Juan ignacio Brito

El sueño imposible de Bolívar

JUAN IGNACIO BRITO, Profesor de la Facultad de Comunicación e investigador del Centro Signos de la Universidad de los Andes

Por: Juan ignacio Brito | Publicado: Miércoles 1 de febrero de 2023 a las 04:00 hrs.
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Juan ignacio Brito

La idea de la integración latinoamericana volvió a ser mencionada en la cumbre de la Celac celebrada en Buenos Aires la semana pasada. Parece ser que el “sueño de Bolívar” es aquello de lo que los líderes de nuestra región hablan cuando no tienen nada más que decirse. Pero lo cierto es que incluso el Libertador terminó sus días decepcionado con su ideal de unidad.

Después de la victoria en Ayacucho (1824) había llamado a América “la esperanza del universo”, pero el Congreso de Panamá (1826) al que convocó para sellar la integración fue un rotundo fracaso. Ya en 1829 el desencantado prócer admitía que “hemos tratado todos los principios y todos los sistemas y ninguno ha cuajado”. Lo que prevalecía eran el desorden y la ruina, no la unidad.

El propio Bolívar decía de sí mismo que era “un genio de la tormenta”. Lo suyo eran la guerra y la revolución, no la construcción institucional. “Muchos generales saben ganar batallas, pero no qué hacer con sus victorias”, se lamentaría, en una declaración que tenía mucho de autocrítica, pocos meses antes de partir hacia el exilio en 1830.

Lo que sucedió con el sueño unitario de este héroe imperfecto es una sinopsis de lo que vendría después. Nuestra región es un lugar donde priman la violencia, la inequidad, los personalismos y la fragilidad institucional. No es raro que en un ambiente así la integración no pase más allá de los discursos y resulte una quimera. América Latina vive, como escribía el patriota Luis Briceño Méndez a Bolívar en una carta, “en la era de los errores. Para remediar uno cometemos cincuenta”.

El último apunte retórico de la historia de la fallida integración regional lo protagonizaron hace unos días Lula da Silva y Alberto Fernández, cuando anunciaron con más entusiasmo que realismo la creación de una moneda común, el “sur”. Rápidamente, desde Caracas el dictador Nicolás Maduro saltó a proclamar que se sumaba a la propuesta.

Como siempre, el voluntarismo no tardó en estrellarse con la realidad. Es imposible que un país con un Banco Central autónomo y una inflación relativamente bajo control quiera unir su política monetaria con Argentina, cuyo desorden fiscal parece irrecuperable. Pronto Brasilia salió a aclarar que la idea es crear una “moneda financiera”, no una que circule. Hasta ahí llegó el “sur”. ¿Volveremos a escuchar de él?

Las palabras más sensatas pronunciadas en la Celac provinieron de Luis Lacalle Pou, el presidente de Uruguay, esa pequeña isla de excepcionalidad. Alzando la voz con coraje, Lacalle Pou desveló ante sus colegas el elefante en medio de la mesa de reuniones, llamando a la Celac “un club de amigos ideológicos” y afirmando que “para que este tipo de foros subsista, se tienen que generar esperanzas. Y las esperanzas se generan sobre el camino andado, sobre la práctica en acción”. O sea, los hechos, y no las palabras, definen la integración.

El problema obvio es que para que haya verdadera unidad se necesitan varios requisitos: comunidad de intereses, tiempo, creación de un régimen con reglas comunes percibidas como legítimas y respetadas por todos, sistemas políticos compatibles y, por último, líderes comprometidos y coherentes. Todos bienes escasos por estas latitudes.

Con dolor, Bolívar llegó a reconocerlo. Por eso terminó sus días sumido en la amargura, incluso lamentando haber guerreado contra la metrópolis colonial. Su diagnóstico resulta lapidario: “No hay buena fe en América ni entre las naciones. Los tratados son papeles; las constituciones, libros; las elecciones, combates; la libertad, anarquía; y la vida, un tormento”.

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