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Ahora es el momento de abordar la epidemia de las enfermedades mentales

“Las estrategias para reducir los riesgos para la salud mental deben profundizarse, expandirse más allá de las empresas y mantenerse más allá de la crisis, con énfasis tanto en la prevención como en el tratamiento”.

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Por: Financial Times | Publicado: Lunes 23 de noviembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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L os líderes empresariales se han jactado por décadas en los informes anuales de las compañías en cuanto a que las personas son su prioridad. Es sorprendente, por lo tanto, que la salud mental se haya demorado tanto en llegar a lo más alto de su agenda. Hasta hace relativamente poco tiempo, el cansancio era la razón oficial que se daba cuando los directores ejecutivos cedían ante la presión laboral. El estrés y el agotamiento se mencionaron solo en raras ocasiones; la salud mental casi nunca.

Sin embargo, gradualmente, el estigma asociado a la enfermedad mental ha comenzado a desaparecer. Líderes como el director ejecutivo de Lloyds Banking Group, António Horta-Osório, quien se vio afectado en 2011 por el insomnio inducido por el estrés, ahora hablan con más frecuencia sobre la necesidad de abordar y prevenir el agotamiento en el lugar de trabajo.

El coronavirus y las cuarentenas posteriores son un ataque a dos frentes contra el bienestar mental de los trabajadores, agravado por el duelo, el dolor personal y la tentación más amplia de revisar las malas noticias que se transmiten a través de las redes sociales.

En el Reino Unido, por ejemplo, casi el 20% de los adultos experimentaron algún tipo de depresión en junio de 2020, el doble que antes de la pandemia, con los adultos más jóvenes sufriendo más que la mayoría. La satisfacción promedio con la vida en el Reino Unido se encuentra ahora en su nivel más bajo desde que comenzó la encuesta oficial sobre el impacto social de la pandemia a fines de marzo.

La respuesta corporativa también se ha acelerado. Los equipos de recursos humanos aparecieron para brindar ayuda al personal, desde sesiones de terapia hasta aplicaciones de mindfulness. Los gerentes de recursos humanos informan un aumento en las llamadas a las líneas directas de asistencia a los empleados. Sin embargo, iniciativas como los días libres de reuniones o los días libres obligatorios para todo el personal, aunque sean dignos de crédito, corren el riesgo de parecer superficiales en comparación con la escala del problema.

Las estrategias para reducir los riesgos para la salud mental deben profundizarse, expandirse más allá de las empresas y mantenerse más allá de la crisis, con énfasis tanto en la prevención como en el tratamiento y la cura.

La "humanidad común", como ha escrito el economista Richard Layard, debería ser una razón suficientemente buena. Pero también hay una fuerte justificación económica. Han pasado nueve años desde que un informe del Foro Económico Mundial y la Escuela de Salud Pública de Harvard proyectó que el costo económico de las enfermedades mentales, incluida la pérdida de productividad, se duplicaría a más de US$ 6 billones (millones de millones) para 2030.

La salud mental, sin embargo, sigue siendo un área descuidada de estudio científico, como han señalado los patrocinadores de un nuevo fondo de investigación de US$ 10 mil millones, la Iniciativa Global de Cerebros Saludables. A pesar de la sólida evidencia de la eficacia de soluciones más baratas, como la terapia sicológica, para el tratamiento de enfermedades mentales más leves, los sistemas de salud recurren con demasiada frecuencia a la medicación. Incluso entonces, solo una minoría de pacientes recibe algún tipo de tratamiento, y todavía menos en los países más pobres.

Más investigación y mejor acceso al tratamiento apropiado no son las únicas formas de lidiar con la epidemia de enfermedades mentales en su origen. Los ejecutivos de las empresas deben imponer una carga de trabajo manejable desde la cima y asegurarse de que todos los líderes de equipo, no solo los gerentes de recursos humanos, comprendan las enfermedades mentales y estén capacitados para reducir el riesgo de agotamiento antes de que estalle.

El trabajo remoto forzado ha enseñado a los líderes empresariales más sobre el interior de la familia y la comunidad de sus empleados. Deberían tener una nueva apreciación de las tensiones impuestas al personal cuando los parientes cercanos se enferman. Tiene sentido extender la asistencia de los empleados automáticamente a las personas a cargo, especialmente en países donde la red de seguridad social es desigual.

Sin embargo, el paraguas corporativo generalmente solo cubre a los ciudadanos corporativos.

Aquellos empujados al desempleo o al trabajo flexible en la recesión posterior al Covid serán más vulnerables a las preocupaciones por deudas y problemas de vivienda, que son desencadenantes de enfermedades mentales. Los economistas Angus Deaton y Anne Case citan la angustia mental severa, particularmente entre los estadounidenses blancos con menos educación, como uno de los factores que contribuyen a las "muertes por desesperación", por suicidio, sobredosis de drogas y abuso de alcohol, analizadas en su libro del mismo nombre.

Las reformas de política pública más amplias que puedan eliminar algunas causas más profundas de las enfermedades mentales deben ser responsabilidad de los gobiernos, no de las empresas. Lamentablemente, la pandemia agotará sus recursos más que nunca. Sin embargo, si alguna vez hubo un momento para que las autoridades abordaran las raíces estructurales y sociales de la mala salud mental y, por lo tanto, redujeran los costos a largo plazo de tratar sus síntomas más adelante, seguramente esta es la ocasión.