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Productividad: ¿quedar fuera del Mundial nos ayudará a mejorarla?

"Igual que la selección nacional, debiéramos plantearnos una mirada de largo plazo que involucre una estrategia de Estado. No debemos cometer el error del fútbol, donde hemos vivido logros pero no hemos sido capaces de canalizar tal éxito en una continuidad futura", plantea Alexis Osses Valenzuela, analista Estrategia Bci Corredora de Bolsa.

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Es posible que en la última semana conozcamos más del ranking FIFA y el lugar que ocupará Chile después de no clasificar al Mundial de Fútbol. Pero hay otro ranking muy importante que pasamos por alto: el de competitividad global 2017-2018, que mide "cómo utiliza un país los recursos que dispone y la capacidad de proveer a sus habitantes de un alto nivel de prosperidad". La última versión de este índice mostró que Chile ocupa la posición 33 –nuestro mejor lugar fue 22 en 2004/2005–, igual que en la medición anterior. Incluso, si comparamos la ubicación de Chile versus la región, nos sorprenderemos al confirmar que estamos en primer lugar y ¡acá no peleamos repechaje!

Para lograr este nivel hay dos áreas que resaltan como fortalezas: el desarrollo del mercado financiero, y la educación superior y capacitación. En el mercado financiero, la disponibilidad de servicios financieros es lo más destacable, sobre todo cuando nos mantenemos entre los diez mejores.

Ahora, volviendo al Mundial de Fútbol, ¿de qué manera no asistir a ese evento deportivo nos ayudará a mejorar? Después de quedar fuera de Rusia 2018, parece un consuelo pero algunos estudios han demostrado que en el período de un Mundial de Fútbol se genera una baja en la productividad, ya sea porque las personas se toman vacaciones para viajar y alentar al equipo o porque las empresas entregan un tiempo libre para que sus colaboradores puedan ver los partidos, lo que se traduce en una pérdida de producción de entre tres a cuatro horas.

Y en la bolsa ocurre algo similar. Considerando los partidos que disputó Chile en Brasil 2014, podemos ver el efecto de estos encuentros deportivos: por ejemplo, en el match Chile-Australia, realizado un día viernes después del horario regular de trabajo, la bolsa rentó en el día -0,6% y al lunes siguiente -0,57%, un mala jornada pensando que la selección chilena ganó 3-1. Esto comparado con el MSCI Latam que, de igual manera, rentó negativo (-0,48% y -0,05% respectivamente).

Diferente fue la situación con el partido de Chile-España, efectuado casi en horario de cierre del mercado y, además, un día miércoles. Acá la bolsa terminó rentando +1,07% (el retorno más alto del mes) y al día siguiente, un +0,62%, mientras que el MSCI Latam rentó +1,13 y -0,01% respectivamente, entregando un efecto positivo en bolsa nacional la jornada siguiente al partido, pero no así el mismo día. Al desglosar encontramos "sólo coincidencias", apreciando que las empresas que más rentaron en bolsa ese día fueron Concha y Toro, CCU y Watts. ¿Será que la bolsa anticipó una celebración de todos los hinchas? En el último partido, Chile perdió pero pasó a octavos de final y la bolsa subió +0,23% y +0,62% al día siguiente, mientras que el MSCI rentó -0,49% y 0,11%, respectivamente, entregando un ánimo positivo a la bolsa nacional que se descorrelacionó del MSCI Latam.

La euforia en bolsa se vive durante el mismo día del partido, y es difícil explicar que sea la causa necesaria para que rente positivo o negativo, ya que las comparaciones con el índice de Latam demostraron que sólo en el tercer partido el movimiento fue distinto. La mayoría de las veces fue en la misma dirección que el índice de la región.

¿Es posible que al no concentrarnos en el mundial podamos aprovechar ese tiempo en producir, en generar un impacto positivo en la economía? En los últimos 25 años la productividad ha caído fuertemente, ya que en los '90 su contribución fue de 2,3 puntos porcentuales de crecimiento por año, mientras que ahora esa productividad pierde velocidad y se reduce a una contribución de 0,1 puntos porcentuales. Necesariamente el plan debiera ser revertir la desaceleración en productividad, cuyo deterioro a veces no es consecuencia de los colaboradores (idiosincrasias y/o costumbres), sino que también tiene un componente de mala organización y planificación. De todos modos, al igual que en el fútbol, los problemas de baja productividad son multifactoriales y no debiéramos atribuirlos a un solo factor.

Como conclusión, igual que la selección nacional, debiéramos plantearnos una mirada de largo plazo, un plan que sobrepase los gobiernos y que involucre una estrategia de Estado, un cambio de mentalidad que, sin duda alguna, también requiere de continuidad. No debemos cometer el error del fútbol, donde hemos vivido logros pero no hemos sido capaces de canalizar tal éxito en una continuidad futura.

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