siempre que quienes participen de ellas tengan como fin lograr cambios por las vías institucionales.

"El verdadero desafío es canalizar esas demandas. Ese es el desafío en todas partes. En Estados Unidos también. Tenemos manifestaciones masivas en apoyo de la población negra, manifestaciones por el coronavirus, y eso está bien, pero sólo importa si eso lleva a un cambio institucional. Es muy interesante cómo Chile y Estados Unidos están en posiciones muy similares ahora".

¿Cuál es la garantía de que los cambios que se hagan luego serán respetados?

"Es un desafío muy interesante. No hay garantías. Si el problema es de la Constitución fuera solo el origen, lo puedes arreglar reemplazando el texto por uno nuevo. Pero también hay demandas por nuevas instituciones, y el nivel de satisfacción dependerá del grado en que esas nuevas instituciones sean en efecto buenas. Y eso no lo podemos saber. Así que no hay garantías en absoluto".

¿Puede una reforma constitucional resolver la polarización política?

"Puede, podría. Hay varios ejemplos de constituciones democratizadoras que se gestan en sociedades muy polarizadas y crean un nuevo comienzo. Ciertamente es posible. Pero Chile es un caso muy interesante de lo que llamamos cambio constitucional intrademocrático, porque pasamos de un sistema democrático a otro".

¿Cuáles serían los requisitos para que así sea, para que el proceso sea exitoso en ese sentido?

"Siempre decimos que ser lo más inclusivo posible es lo mejor. En Chile también enfrentan a un grupo menor de fuerzas que no quieren el éxito de este proceso, no tienen ningún objetivo de cambio institucional. Esa es la gente que, simplemente, debes dejar fuera del proceso, olvidarte de ella, a menos que puedan ser incluidos en partidos políticos u organizaciones similares. Por eso soy optimista sobre Chile, porque tiene partidos, una institucionalidad política y condiciones para hacer esta reforma. Cualquiera que esté protestando ahora no parece alguien serio. El objetivo debería ser lograr que el centro de la sociedad acuerde un set de mejores instituciones".

En todas las reformas que ha estudiado, ¿ha encontrado algún impacto de la instancia a cargo de la reforma?

"Investigamos las diferencias en los resultados entre reformas hechas por el Congreso y reformas por asambleas constitucionales. No abordamos la convención mixta, porque no hay muchos ejemplos o referentes de ese modelo. Hay usualmente mucha preocupación de que si dejas al actual Congreso el que haga las reformas buscará proteger demasiado sus propios intereses. Pero no encontramos evidencia de eso. Habrá gente que quiera votar sólo por quienes no están afiliados a ningún partido o sin experiencia política, pero escribir una Constitución es algo difícil, complejo, es importante que los partidos estén involucrados y que haya personas en la instancia constituyente que tengan experiencia sobre cómo opera el Estado".

No hay reforma viable sin los partidos políticos.

"Lo contrario sólo es posible en un estado de verdadera revolución, en el que Chile no está. No puedes ignorar las instituciones existentes. Y quizás no deberías hacerlo, porque algunas de las propuestas de reforma puede que no sean perfectas, y se beneficiarían de la intervención de personas con experiencia".

En el libro "La resistencia de las constituciones nacionales", estudia junto a sus coautores "la muerte" de los textos fundamentales. ¿Hay un factor generacional? ¿Una nueva generación necesita una nueva constitución?

"No estoy seguro de que sea algo automático, pero sí creo que hay una fuerza política. La generación joven, como ha sido a lo largo de la historia, tiene otros ideales, demandas, ambiciones. Volvemos entonces al tema que mencionábamos antes: ¿pueden estas demandas ser resueltas a través de los canales institucionales, en un momento en que los partidos políticos están en un profundo declive? No se me ocurre cómo puede haber una Constitución democrática sin partidos políticos. Simplemente no funciona. Diría que, si las instituciones existentes no logran responder a las demandas, entonces estamos en problemas, porque las respuestas entonces no serán muy democráticas".

Ha seguido de cerca la discusión de una reforma constitucional en Chile, y antes se ha declarado optimista sobre el país. ¿Lo sigue siendo?

"Soy optimista. Creo que Chile tiene muchas ventajas para navegar esta especie de estrecho puente de un sistema antiguo a uno nuevo. Básicamente, la lucha en Chile es por una cosa: igualdad socioeconómica. Una dimensión de conflicto. Creo que es un problema solucionable. Ahora, si se va a solucionar, de eso no puedo estar seguro".

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