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Antonio Navarro Wolff: “Lo de Colombia se dio después de un movimiento ciudadano, pacífico, respaldado por un acuerdo de paz”

Exguerrillero, exministro y exsenador. También es considerado uno de los padres de la Constitución colombiana de 1991. La clave, asegura Navarro, fue la voluntad de consenso de las fuerzas políticas.

Por: | Publicado: Lunes 16 de diciembre de 2019 a las 04:00 hrs.
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Que el Congreso colombiano sea bicameral es el resultado de un solo voto. Fue una de las decisiones más disputadas durante la asamblea constituyente que Colombia realizó durante 1991. Uno de sus tres presidentes, Antonio Navarro Wolff, aún recuerda lo difícil que fue llegar a ciertas definiciones, especialmente vinculadas al sistema judicial y el modelo económico.

Pero también recuerda, o más bien, enfatiza (de forma reiterada), el espíritu de colaboración y consenso que marcó a la asamblea.

Elegida en diciembre de 1990, la Asamblea Nacional Constituyente entró en funciones en febrero de 1991 y terminó su trabajo cinco meses después. Sus 70 miembros fueron escogidos por voto popular y Antonio Navarro Wolff, exguerrillero, fue uno de sus tres presidentes. “Nadie sacó mayoría. La Asamblea se dividió más o menos en un tercio conservador, un tercio liberal, y un tercio del partido que surgió tras el acuerdo de paz y que se llamaba Alianza Democrática M19. Eso se reflejó en la presidencia colegiada de tres copresidentes”, relata Navarro. Los otros dos fueron el hoy senador Horacio Serpa Uribe, por el Partido Liberal; y Álvaro Gómez, por el Partido Conservador.

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El proceso constitucional colombiano es uno de los ejemplos más cercanos a Chile, junto con el de Brasil (1988). Pero Navarro, en entrevista desde Bogotá con Diario Financiero, ve una diferencia principal respecto a lo que está viviendo nuestro país.

-Los partidos políticos, el Gobierno, han respondido a la movilización con un acuerdo para una reforma constitucional. A pesar de esto, todavía vemos actos de violencia. ¿Cree que es posible avanzar hacia una reforma de este tipo cuando aún hay violencia?

-El momento colombiano fue un momento distinto, se dio después de un acuerdo de paz con la organización guerrillera M19. Lo de Colombia se dio después de un movimiento ciudadano, pacífico, respaldado por un acuerdo de paz. Esto llevó a la decisión de una Asamblea Constituyente que reemplazara a la Constitución de 1886 (enfatiza la fecha). De modo que tiene en común que hubo un movimiento ciudadano espontáneo, que se sumó a un acuerdo de paz. Pero fue completamente distinto desde el punto de vista de movilización callejera.

-¿Fue importante que hubiera este momento de paz, le dio legitimidad al proceso?

-Claro, eso hizo que hubiera una aceptación ciudadana muy grande al proceso. Pero de manera muy importante, ayudó a que la Asamblea llegara a sesionar sin polarización. La Asamblea se eligió a finales de 1990 y comenzó a sesionar en 1991, y hubo una presidencia colegiada de los partidos que habían sacado más votos. El ambiente dentro de la Asamblea fue realmente constructivo.

-En Chile, aunque todavía no se ha decidido si habrá una reforma, estamos viendo desde ya una polarización entre el oficialismo y la oposición respecto a cómo armar la eventual convención constituyente. ¿Cómo se logró en el caso de Colombia dejar a un lado esta polarización?

-Se debió al ambiente general que se produjo. Todo comenzó como un movimiento estudiantil pacífico. y luego el acuerdo de paz con el M-19, generó un ambiente de concertación, de unidad nacional, que se repitió en la Asamblea.

El ambiente al que se refiere Navarro Wolff es el trauma que dejó en el país una serie de asesinatos políticos, incluyendo el del candidato liberal Luis Carlos Galán, en agosto de 1990. Fue la culminación de una década marcada por la guerra contra Pablo Escobar y los carteles del narcotráfico, las FARC, el ELN, los paramilitares y el propio M19, del cual Navarro llegó a ser el número dos.

De su pasado guerrillero exhibe todavía secuelas físicas. El atentado sufrido en 1985 con una granada de mano le quitó una pierna y causó heridas en el nervio izquierdo de su lengua. Cuatro años después, Navarro fue uno de los principales impulsores del desarme del M19 y de la firma de la paz con el Gobierno. El movimiento guerrillero se convirtió en partido político y Navarro comenzó un ascenso vertiginoso en las preferencias electorales. Desde entonces ha ejercido como alcalde, gobernador, ministro de Salud y senador. También fue uno de los defensores del acuerdo de paz con las FARC. “En estos momentos la Constitución les da todas las garantías, a ellos les digo que la lucha armada no va para ningún lado”.

Hoy integra las filas de Alianza Verde, el partido de la alcaldesa de Bogotá.

“Para 1989 tres candidatos presidenciales habían sido asesinados (desde 1987). Fue uno de los momentos más difíciles de la historia del país. Pero los colombianos hicieron un acto de inteligencia y optaron por la paz”, explica Navarro.

Además del acuerdo de paz y el trauma por la violencia, la Asamblea constitucional colombiana contó con un mandato rotundo de parte de la ciudadanía. El movimiento estudiantil denominado “Séptima Papeleta”, que impulsó un voto informal a favor de una reforma en las elecciones de diputados y gobernadores de marzo 1990, generó tal entusiasmo en la ciudadanía que el gobierno de Virgilio Barco convocó a un referéndum para el 27 de mayo del mismo año, en conjunto con la elección presidencial. Un 96% de los electores votó a favor de reescribir la Constitución.

“Había una actitud de que había que trabajar por la mejor Constitución posible y finalmente los temas que fueron más difíciles de llegar a acuerdo fueron los que resultaron mejor elaborados en la Constitución. Había un espíritu de consenso, de buscar acuerdos. No siempre se conseguía, pero se resolvía en la votación”.

-¿Cuál era el quórum necesario?

-Como era una Asamblea unicameral se votaba primero en comisiones, había 4 o 5, y luego se iba a la plenaria, que debía votar cada decisión dos veces, en dos sesiones distintas, y por mayoría simple.

-¿Cuáles fueron las votaciones más complicadas?

-Lo que se vinculaba con Pablo Escobar y el cartel de Medellín, que llevó a la creación de la Fiscalía General de la Nación. Se introdujeron cambios en el sistema judicial para tener una estructura capaz de enfrentar al cartel de Medellín. Fue muy importante la creación de la Corte Constitucional y la determinación de una carta de derechos muy concreta, y la tutela como garantía del cumplimiento de los derechos.

-¿Por qué no logró sobrevivir ese espíritu de consenso?

-Porque la política al final es una competencia. Es parte de la realidad, de la vida pública, donde no es común encontrar momentos de consenso.

-A raíz de las recientes manifestaciones que ha vivido también Colombia, hay llamados a una reforma constitucional, a una nueva asamblea. ¿Cree que es necesaria?

-Reformas ha habido muchas, demasiadas en mi opinión. Pero la idea de realizar otra Asamblea ha sido rechazada mayoritariamente, porque se considera que la Constitución, en sus contenidos básicos, sigue siendo buena, necesaria y hay que mantenerla.

-Usted ha expresado su respaldo al paro en Colombia. ¿Cuáles son los reclamos?

-Es un fenómeno multicausal. Primero la desigualdad en Colombia. Aquí tenemos una desigualdad, una de las mayores del mundo, mayor que la chilena. Hay una necesidad de mayor igualdad en la educación, en pensiones, los salarios, en el acceso al empleo, en el acceso a salud. Por otro lado, hay rechazo a la falta de cumplimiento de la consulta que se hizo el año pasado. La consulta tuvo muchísimos votos, pero de las siete propuestas sólo una o dos se han implementado. Hay un sentimiento de oposición a esto. Además, hay un tema ambiental. En las protestas hay muchos jóvenes, que demandan una política de protección ambiental más seria. ¿Cómo se va a resolver? Dialogando. Esperando que se abra un diálogo serio.

-Pero muchos de los jóvenes que están protestando no exhiben paciencia para el diálogo. ¿Cree que hay un cambio en la forma de manifestarse, en las perspectivas de inmediatez?

-Sin duda alguna. El paro que hemos visto no tenía antecedentes en Colombia.

-¿Ve conexión con lo que pasa en Chile?

-Creo que sí. El origen de las protestas en Chile es similar al que se ha vivido acá en Colombia, y las políticas que están siendo puestas a debate son similares a las chilenas. Así que creo que hay algún tipo de correlación entre lo que pasa en ambos países.

-Pero hay una diferencia. Aquí demoró la condena a la violencia y en Colombia no. Usted tiene una historia de pasar de la acción violenta a la acción política. ¿Tiene la acción violenta espacio en las sociedades que vivimos ahora para generar cambios?

-Absolutamente no. Ninguna forma de acción violenta. En Colombia nadie está defendiendo una acción violenta, porque aquí vivimos las secuelas de una manera tremenda.

La declaración tiene más fuerza viniendo de Navarro. El M19, del que fue uno de sus líderes, protagonizó hechos históricos, como el robo de la espada de Simón Bolívar; pero también trágicos, como la toma del Palacio de Justicia, en 1985, en la que murió un centenar de personas. Navarro ha pedido perdón por las acciones del M19 y ha lamentado en público no haberse desarmado en 1982. Décadas después sería uno de los principales defensores del acuerdo de paz con las FARC. Ya en 2011, en un acto público, hizo un llamado a las FARC y el ELN para que dejaran las armas: “La Constitución les da todas las garantías (de acción política), a ellos les digo que la lucha armada no va para ningún lado”.

-¿Y qué justificaba antes la acción violenta, al menos en su caso, en Colombia?

-La historia. Porque en Colombia se usó el alzamiento armado muchísimas veces para resolver problemas políticos. Incluso el Partido Liberal, el más grande del país, surgió de un alzamiento armado. Esa fue la historia de Colombia en el siglo XX, cuando se usaba el alzamiento armado si no se encontraban soluciones institucionales. Pero eso se agotó, felizmente”.

¿Qué es lo que busca una Constitución?

Una de las preguntas más básicas, pero prácticamente ausente hasta ahora en el debate público es: ¿Qué es la constitución? En una definición canónica, Samuel Edward Finer (1979) responde: "Las constituciones son códigos de normas que aspiran a regular la asignación de funciones, poderes y deberes entre los diversos organismos y funcionarios del gobierno y a definir las relaciones entre éstos y el público".
Nótese que habla de códigos, en plural. Esto es porque no todos los países tienen un texto concreto, como Chile. Países como Reino Unido o Israel carecen de un documento en específico. En su lugar, se gobiernan dentro del marco creado por un conjunto de leyes consideradas fundamentales. Hay académicos que incluso consideran que en el orden "constitucional" de un país se deben incluir fallos judiciales y otras regulaciones emanadas de los tribunales. En la práctica, sin embargo, se asocia el término Constitución a un documento escrito en concreto, en el que se establece el marco de acción del Estado y sus límites, así como los derechos y deberes fundamentales de quienes forman el Estado.

Un nuevo espacio para el debate

La Constitución como una vía de salida a la crisis. Una reforma constitucional que ayude a terminar con la polarización que se agrava con cada día que la violencia se mantiene en las calles. Esa es la apuesta del gobierno, con respaldo de la mayoría de los partidos políticos. Pero en una muestra de las dificultades que esperan al país en los próximos meses con este proceso, los partidos de Chile Vamos y la oposición tuvieron ya dificultades para llegar a un acuerdo sobre los cambios necesarios para convocar al plebiscito.
La mayor definición, sin embargo, estará a cargo de la ciudadanía. Si la reforma es necesaria o no, es algo que deberán definir los chilenos que, ya sea voluntariamente u obligados por un cambio legal, voten en el plebiscito que se convoque el próximo abril.
Poco a poco parece instalarse la idea de que un triunfo del "No" es -en esta ocasión- el resultado menos deseado. Para algunos, incluso impensable. Eso no significa que no podría darse; y en una democracia saludable, el resultado, cualquiera que sea, debería ser considerado legítimo y respetado.
El proceso que se inició con el "Acuerdo por la paz social y la nueva Constitución" no es fácil. La reforma constitucional puede ser la oportunidad para que el país cierre un capítulo en su historia, y para aunar posiciones en torno a un marco de convivencia más inclusivo y que lleve al desarrollo. Mal conducida, la reforma podría derivar en una polarización política aún mayor, así como en mayor frustración social y el deterioro de la convivencia.
Por eso en Diario Financiero queremos invitarlos a un espacio de debate no partidista sobre la reforma constitucional, y la discusión en torno a los derechos y deberes de los distintos actores. A partir de hoy, y cada lunes, analizaremos en este espacio conceptos, revisaremos experiencias de otros países, conversaremos con actores de procesos de reformas, con académicos y políticos.
Nuestro objetivo no es guiar el voto por una u otra opción. Nuestro objetivo es entregarles a ustedes, nuestros lectores, herramientas para tomar su decisión, y participar de forma informada en el debate, antes y, de ser necesario, también después del plebiscito.

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