Innovación y Startups

Crece el desarrollo de “spin off”, emprendimientos al alero de las universidades, pero falta inversión de riesgo

Algunas casas de estudio como la UC, la UFRO y la UAndes han formado áreas y programas dedicados exclusivamente a fomentar el emprendimiento científico, pero los privados aún guardan ciertos temores a la hora de invertir.

Por: Álvaro Vergara | Publicado: Lunes 19 de abril de 2021 a las 04:00 hrs.
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Las principales universidades del país han visto en las spin off -empresas formadas para la comercialización de tecnologías desarrolladas en sus investigaciones- una vía para generar oportunidades laborales para sus académicos y doctorados y de nuevos ingresos.

Son fuertes en universidades que se dedican a la investigación, con una alta concentración en Santiago y Valparaíso y con polos relevantes en Concepción, Valdivia y Temuco. Entre las universidades que han apostado por este modelo, se cuentan la Universidad Católica (UC), la Universidad de La Frontera (UFRO) y la Universidad de Los Andes (UAndes).

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Franklin Valdebenito, director de Innovación y Transferencia Tecnológica de la UFRO. ANIL SAdAranGANI, director innovación U. de Los Andes. Álvaro OSSA, Director de Transferencia y Desarrollo de la universidad Católica.

Hoy, algunas de estas empresas han comenzado a ver sus primeros frutos tras una década de trabajo. Es el caso de firmas como GeneproDX, de la UC, que creó un test para la detección de cáncer de tiroides, que ha llegado a valorizarse en US$ 40 millones, o Cell for Cells de la Universidad de Los Andes. A diferencia de las startup tradicionales, este tipo de emprendimientos tiene un tiempo de maduración más lento dado que requieren de investigaciones y validaciones científicas.

Una opción laboral

El director de Innovación y Transferencia Tecnológica de la UFRO, Franklin Valdebenito, señala que los spin off abren un campo laboral para los para que los investigadores doctorados emprendan y generen empleo.

“Por eso es importante crear una comunidad de aprendizaje asociada a emprendimiento, acercamientos tempranos con la industria y validaciones de las investigaciones que orienten a los futuros científicos hacia la investigación aplicada”, afirma Valdebenito.

En esa línea, en la UFRO crearon el programa Trampolin Lab, que busca potenciar e impulsar iniciativas científicas lideradas por estudiantes de pre y posgrado que tengan potencial comercial y que hayan surgido de investigaciones hechas al interior de la universidad.

A la fecha se han creado 15 emprendimientos en la UFRO, entre ellos, Biolution, spin off de biotecnología que se dedica a trabajar con hongos para la degradación de pesticidas en el suelo.

Mismo caso en la UAndes, donde trabajan en innovación y emprendimiento hace siete años. “Vimos que había buenas ideas, pero muchas dificultades para pasar de las publicaciones académicas a fases productivas y de escalamiento en el mercado”, cuenta Anil Sadarangani, director de Innovación en la UAndes.

Señala que el proceso requiere de un cambio cultural, y hacer ver a los académicos que hay ciertas oportunidades en llevar las investigaciones hacia un lado “más empresarial o de negocios”, y que no es algo “negativo”.

Actualmente la UAndes cuenta con cinco spin off, y han ayudado a levantar alrededor de US$ 10 millones de capital privado.

Algunas universidades, como la UC, han generado incentivos para que alumnos e investigadores se acerquen al emprendimiento, reconociendo este tipo de actividades dentro de la carrera académica y entregando financiamiento cuando se logra transferir una tecnología.

El director de Transferencia y Desarrollo de la UC, Álvaro Ossa, comenta que en un comienzo, todas las spin off estaban ligadas a la Escuela de Ingeniería, porque era donde más se fomentaba la innovación. Pero con el correr del tiempo la universidad adoptó una estrategia para diversificar las áreas del saber vinculadas a la innovación basada en ciencia, incorporando cursos de innovación, transferencia tecnológica y emprendimiento en las mallas académicas de pre y posgrado de las carreras de física y medicina, a fin de poder formar más capital humano avanzado y generar más emprendimientos. A la fecha, esta casa de estudios ha creado 28 spin off.

“También se ha visto un impulso estatal en los últimos años, con la creación de fondos de inversión de riesgo donde por cada $1 privado, el sector público pone $2 o $3. Estas instancias han tenido proliferación porque efectivamente hay mucho más emprendimientos surgiendo de las universidades e incubadoras”, acota Ossa.

Falta inversión de riesgo

Ossa cree que en la próxima década se verán más spin off exitosas con productos en el mercado y levantando capital extranjero. “Eso va a permitir además mover a los fondos de capital de riesgo, que hoy siguen con ciertos temores para invertir”.

Sarangani señala que los inversionistas hoy no están arriengando tanto, dado que la mayoría están apalancados por Corfo y otras instancias públicas “que son grandes responsables del crecimiento que se logrado en esta materia”, dice.

Añade que las mismas empresas deberían atreverse a apostar por innovaciones que salen de las universidades, pero aclara que “no se pueden sumar en etapas muy tempranas”, porque hay que ser estrictos con el riesgo científico. Plantea que previamente hay que validar el desarrollo científico con patentes, compromiso del investigador y asegurar que la ciencia cumple los estándares de la industria.

“Una vez pasado ese filtro, nos podemos acercar a los inversionistas para que entren a compartir el riesgo tecnológico, como las pérdidas financieras causadas por fallas de la tecnología”, plantea Sadarangani.

Para eso, la Dirección de Innovación de la UAndes adoptó un modelo de incubadora-aceleradora, donde invitan a los inversionistas al laboratorio de la universidad para que vean e interactúen con los desarrollos científicos. “Esto nos ha abierto las puertas para conseguir financiamiento”, dice.

Para Ossa lo que falta es seguir invirtiendo en ciencia, que es la base de estos emprendimientos, y luego, “que las universidades pongamos más incentivos a los investigadores que se involucren en emprendimientos”.

Y un tercer desafío es que el sector privado “avance en valorar y ocupar la Ley de I+D (Investigación y Desarrollo) para que financien más emprendimientos científicos, y que los fondos de riesgo realmente se arriesguen a invertir en empresas de alto riesgo como son las de investigación”, afirma Valdebenito.

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