Cultura

Pablo Toro y su primera novela: "Safari es una versión futurista del Coliseo Romano"

El guionista y escritor se refiere al libro, que luego de un largo recorrido, se materializó en una obra compuesta de tres partes que él define como un relato bélico, un diario adolescente y una distopía política: "la pérdida es el gran tema que recorre la novela".

Por: Sofía García-Huidobro | Publicado: Viernes 7 de mayo de 2021 a las 18:00 hrs.
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Pablo Toro, foto por Ingrid Isensee
Pablo Toro, foto por Ingrid Isensee

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Tenía 20 años y estudiaba periodismo en la Universidad Católica cuando el gobierno de Estados Unidos, con el apoyo de algunos países europeos, invadieron Irak en 2003. “Me obsesionó el tema y seguí muy de cerca el conflicto. Me pareció que era una especie de hito fundacional del siglo. Una guerra basada en mentiras evidentes que terminó con un país prácticamente arrasado, a vista y paciencia de la comunidad internacional. Además, el hecho de que hubiesen milicias privadas operando abiertamente, le daba un tono distinto”, cuenta el guionista y escritor Pablo Toro (37).

Más adelante leyó sobre ex soldados y contratistas latinoamericanos, que incluía una nómina de chilenos, y que habían trabajado para las fuerzas de ocupación. A partir de ahí nace la primera de las tres partes que constituyen Safari (Montacerdos, 2021), su primera novela luego de que en 2011 publicara el libro de relatos Hombres maravillosos y vulnerables (La Calabaza del Diablo). 

Toro además ha trabajado como guionista para series como La Ofis, Los 80 y Bala Loca. Actualmente, junto a Simón Soto y David Miranda, están postulando al CNTV para el financiamiento de una segunda temporada de Bala Loca, además de La Frontera, una serie policial situada en la Araucanía.

En Safari el autor despliega una triada que arranca por el conflicto bélico, La noche del camello, y continúa con Elecciones, el diario de un joven adolescente de barrio alto y alumno de colegio británico que tiene como trasfondo coyuntural la muerte de Pinochet, y las divisiones que eso trae a su mundo.

Por último, Safari, una distopía que muestra un mundo despojado de humanidad y donde la crueldad está institucionalizada. Además de algunos personajes que se entrecruzan en los tres relatos, la pérdida es el gran tema que recorre la novela, afirma Toro. La pérdida de la amistad, de la familia, de los valores.

Hubo muchas versiones previas, dice. En un momento el texto llegó a tener casi el doble de las 296 páginas finales. “Fue tomando varias formas a lo largo del tiempo, siempre partiendo de la base de que quería abordar estos tres mundos bien diversos y tratar de darles una coherencia interna. Me costó, probé distintas estructuras, pero creo que valió la pena porque finalmente fui encontrando la novela en la escritura”, comenta en una conversación por Zoom.

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Humor y resignación

Aunque la parte del diario adolescente no es autobiográfica, recalca, sí cuenta con el conocimiento íntimo del mundo que se narra. “Ahí apliqué la máxima: escribe sobre lo que conoces. Para las otras partes tuve que recurrir tanto a la investigación como a la imaginación, más que a la vivencia”, apunta.

El escritor estudió en un colegio británico y aunque para la fecha de muerte de Augusto Pinochet, diciembre de 2006, ya se había graduado hace cinco años, recreó la atmósfera política a partir de lo que le tocó vivir en su entorno cercano.

“Quise satirizar algunas idiosincrasias de la clase media alta santiaguina. Cierta vulgaridad que se disfraza de elegancia o anti intelectualismo que se hace pasar por pragmatismo. Y me quedó dando vuelta la tensión entre quienes celebraban la muerte de Pinochet y los que silenciosamente hacían luto porque sentían que se les estaba yendo algo propio”, dice Toro.

En cuanto a la distopía de la tercera y última parte del libro, sostiene que quiso imaginar cómo sería una sociedad donde la crueldad estuviese naturalizada al punto de que la cacería humana fuese algo aceptado y deseado: “Es una pulsión que se puede proyectar a partir de actos como las detenciones ciudadanas. Ese castigo ejemplificador que cuenta con una audiencia entusiasta. Safari es una versión futurista del Coliseo Romano. Y si siempre se entendió ese momento histórico como la decadencia del Imperio, aquí representa la decadencia extrema de una sociedad tecnológica e hiper capitalista”. 

En este futuro imaginario y oscuro el escritor también esboza elementos de la cultura progresista actual y cómo ciertas ideas podrían resultar pervertidas. La corriente vegetariana, por ejemplo, deriva en un escenario donde quienes “comen animalitos” son juzgados como seres inferiores. “Una de las ideas imperantes que recorre el libro es la resignación y la entrega”, señala el autor. 

Agrega que a pesar del clima de decadencia y la visión crítica de las relaciones de confianza entre sus personajes, hay elementos cómicos que aportan luz al relato: “Mi estilo literario en general mezcla lo violento con lo cómico, es algo que me resulta natural. Para mí es un desafío producir sensaciones extrañas. Que el lector no tenga tan claro qué emoción le provoca la historia”.

“Me aburrí de mis propias opiniones”

Por su formación de guionista, la escritura de Toro resulta sumamente visual. Y a pesar de que el libro no abunda en descripciones, se puede leer en imágenes. El periodista cuenta que su madre le inculcó el gusto por la lectura. De ella proviene su temprana afición a la literatura argentina, inglesa y estadounidense.

Pero también fue un niño altamente consumidor de televisión, y eso ha marcado sin dudas su imaginario cultural. Hasta el día de hoy ve muchas series, películas y también telebasura o televisión chatarra, reconoce.

“Voy alternando entre televisión más trash y de calidad. Y en Safari aproveché de hacer una sátira a ese mundo de la televisión y el espectáculo que también me ha tocado conocer de cerca por mi trabajo”. Durante estos meses pandémicos, dice, como lector ha gravitado hacia autores del modernismo de la primera mitad del siglo XX como James Joyce, William Faulkner y el chileno Manuel Rojas. E incluso revisitado clásicos como La Divina Comedia, de Dante Alighieri.

También está trabajando en una próxima novela ligada a la corrupción, el narcotráfico y el mundo de “Sanhattan”, con el estallido social como telón de fondo. El autor comenta que usa redes sociales para informarse, pero lo hace de manera más bien pasiva: “Durante un tiempo participé más, pero me pasó que me aburrí de mis propias opiniones. Prefiero escuchar a los demás”

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