Cultura

Humbolt y la nostalgia por lo desconocido

En el festival Puerto de Ideas, la científica chilena Isabel Behncke conversará con Andrea Wulf, autora de la exitosa biografía de Alexander von Humbolt. En un encuentro previo, las investigadoras hablaron sobre la profunda inquietud y pasión por el conocimiento que ambas comparten con el mítico explorador.

Por: Sofía García-Huidobro | Publicado: Viernes 30 de octubre de 2020 a las 12:00 hrs.
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Andrea Wulf, autora de La invención de la naturaleza.
Andrea Wulf, autora de La invención de la naturaleza.

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Fernweh es una palabra alemana cuya traducción posible es “sentir nostalgia por un lugar en el que nunca has estado”. Esa particular emoción, además de las raíces alemanas, tienen en común Alexander von Humbolt, Andrea Wulf e Isabel Behncke.

Wulf nació en India, creció en Alemania y vive en Londres. Es diseñadora y da clases de Historia del Diseño en el Royal College of Art. Además es autora de libros sobre la historia de la jardinería y en 2015 publicó La invención de la naturaleza, biografía sobre Alexander von Humbolt, que se transformó en un inmenso éxito editorial.

En la búsqueda por reconstruir la vida del geógrafo y naturalista prusiano, se internó en miles de archivos, cartas y documentos, pero además siguió los pasos del explorador: se adentró en la selva venezolana y subió al volcán Chimborazo en Ecuador, una de las cumbres que cautivaron a Humbolt en 1802.

Empiricismo e imaginación

El año pasado Wulf participaría del festival Puerto de Ideas en Valparaíso, cuya versión tuvo que suspenderse producto del estallido social. Este año la autora forma parte de la programación del encuentro que se realizará de manera virtual y donde el próximo domingo 8 de noviembre compartirá con la primatóloga chilena Isabel Behncke. Previo a la instancia oficial, ambas investigadoras sostuvieron una larga conversación, durante la cual no solo hablaron de Humbolt sino que también compartieron sus propias experiencias.

“Ella es muy apasionada. La conversación de preparación duró como una hora y media y fue más personal, estábamos las dos en la misma sintonía, nos contamos anécdotas y hablamos mucho sobre la combinación de empiricismo e imaginación”, cuenta Behncke. Wulf le explicó cómo desde el diseño y el arte, y a través del estudio de jardines, terminó aproximándose a la ciencia.

“Las dos tenemos esa cosa alemana de querer estudiar y comprender el mundo a través de una investigación meticulosa, pero combinada con amor, belleza y pasión. Humbolt es un exponente tan increíble de eso, que enganchamos inmediatamente”, afirma la estudiosa chilena que ha pasado años inmersa en la selva del Congo observando a los bonobos.

Imagen foto_00000009Isabel Behncke. (fotografía Javiera Eyzaguirre).

"En una ocasión, estando en el Congo, pensé que la pega de uno es meter la complejidad del mundo en una hoja Excel. Pero a veces te obsesionas con los datos y empiezas a tomar riesgos innecesarios. Estás en la selva y escuchas poesía. Todo se hace integra”, resume. En ese sentido destaca la claridad de la obra de Andrea Wulf: “Tiene un don como comunicadora. Hace de lo complejo, simple. Puedes ser artista, científico, explorador o dentista, y te ofrece pistas para seguir los temas más específicos si tu quieres. Es simple pero no simplista”.

Ecología temprana

Behncke y Wulf comparten además la admiración por el espíritu inquieto del explorador alemán, uno de los primeros en plantear que formamos parte de un ecosistema donde las partes se encuentran interconectadas y que además alertó sobre el daño que podría ejercer el hombre sobre la naturaleza si no toma consciencia de ello. “En la cabeza de Humbolt, arte y ciencia eran materias integradas. No tenía la necesidad de hacer caricaturas ridículas de la razón versus la emoción. Conoció muy bien los límites de la intersubjetividad. Pasó mucho tiempo con Goethe y Kant, y, tal como relata La invención de la naturaleza, llegó a Sudamérica equipado con los órganos de los poetas”, comenta la científica chilena.

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Curiosidad como motor

Desde su casa en Santiago, y a través de la pantalla del computador, Behncke le mostró a Wulf la cumbre del Manquehue, a propósito de las montañas y cráteres que tanto obsesionaron a Humbolt. En el espíritu fernweh se aventuraron a imaginar futuros viajes y expediciones conjuntas, y hablaron también sobre el próximo proyecto de la autora, un libro sobre el Grupo de Jena, del cual participaron, entre otros artistas, científicos e intelectuales, Johann Wolfgang von Goethe, Alexander Humbolt, Friedrich Schiller y Erasmus Darwin, abuelo de Charles. “Fueron libres pensadores que coincidieron en un momento histórico y que no tenían el rollo de la fragmentación interna que hemos adquirido en la medida que la sociedad se fue especializando”, señala Behncke entusiasmada con la próxima publicación de Wulf.

Agrega: “Espero que la Ilustración no se haya acabado, pero creo que ahora estamos tratando de imponerle nuestras ideologías al mundo”. También realza, como elemento común, la curiosidad. “Andrea Wulf se podría haber quedado en la investigación pero tomó la herramienta de conocimiento de Humbolt, que era ocupar el cuerpo y la experiencia en terreno. Humbolt en vez de quedarse en un laboratorio, hizo del mundo su laboratorio. Ella no tuvo miedo y siguió su camino”.

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