A casi diez años de la debacle hipotecaria, las tasas de interés siguen en mínimos

La crisis de la zona euro en 2009 obligó al rescate de Grecia, Irlanda y Portugal. Además, aumentó la regulación a la banca.L

Por: | Publicado: Viernes 14 de octubre de 2016 a las 04:00 hrs.
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La crisis que comenzó en el segmento subprime del sector hipotecario de Estados Unidos en 2007 se transformó al año siguiente en una crisis financiera global.

Para enfrentar este escenario de recesión, falta de liquidez, quiebras de bancos y empresas y alza del desempleo, la Reserva Federal decidió aplicar una serie de recortes de las tasas de interés de referencia, hasta dejarlas en un rango de cero a 0,25% en diciembre de 2008, un nivel mínimo histórico.

Asimismo, la Fed introdujo medidas de política monetaria no tradicionales, como la compra de activos, lo que se conoce como alivio cuantitativo.

Al tomar la decisión, lo más probable es que el entonces presidente de la Fed, Ben Bernanke, no haya imaginado que las tasas se mantendrían en ese nivel hasta diciembre de 2015. Entonces, se elevaron a un rango de 0,25% a 0,5%, en el que se mantendrán, probablemente, hasta diciembre de este año.

Pero la crisis tuvo una serie de otras implicancias. En 2009 estalló una crisis en la zona euro, que obligó al rescate de países como Grecia, Irlanda y Portugal, por parte de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional. En España, las autoridades evitaron el rescate externo, pero debieron reconfigurar a la banca local.

La debilidad europea, que se extiende hasta hoy, obligó al Banco Central Europeo a inyectar estímulo a través de tasas de interés negativas y de alivio cuantitativo.

Otro coletazo de la crisis fue el aumento de la regulación al sector bancario, en respuesta a los excesos que permitieron que se produjera la debacle. Se acuñó el concepto “too big to fail” (muy grande para caer), y se reconfiguró el escenario de la industria financiera.

El FMI se refiere a este período, vigente hasta hoy, como la “nueva mediocridad”, en donde nos hemos acostumbrado a tasas de crecimiento muy bajas, especialmente en las economías avanzadas. 

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