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Relaciones entre EEUU y China siguen un camino inquietante

Edward Luce © 2023 The Financial Times Ltd.

Por: Edward Luce © 2023 The Financial Times Ltd. | Publicado: Viernes 27 de enero de 2023 a las 04:00 hrs.
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Edward Luce © 2023 The Financial Times Ltd.

A finales de 2022, el jefe de la inteligencia nacional alemana, Thomas Haldenwang, lo expresó muy bien: “Rusia es la tormenta”, les dijo él a los parlamentarios alemanes. “China es el cambio climático”.

El año pasado fue también la primera vez que la administración estadounidense actuó como si realmente creyera en esa distinción. Aunque la mayor parte de la atención del presidente Joe Biden se dirigió a Rusia tras su invasión de Ucrania en febrero, sus medidas más consecuentes en 2022 fueron dirigidas a China. La incertidumbre ya no es si se producirá el desacoplamiento entre EEUU y China, sino hasta dónde llegará. Gran parte de la respuesta quedará clara en 2023.

“Se sospecha que el imperativo competitivo del presidente Biden hacia China superará su imperativo cooperativo”.

Esto plantea dos apremiantes preguntas. ¿Qué entiende Biden por desacoplamiento? ¿Y será capaz EEUU de convencer a sus aliados y socios de que se le unan?

En cuanto a la primera, la administración estadounidense aún está tanteando el terreno. Biden heredó una serie de medidas comerciales punitivas “ad hoc” que la presidencia de Donald Trump le impuso a China: aranceles a las exportaciones de acero y aluminio, así como diversos controles a la exportación por parte de compañías chinas de telecomunicaciones, en particular a Huawei y a ZTE. Ninguno de éstos ha sido revocado.

En octubre, Biden llevó al mundo un paso más cerca de la bipolaridad económica total. El Departamento de Comercio estadounidense emitió órdenes para cerrar el acceso de China a los semiconductores avanzados. Esta medida se tomó sobre la base de que el impulso del líder chino Xi Jinping hacia el logro de una “fusión civil-militar” significaba que el desarrollo económico de China ya no podía disociarse de su acelerado alcance militar.

La realidad es que Biden está improvisando sobre la marcha. Su administración incluye a clásicos librecambistas, quienes siguen creyendo en la globalización de suma positiva, y a otros que ven la rivalidad entre EEUU y China como una contienda de suma cero en la que sólo puede prevalecer una potencia. La sospecha es que, en lo que respecta a China, el imperativo de competencia de Biden tendrá prioridad sobre el de cooperación.

Si ése es el camino que Biden decide tomar, él tendrá que traer consigo a aliados y socios comerciales estadounidenses claves. Oficialmente se habla de “friendshoring” (favorecer cadenas de suministro de aliados estratégicos). Esto implicaría trasladar las cadenas de suministro chinocéntricas a países afines como Vietnam, India y México. Algo de esto ya estaba ocurriendo debido a la política china de “cero Covid”, ahora abandonada. Por ejemplo, Apple tiene previsto producir una cuarta parte de sus iPhones en el sur de India. Pero el grado de dependencia mundial de China como proveedor de bienes intermedios en la mayoría de las áreas de producción moderna significa que el objetivo implícito de EEUU es casi una bifurcación.

Esto desaceleraría el crecimiento global y agudizaría el dilema para los amigos de EEUU que son altamente interdependientes con China, como los Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Singapur. Ninguno de los dos quiere verse obligado a elegir entre EEUU y China, y esa elección pudiera perjudicar a EEUU.

China y EEUU continúan aumentando su capacidad militar en el Indopacífico. Cualquiera que sea su ritmo durante el presente año, la relación entre EEUU y China se está encaminando en una dirección inquietante. Las empresas, los países, las regiones y el mundo apenas están empezando a asimilar las posibles consecuencias.

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