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Acoso a los cristianos en Oriente Medio

Por: | Publicado: Viernes 12 de septiembre de 2014 a las 05:00 hrs.
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Pocos días después de que los yihadistas del Estado Islámico se hicieran con el control de Mosul el pasado junio, la milicia suní liderada por Abu Bakr al Baghdadi amenazó de muerte a los cristianos y a otras minorías que no se convirtieran al islam y pagasen un impuesto o abandonaran la ciudad dentro de un plazo.

El ultimátum de los terroristas, denominados hasta entonces Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL), surtió efecto. A mediados de julio, casi todos los cristianos habían dejado Mosul. Sus casas fueron marcadas en rojo con la letra árabe Nun (ن), inicial de la palabra “nasara” (“nazarenos”), y con otro mensaje: “Propiedad del Estado Islámico”. Además, los terroristas demolieron iglesias cristianas y mezquitas chiíes.

En una entrevista realizada a finales de julio por Ayuda a la Iglesia Necesitada, el sacerdote iraquí Anis Hanna describe el miedo que reina en Mosul y en las regiones de alrededor tras la entrada en vigor de la ley islámica (“sharía”): “Los habitantes suníes de Mosul que daban la bienvenida a los terroristas pensando que los liberarían del gobierno chií de Bagdad, empiezan a lamentarlo. Se dan cuenta de las acciones intolerables que llevan a cabo los terroristas islámicos de la ciudad”.

Hace unos días, la Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Navi Pillay, denunció la crueldad del Estado Islámico en Irak. “De forma sistemática toman como objetivo a hombres, mujeres y niños, según su afiliación étnica, religiosa o confesional, y están llevando a cabo sin compasión una amplia limpieza étnica y religiosa en las áreas bajo su control”, dice el comunicado que califica esos hechos de “crímenes contra la humanidad”.

Un llamamiento del patriarca caldeo


Por su parte, el patriarca caldeo de Bagdad, mons. Louis Raphael Sako, ha realizado una nueva llamada a la comunidad internacional para que proteja a los cristianos y a otras minorías de Irak.

El patriarca ha visitado los campos de refugiados de Erbil y Dohok y asegura que “lo que he visto y oído supera todo lo imaginable”. Cien mil cristianos han sido expulsados de sus tierras por el terror del Estado Islámico, y han sido desposeídos de sus bienes, de sus casas, de su dinero y de sus documentos.

Sako denuncia “una campaña organizada para la eliminación de Irak”, mientras sigue llegando un flujo de fondos, armas y combatientes para el Estado Islámico. La segunda fase del desastre es la emigración de las familias cristianas, con la que “Irak está perdiendo un componente insustituible de su sociedad”.

Sako apela a la comunidad internacional, “empezando por Estados Unidos y la Unión Europea, que tienen una responsabilidad histórica y moral respecto a Irak”. “Aun reconociendo todo lo que se está haciendo para resolver la crisis, parece que las decisiones y las acciones emprendidas hasta ahora no han cambiado el curso de los acontecimientos”.

Lo mismo dice respecto a la comunidad musulmana, cuyas declaraciones sobre los actos bárbaros contra los cristianos “no han estado a la altura de las expectativas”.

Sako pide la cooperación internacional para salvar de la extinción a cristianos y yazadíes. “Muchos de los desplazados desean volver a sus ciudades y a sus casas en la llanura de Nínive, y esperan poder hacerlo con seguridad bajo la protección internacional. Pero la plena seguridad de esta zona no puede alcanzarse sin la cooperación de la comunidad internacional junto con una acción conjunta del gobierno central y del gobierno regional del Kurdistán”.

A mediados de agosto, el Papa envió a Irak al cardenal Fernando Filoni, prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos. Durante la visita, que duró más de una semana, Filoni expresó el apoyo del Papa a los desplazados. Está previsto que el cardenal vuelva a visitarlos próximamente.

Asimismo, en un esfuerzo por movilizar a la diplomacia internacional, cinco patriarcas de las iglesias orientales se han reunido con embajadores de distintos países en la sede del patriarca maronita de Bkerke. Los patriarcas están preparando cartas destinadas a las autoridades de los países más importantes de Occidente y del mundo árabe pidiéndoles que emprendan acciones concretas para defender el multiculturalismo de Oriente Medio y la presencia de los cristianos.

Crucifixiones de cristianos en Siria


La crueldad también está a la orden del día en Siria, dividida desde hace más de tres años por la guerra entre el régimen de Bashar al-Asad y las fuerzas rebeldes. Allí, la población cristiana está sufriendo el acoso de los extremistas islámicos que combaten en el lado de los rebeldes.

El pasado mayo, varios medios informaron sobre dos crucifixiones públicas realizadas en la provincia de Raqqa, al norte de Siria, supuestamente por milicianos del Estado Islámico. Los “ajusticiados” eran dos posibles miembros del Ejército Libre de Siria; la noticia sirvió para mostrar al mundo el nuevo método de tortura empleado por los extremistas.

Unos días antes, en abril, Radio Vaticano publicó el testimonio de una monja siria, la hermana Raghida, que denunció el acoso a los cristianos por islamistas radicales en varios pueblos y ciudades. “Algunos de ellos sufren el martirio de una forma extremadamente inhumana, con una terrible violencia que no tiene nombre. Si queréis ejemplos, en Maalula fueron crucificados dos jóvenes cristianos. Uno de ellos fue crucificado delante de su padre. En Abra, una ciudad industrial de la provincia de Damasco, ocurrieron hechos similares”, explica la religiosa.

Libia: una comunidad bajo mínimos


Tres años después de la caída de Moamar El Gadafi, Libia sigue siendo un hervidero. De un lado, las milicias vinculadas a partidos islamistas rechazan la legitimidad del nuevo parlamento. De otro, las fuerzas del general Jalifa Hafte -quien se presenta como el salvador del poder laico- tratan de frenar el avance de los islamistas. Pero el conflicto también está motivado por el deseo de controlar los yacimientos petrolíferos.

En medio de ellos, la comunidad cristiana de Libia subsiste como puede. Lo cuenta Mons. Giovanni Innocenzo Martinelli, vicario apostólico de Trípoli, a la agencia Fides: “La Iglesia se está vaciando cada vez más, pero hay un grupo que quiere seguir adelante. Quizás 300-400 personas, en su mayoría filipinos y africanos, que realizan sobre todo trabajos ocasionales en la construcción. Tratamos de resistir nosotros también para ofrecer un servicio a nuestros hermanos y hermanas”.

Unos meses antes, en febrero, Mons. Martinelli denunció el asesinato de siete trabajadores coptos que tuvo lugar en Benghazi, en la región Cirenaica, al noroeste de Libia. “No está claro lo que quieren estos fundamentalistas. Seguramente pretenden destacar derramando sangre de víctimas inocentes. Los copto-ortodoxos son desde hace tiempo su objetivo, especialmente en la Cirenaica”.

Gaza: bajo el fuego cruzado


También en Gaza, la minúscula comunidad cristiana ha vivido un nuevo episodio del ciclo de violencia entre Hamás e Israel. La única parroquia católica, de rito latino, que hay en la Franja cuenta con unos 160 fieles que viven en condiciones muy precarias, como el resto de la población.

En declaraciones a AsiaNews, el p. Manawel Musallam, párroco de la Sagrada Familia en Gaza, que dirige un escuela en ese lugar, habla de los sufrimientos padecidos por la gente de la Franja, y sobre todo del futuro de los niños y los jóvenes. “Durante 14 años -cuenta el p. Musallam- he dirigido una escuela en el barrio de Shejaiya. La mayor parte de nuestros estudiantes vivían allí. En las pasadas semanas, Shejaiya fue destruido: muchos jóvenes murieron, otros fueron heridos. Algunos quedaron huérfanos o se los llevaron; otros han visto morir a sus propios hermanos. Si estos chicos vuelven a la escuela, ¿en qué condiciones estarán?”.

El Papa Francisco sigue de cerca lo que pasa en Gaza gracias a las noticias de Mario Cornioli, párroco en Cisjordania. Y este, a su vez, lleva el consuelo del Papa a los cristianos de la Franja: “Saber que el Papa les recuerda y reza por ellos es un gran consuelo en estos momentos de angustia”.

(ACEPRENSA)

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El terror desnuda a Occidente


El miedo al terror vuelve a entrar en nuestro horizonte cotidiano diez años después. Las guerras lejanas y olvidadas (Siria, Mali, norte de Iraq, Libia) también nos afectan a nosotros. Por ahora, con la petición de ayuda por parte de los refugiados que llegan a miles. Mañana, quién sabe.

Nuevos cruzados se ofrecen dispuestos a defender un Occidente ya en el ocaso de las hordas de los nuevos bárbaros del Isis, cegados por el odio y el fanatismo. ¿Nos preparamos, por tanto, para un nuevo choque de civilizaciones entre los defensores de los derechos y la libertad y los extremistas del ejército islamista?

El Califato del Isis, que ya ha realizado una "limpieza étnica y religiosa" (palabras de la ONU), ha causado efecto. Hace apenas tres años cantábamos la victoria de las Primaveras árabes y con ellas las de la libertad y la democracia en los países árabes después de décadas de dictadura. También nosotros creímos haber decapitado al monstruo islamista.
En cambio, hemos tenido que aprender en acto que los tiempos de la historia no son los de internet, que el fin de Al Qaeda no coincide con el fin del extremismo musulmán, que no solo se nutre del Corán sino también de la ideología occidental. Tanto que, de forma acercada, Domenico Quirico define a los militantes del nuevo califato como "bolcheviques salafitas reunidos, pegados unos a otros como si tuvieran en el corazón la misma costra, la del odio hacia nosotros y hacia los apóstatas, que les ensombrece y les mueve a actuar".

En este ejército de "bolcheviques islámicos" hay también muchos jóvenes criados en Occidente, que han respirado el aire de nuestra libertad vacía y frágil, que se han empapado de la ideología nihilista, que han aprendido a despreciar la vida y a darle a todo el valor de la nada.

Conscientemente, pueden decirnos a los occidentales, como hizo el verdugo del reportero americano Jim Foley: estáis deprimidos, sois ciudadanos-borregos al servicio de un pastor ciego.

Los nuevos cruzados occidentales, por su parte, también pueden invocar la guerra de civilizaciones, pero no pueden sustraerse a la pregunta sobre en qué se está convirtiendo la libertad en el reino de los libres. Esa libertad de la que nosotros presumimos contra los bárbaros asesinos es un arma sin filo, una realidad siempre en potencia, que no tiene otro objetivo que el placer como fin en sí mismo.

Por eso el hombre libre de Occidente se parece tanto a la descripción de Mauro Magatti y Chiara Giaccardi: "un hombre inconsciente de arena". Un sujeto que no persigue ideales, que no tiene un objetivo en la vida, que no se liga a nada es verdaderamente el emblema de una civilización en el ocaso, débil en lo más íntimo, en su cultura y en su propia actitud política.

Incluso la superpotencia americana se muestra estos días más frágil que nunca: incapaz de acoger en su seno de forma pacífica las distintas culturas, razas, etnias, y al mismo tiempo desorientada para gobernar el mundo: hace un año Obama pensaba en bombardeos aéreos contra las tropas de Assad en Siria, hoy vuelve a imaginar bombas en Siria ahora contra el ejército de los milicianos islamistas, aliándose con el dictador.

Sobre todo, Occidente parece no tener esperanza, estar en caída libre hacia su propia destrucción. Una civilización sin padres, a la que le cuesta transmitir un gusto por la vida, sin valores capaces de resistir ante las contrariedades de la existencia. Una tierra donde libertad es mero sinónimo de capricho.

En su reciente mensaje al Meeting de Rimini, el Papa Francisco ha puesto en guardia ante un mundo reducido a "desierto espiritual", creado por una civilización de consumidores que hace a unos individualistas y tristes y a otros pobres y excluidos.

El Papa, asumiendo una posición claramente diferenciada de la de los EE.UU, invita a frenar a los agresores sin decisiones unilaterales, con una decisión unitaria y convencida por parte de la ONU. Más peso para la ONU, más solidaridad para los pueblos reducidos a la miseria, y más atención, más apoyo y más diálogo para esos fermentos de novedad y positividad que en estos años se han manifestado dentro del mundo árabe.

Al mismo tiempo, el Papa invita a todos a tener la mirada fija en lo esencial. ¿Qué es hoy "lo esencial" para nosotros occidentales? Es una pregunta que deberíamos poner en el centro de nuestra agenda social y política. Nos ayudaría a evitar nuevas cruzadas (algo que solo nos convertiría en la otra cara del infierno yihadista) y a recuperar la esperanza.

(PÁGINAS DIGITAL)

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