Sostenibilidad

Empresa chilena que produce alimento para animales a partir de moscas aterriza en EEUU

Food for the Future elabora harinas de alto contenido proteico para salmones, aves y mascotas con larvas de mosca procesadas y alimentadas con residuos orgánicos.

Por: Rocío Vargas Suárez | Publicado: Martes 18 de agosto de 2020 a las 04:00 hrs.
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Al centro, Cristián Emhart, co fundador y CEO de F4F junto Felipe Mayol y Rocío Delgado de F4F.
Al centro, Cristián Emhart, co fundador y CEO de F4F junto Felipe Mayol y Rocío Delgado de F4F.

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Luego de trabajar casi cinco años en temas de sustentabilidad con grandes cadenas multinacionales, el ingeniero civil industrial de la Universidad Católica, Cristián Emhart, dice que notó más de cerca la relevancia del impacto ambiental que genera la producción de alimentos.

Con esto en cuenta, y tras investigar en torno a cómo desarrollar alimentos de una manera más amigable con el medio ambiente, hace cinco años, junto al ingeniero comercial de la Universidad de Chile, Alejandro Tocigl, dieron vida a Food for the Future (F4F), empresa que genera harinas de alto contenido proteico para salmones, aves y mascotas, a partir del procesamiento de larvas de mosca soldado negro (Hermetia illucens), alimentadas con residuos orgánicos, y que este año aterrizará en el mercado estadounidense.

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Alejandro Tocigl, Co fundador de F4F.

“Vi en algunas investigaciones cómo se estaban empezando a usar los insectos como fuente de proteína y me hizo sentido inmediatamente. La pesca con mosca existe porque los peces comen moscas y lo mismo las gallinas, pero con larvas y gusanos”, explica el cofundador y CEO de F4F, Cristián Emhart.

Añade que fue Alejandro Tocigl, creador de un test para el diagnóstico precoz del cáncer de estómago, en 2013, quien le comentó sobre el potencial de la mosca soldado negro -presente en Chile- frente a la generación de proteínas convencionales, como la harina de pescado y la de soya.

Emhart dice que “cuando Alejandro llegó con lo de esta mosca, todo me hizo click”, debido a los desafíos que como emprendimiento quería enfrentar. Entre ellos, el agotamiento de recursos naturales -tanto marinos, como terrestres, estos últimos vinculados a la deforestación para la producción de soya-, la gran cantidad de residuos orgánicos que se pierden, la necesidad de aumentar la producción de alimentos y el impacto negativo en el medio ambiente de las proteínas tradicionales en un contexto de cambio climático, dice.

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Mosca soldado negro.

El proceso de producción de la harina se divide en tres etapas: la la recepción de residuos orgánicos, los cuales pasan por molienda, homogenización y estabilización y se transforman en una “especie de puré” para alimentar a las larvas. Luego, está el cultivo de moscas, que contempla su reproducción, dando paso a pequeñas larvas y a su posterior proceso de engorda. Y como tercera etapa, estas larvas ya maduras son cosechadas y procesadas para ser convertidas en harina.

En detalle, un kilo de larvas se come 25 mil kilos de residuos orgánicos en diez días, y los transforma en 1.700 kilos de harina de insecto, dice Emhart. “Esto se traduce en siete toneladas de peces que dejamos en el mar, además de evitar la emisión de metano al medio ambiente (por los residuos orgánicos que se utilizan), lo cual tiene un efecto negativo a nivel global en relación al cambio climático”.

Expansión

La innovación sustentable por medio de la valorización ha recibido aportes públicos y privados, del total, cerca del 25% proviene de Corfo.

La harina de proteínas de mosca captó el interés de empresas salmoneras en Chile y tiendas de mascotas, donde el producto se vende como alimento para erizos de tierra, peces de acuario y tortugas, entre otros. Pero, también llamó la atención del mercado extranjero.

F4F aterrizará en Estados Unidos entre octubre y noviembre de este año y ya se encuentra en conversaciones en Latinoamérica, con países como Colombia, Ecuador y Perú, además de algunas naciones europeas.

Más producción

Para abordar esta mayor demanda, en marzo iniciaron una ronda de levantamiento de capital de US$ 3 millones a US$ 4 millones, la que esperan cerrar a mediados de octubre próximo. Estos recursos le permitirán pasar de una producción de entre 10 y 20 toneladas mensuales de harina de moscas a 150 toneladas al mes en los próximos dos a tres años.

La producción la realizarán en la nueva planta industrial ubicada en Talca, en la Región del Maule. La instalación, que demandó una inversión de US$ 1 millón, comenzó sus operaciones en enero de este año, luego de que la empresa “cumpliera un ciclo” con su planta piloto, construida en 2016 en Puerto Montt.

El mercado chileno no se queda atrás. Emhart sostiene que desarrollar la firma en Chile “es muy conveniente”. “Tenemos la gran oportunidad de tener todos los residuos orgánicos de la agroindustria y también, contar con la salmonicultura como el segundo mayor productor del mundo”.

La producción con insectos “es un tema que se viene”, dice, asegurando que “cada vez hay más inversionistas que quieren proyectos con sentido, y también empresas que están haciendo esfuerzos” hacia la sustentabilidad.

Afirma que existe una “enorme cantidad de residuos orgánicos que contaminan a través del metano”, y, por otro lado, las dos principales industrias para la producción de proteínas, que son el pescado y la soya, tienen sus respectivos sistemas bien colapsados.

“Fundamos la empresa por la causa ambiental, y aunque creemos que no hay bala de plata para todos los desafíos que tenemos en este tema a nivel planetario, nos enamoramos de la mosca soldado negro que creemos aporta a todos estos desafíos”, asegura Emhart.

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