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¿Los poderosos? Los de siempre…

Julio Isamit Coordinador Político Republicanos

Por: Julio Isamit | Publicado: Miércoles 28 de junio de 2017 a las 04:00 hrs.
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Decir que estamos en presencia de un mal gobierno (o muy malo) ya se ha vuelto un lugar común en la política nacional. Los candidatos oficialistas han caído en la tentación de distanciarse de la presidenta Michelle Bachelet, ninguno defiende a su gobierno, y el propio Alejandro Guillier criticó el diagnóstico que inspiró las reformas del gobierno por mirar a Chile “desde arriba”.

La suma de malas reformas, junto a una peligrosa retórica que buscaba acentuar las contradicciones con un marcado carácter clasista, han hecho que miles de chilenos paguen en carne propia sus costos. Cuando el gobierno presentó su Reforma Tributaria advertimos los riesgos que suponía para el crecimiento y la creación de empleo en el país; cuando presentó su Reforma Laboral, denunciamos la incertidumbre que generaría y que olvidaba a los miles de chilenos que buscan trabajo, todo por el afán de favorecer a los sindicatos. Frente a la Reforma Educacional incluso salimos a las calles para luchar por el derecho de los padres a elegir la educación de sus hijos y contribuir con ella.

Cada vez que nos opusimos a las reformas, la izquierda respondió acusándonos de una “campaña del terror”. Por desgracia para el país, el correr del tiempo ha hecho realidad lo que advertimos. El crecimiento económico durante esta administración promedia cerca de un 1,5% pese a las condiciones externas medianamente favorables; hemos visto cómo se ha precarizado el empleo en Chile, donde tres de cada cuatro trabajos creados en el último año son por cuenta propia, según informa el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y cientos de padres se han visto en la obligación de acampar a las afueras de los colegios particulares subvencionados, porque aspiran a un cupo en ellos y por la incertidumbre que ha generado una reforma educacional, que paradójicamente ni siquiera comienza a implementarse en la Región Metropolitana.

Por eso, aunque el gobierno insista en dividir al país entre “buenos que valoran las reformas” y “malos que defienden intereses” -como lo hizo la presidenta Bachelet en su última Cuenta Pública- o en tachar a algunos de “poderosos”, las consecuencias de sus malas decisiones siempre las pagan los mismos, los de siempre. Son las miles de familias vulnerables y de clase media, que hoy tienen menos oportunidades de surgir, de encontrar buenos empleos o que sus hijos accedan a una mejor educación.

Una sociedad justa y libre requiere de muchas cosas, entre ellas un buen gobierno y políticas públicas en la dirección adecuada.

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