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Nuevas elecciones en Turquía aumentan el riesgo de inestabilidad

Tras perder la mayoría parlamentaria, el autoritario presidente Recep Tayyip Erdogan desestimó una coalición y prefirió jugarse por nuevos comicios, pese a las señales de creciente turbulencia económica y política.

Por: | Publicado: Viernes 28 de agosto de 2015 a las 04:00 hrs.
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El 21 de agosto, el presidente de Turquía y líder de facto del gobernante Partido Justicia y Desarrollo (AKP), Recep Tayyip Erdogan, convocó a elecciones generales el 1 de noviembre, con la esperanza de recuperar la mayoría parlamentaria que su partido perdió el 7 de junio.


Con los principales grupos opositores, el Partido Popular Republicano (CHP) y el Partido de Acción Nacionalista (MHP), rechazando participar en un gobierno interino pre electoral, AKP tendrá que formar una incómoda administración con el pro kurdo Partido Democrático Popular (HDP), cuyo éxito electoral en junio cortó la racha de doce años de mandato del AKP como partido único.


Es improbable que las nuevas elecciones produzcan un resultado más concluyente. En medio del violento colapso del proceso de paz kurdo y la creciente volatilidad financiera global, la continua incertidumbre electoral tendrá un fuerte impacto sobre el panorama político y económico de Turquía.


Tras las elecciones de junio, Erdogan esperó más de un mes para dar al líder nominal de AKP, Ahmet Davutoglu, el mandato para formar gobierno. Esta inexplicable demora contribuyó a un agudo incremento de la tensión política, haciendo que las negociaciones para formar coalición con otros partidos resultaran prácticamente inviables. Durante los 45 días establecidos para las negociaciones, estalló la violencia en el sudeste del país, planteando a una amenaza real para la seguridad y la estabilidad. El 20 de julio más de 30 personas murieron en un atentado suicida del Estado Islámico (ISIS) en Suruc, cerca de la frontera siria. Por separado, el proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) puso fin a una tregua de dos años y medio, asesinando a casi 60 miembros de las fuerzas de seguridad en una serie de ataques. El gobierno ha respondido con bombardeos sobre las posiciones de ISIS en Siria y los campamentos de PKK en el norte de Iraq.

Negociaciones sin destino
Incluso sin la demora en el inicio de las negociaciones y el aumento de la violencia, un gobierno de coalición entre AKP y CHP era muy poco probable. Las diferencias en términos personales y de políticas entre ambos partidos y sus líderes hacían que su posiciones fueran irreconciliables. El CHP insiste en la necesidad de reanudar las investigaciones por corrupción contra prominentes miembros de AKP y retomar las negociaciones de paz con PKK. Tras iniciar un proceso de diálogo a fines de 2012, el partido oficialista cortó las conversaciones con el arrestado líder de PKK, Abdullah Ocalan, antes de las elecciones y endureció su postura durante la campaña y después de la votación, debido, en parte, al menos, a que fue el éxito electoral de HDP lo que evitó que obtuviera una mayoría en junio.


Aunque AKP y MHP comparten algunos puntos en común, particularmente en el último tiempo en relación con el tema kurdo, las negociaciones para una coalición fueron breves e inconducentes. Las relaciones de MHP con AKP han sido tensas, particularmente por las denuncias de corrupción contra los políticos oficialistas y la forma en que el partido intervino en las investigaciones.


Entrar en una coalición con AKP dañaría seriamente la base de electores tanto de CHP como de MHP. Más importante, sin embargo, es que durante las conversaciones conducidas por altos funcionarios del partido, quedó claro que era Erdogan el que estaba dictando las condiciones en una abierta violación constitucional y que él prefería convocar a nuevas elecciones antes que tratar de formar un gobierno de coalición. Un acuerdo de este tipo habría reducido drásticamente su capacidad de imponer las políticas.

Ambiciones personales
Tras doce años de un gobierno de partido único, AKP y Erdogan se han acostumbrado a mandar con escasa supervisión parliamentaria y recientemente, también judicial, debido a la debilidad de la oposición y a las restricciones impuestas a los tribunales. Desde hace mucho tiempo la intención declarada de Erdogan ha sido transferir los poderes ejecutivos a la presidencia, cargo en el que fue electo en agosto de 2014. Éste fue el núcleo de la campaña de AKP en las elecciones de junio, que los electores claramente rechazaron. Pese a su negaiva, Erdogan parece dispuesto a arriesgarse a una continua inestabilidad económica y política con tal de recuperar la mayoría de AKP y mantener su control del poder.


Erdogan aparentemente está apostando a que el resurgimiento de la violencia de PKK y que el temor a la inestabilidad le ayude a recuperar a los electores que se pasaron al HDP en junio, muchos de los cuales son religiosos conservadores kurdos que en el pasado habían votado por AKP. Una parte de este electorado podría ser receptiva a un mensaje de AKP de que la única manera de evitar una destructiva inestabilidad es restableciendo el mandato de partido único de AKP. Sin embargo, la Economist Intelligence Unit pronostica que la ponzoñosa retórica anti HDP utilizada antes y desde la última votación de junio va a fortalecer el respaldo para el partido pro kurdo en noviembre. Erdogan también parece estar confiando en que podrá captar a algunos de los votantes nacionalistas de línea dura del MHP.


Sin embargo, el MHP ha jugado bien sus cartas desde las elecciones, negándose a reconocer la legitimidad de HDP en el parlamento y responsabilizando a AKP por el resurgimiento de la violencia. Es probable que esta posición le proporcione una mayor credibilidad una vez que AKP se vea obligado a formar un gobierno temporal con HDP en los próximos días.

Riesgo para la economía
La combinación de la volatilidad financiera global, la creciente violencia política a nivel interno y las perspectivas de unas elecciones de emergencia que nuevamente no tendrán un ganador claro han llevado a que el tipo de cambio se deprecie a cerca de 2,95 liras por dólar el 24 de agosto, desde 2,32 liras a fines de 2014. Con la moneda local declinando y poniendo presión al alza a los precios, la EIU anticipa que el Banco Central de Turquía tendrá que endurecer la política monetaria cuando la Reserva Federal de Estados Unidos comience a subir las tasas de interés. Esto podría terminar de apagar finalmente el modesto crecimiento económico que Turquía registró en los últimos trimestres y empujar al alza los ya elevados niveles de desempleo del país, incrementando aún más las tensiones sociales.

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