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¿Trampa de ingreso medio o breve milagro?

M. Cecilia Cifuentes Directora Centro de Estudios Financieros ESE Business School

Por: M. Cecilia Cifuentes | Publicado: Viernes 27 de abril de 2018 a las 04:00 hrs.
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M. Cecilia Cifuentes

En días recientes la OCDE catalogó a Chile como un país que había superado la llamada “trampa del ingreso medio”, es decir, estaríamos cerca de ser un país desarrollado, lo que sería una excelente noticia. Lamentablemente, me cuesta compartir ese optimismo, y de hecho pienso más bien que tuvimos un período breve de gran éxito económico entre 1986 y 1997, la “docena dorada”, con un crecimiento promedio algo superior a 7%, para luego estancarnos en lo que ha sido nuestro promedio histórico, en torno a 3,5%

Es cierto que en algunos sub-períodos hemos tenido cifras mejores, pero no olvidemos que fuimos muy favorecidos por el súper ciclo de las materias primas, que sólo en mayores divisas por el cobre significó que el país recibiera US$ 200.000 millones entre 2003 y 2012, como “maná caído del cielo”. Es evidente que el país mejoró su situación producto de esos cuantiosos recursos, pero no se desarrolló en igual forma la capacidad para generar ingresos una vez que esos recursos disminuyeron.

La evidencia más clara de lo anterior es el comportamiento de la productividad total de factores (PTF), indicador que busca medir aquella parte del crecimiento que no se explica por la calidad y cantidad de factores, capital y trabajo, sino por la forma en que estos factores se combinan. Por ende, mide los efectos de los cambios tecnológicos y de la eficiencia con que se usan los recursos. ¿Y qué ha ocurrido con la PTF en las últimas décadas? En esa docena dorada creció a una tasa promedio anual de 3,4%, explicando casi la mitad del crecimiento. En cambio, durante las últimas dos décadas, a pesar de leves repuntes entre 2004-2006 y entre 2010-2012, creció a un exiguo 0,5% promedio, explicando sólo un 14% del aumento del PIB.

¿Por qué se estancó el crecimiento de la productividad? La explicación es múltiple, pero me gustaría señalar tres aspectos que me parecen centrales. Primero, si miramos la política laboral, que es señalada en los índices de competitividad mundial como una de nuestras falencias, veremos que en estos años hemos avanzado en derechos laborales, pero se ha mirado menos lo que se podría considerar como los deberes. La legislación de indemnizaciones por años de servicios, la falta de flexibilidad, los muy escasos avances en materia de capacitación y una reforma que buscó empoderar artificialmente a los sindicatos, sin un correlato en productividad, son todas materias pendientes en las que es preciso avanzar.

Segundo, afortunadamente se empieza a mirar la urgente necesidad de reformar el Estado, cuyo funcionamiento ha pasado a ser un lastre en términos del desarrollo de la actividad productiva y de servicios. Tenemos que perfeccionar las instituciones, no sólo porque cada vez es mayor la importancia que se le asigna a los factores institucionales en el desarrollo, sino también porque el fuerte crecimiento de productividad que tuvimos en el pasado tuvo su origen principalmente en las importantes reformas económicas e institucionales de esos años.

Pero no sólo en temas de políticas públicas tenemos desafíos, también las empresas tienen tareas pendientes, y no parecen menores. En el Informe Anual de la Comisión Nacional de Productividad se presentan estadísticas muy interesantes al respecto. El estudio muestra que en Chile las empresas grandes son más productivas que las de menor tamaño, en términos de valor agregado por trabajador. Sin embargo, la brecha de productividad con las empresas de los países de la OCDE es mayor para este grupo de empresas, que enfrentan por ende un mayor desafío. En promedio, las compañías de países OCDE tienen una productividad laboral 2,5 veces mayor que las chilenas, brecha que en las empresas grandes es de 3 veces y en las micro y pequeñas empresas, de 2 veces. En parte estas brechas se deben a temas regulatorios, pero nuestro déficit institucional con la OCDE no parece suficiente para explicarlas.

Lo anterior podría parecer una mirada pesimista, sin embargo mi objetivo es mostrar la magnitud del desafío. Y si lo pudimos hacer en el pasado ¿por qué no ahora?

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