Lecciones de Vida

A un año del 18-O: La resistencia de Librería Qué Leo del Parque Forestal

Hace cinco años Mario Cerda y Mandina Carrasco instalaron una librería franquicia Qué Leo Forestal en la Merced, a pasos de Plaza Italia. No solo venden libros, también organizan charlas y encuentros literarios. El último año ha sido muy difícil pero rescatan el cariño y la ayuda que han recibido.

Por: Sofía García-Huidobro | Publicado: Domingo 27 de septiembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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“Las primeras jornadas fueron más buena onda, participativas y joviales, pero luego empezaron a aparecer algunos rufianes, que yo pienso son los mismos que van al estadio, a la parada militar, o donde sea, a hacer desmanes. El problema fue que a esos no se les puso coto a tiempo. A un par de metros de la librería está el pasaje Irene Morales esquina con Santiago Bueras, ahí se instalaba el hospital de campaña de la Cruz Roja. Algunos días alcanzábamos a estar una hora abiertos y teníamos que cerrar, pero en general tratamos de seguir atendiendo. A veces incluso hicimos charlas y la gente entraba arrancando de las lacrimógenas. Más de alguna vez dejamos entrar a adultos mayores o escolares. Con mi esposa tuvimos que hacer de médicos, parecía hospital.

Un día puse en Twitter: “Nos vamos, esto no da para más”. Recibí montones de mensajes de apoyo de gente que pensó que la librería cerraba, pero lo escribí porque estaba muy mal anímicamente. Durante el verano, todos los viernes se siguió juntando gente aquí. Y estábamos pensando qué hacer cuando llegó la pandemia.

Como todo en la vida, funcionó como algo bueno y malo. Tuvimos que cerrar definitivamente pero las editoriales se portaron muy amablemente y ellos mismos nos ofrecieron fórmulas para ir amortizando los pagos. Hoy no estoy al día con nadie, a todos les debo algo y estoy pagando dentro de lo posible. Llevamos cinco años aquí y nos costó crear el ambiente de este “centro cultural”, como le llaman algunos, entre buena onda y mofa. Lo hicimos con mucho esfuerzo y sacrificio. No queremos irnos, y siempre hay gente que nos tira para arriba. Los primeros que nos compraron online, fueron los propios escritores. Vamos a tratar de abrir el local antes del plebiscito, aunque sea en un horario acotado. Y después, ver qué pasa”. 

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