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Las claves para la toma de decisiones en tiempos de cambio

“Tener toda la información –que hoy está democratizada y disponible inmediatamente– es condición necesaria pero no suficiente: en esta nueva era se requiere seguimiento, monitoreo, modelamiento y, especialmente, gestión 24/7”.

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Estimar, en su acepción de calcular o determinar el curso de algo, es un arte milenario que puede aplicarse a diversos ámbitos del quehacer humano. Si se lleva al área económica/financiera, el proceso de análisis solía ser bastante estructurado y acotado: por lo general el último trimestre de cada año se realizaba la estimación de un escenario base para el ejercicio siguiente, sumado a la detección de ciertos riesgos que pudieran implicar una desviación significativa de dicho escenario, con el consecuente impacto que estas amenazas pudieran tener. Dicho proceso se repetía de manera trimestral, generalmente, conformando portafolios más bien "estructurales", que eran revisados espaciadamente en el tiempo.

En esta nueva era, sin embargo, esto se ha tornado cada vez más difícil pues muchos de los paradigmas clásicos, que en gran medida dictaban cómo los analistas esperábamos que fuese la reacción de los mercados ante ciertos eventos, han sido derribados o, al menos, puestos a prueba. ¿Quién iba a pensar, por ejemplo, que una situación de "riesgo de cola", como el Brexit, terminaría favoreciendo a los mercados y monedas emergentes, y sería un gatillante de flujos hacia ellos? Basta ver los hechos recientes. A nivel global estamos frente a un nivel máximo de riesgo político, y especialmente geopolítico, debido a las tensiones generadas entre EE.UU. y Corea del Norte y a la situación política norteamericana, pero los mercados accionarios se encuentran en torno a máximos históricos (rentando bastante por sobre el 10% de manera generalizada), con un dólar completamente depreciado a nivel multilateral, y que ya no tiene las características de safehaven o refugio natural.

En ese contexto, el proceso de análisis ha cambiado para analistas y asesores. Seguimos realizando proyecciones y estimaciones punto, que dan una guía de hacia dónde debiéramos direccionar los portafolios en un mediano/largo plazo, como cuando nos preguntan cuánto va a crecer Chile el próximo año, o cuál será la inflación, el tipo de cambio o el nivel estimado de la bolsa para 2018. Tenemos respuesta para todo ello gracias a las proyecciones base que realizamos.

Sin embargo, hoy ha tomado mayor relevancia la creación de escenarios no probabilísticos, independientes entre sí, que permiten a quienes tomamos decisiones de inversión, una reacción bastante más rápida y precisa en la medida que se vaya transitando por dichos escenarios. En otras palabras, este cambio posibilita adelantar las reacciones ante eventos que difícilmente pueden ser considerados dentro de las estimaciones o proyecciones base (incluso como elementos de riesgo), al menos no en el corto plazo.

Llevado a un ámbito práctico en el panorama local, esto significa modelar, por ejemplo, un escenario de envejecimiento de la población con la consecuente migración de fondos de pensiones de mayor riesgo a aquellos de menor riesgo (disminuyendo así masivamente la renta variable en dichas carteras, a favor de la renta fija), entendiendo cuáles debieran ser los múltiplos aceptables a los que debiera transar la bolsa local ante ello, de manera de adelantarnos una vez que este fenómeno comience a ocurrir. O bien cuestionarse, a nivel de empresa, qué ocurriría ante cambios estructurales de la industria que hoy parecen lejanos, como analizar de qué manera cambian los costos de distribución y logística de un retailer o de una embotelladora ante un reemplazo masivo de vehículos petróleo/bencina por otros eléctricos (con el consecuente impacto en utilidades); o cuál debiera ser el camino para una compañía como Soquimich si se descubre una nueva tecnología disruptiva y económicamente viable que reemplace el componente de litio en las baterías eléctricas.

Tener dichos escenarios delineados, permite una velocidad de reacción bastante mayor. Y en un mundo tan cambiante, la revisión de las estimaciones base debiera ser más periódica.

Asimismo, es cada vez más útil realizar un proceso de modelamiento de escenarios y no sólo estimaciones con probabilidades asociadas, que sirva como herramienta para quienes tomamos decisiones al ir transitando por dichos escenarios. Tener toda la información –que hoy está democratizada y disponible inmediatamente– es condición necesaria pero no suficiente: en esta nueva era se requiere seguimiento, monitoreo, modelamiento y, especialmente, gestión 24/7.

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