En la cocina

Arturo Zúñiga: “Si puedo ser un aporte en el Congreso, voy a estar disponible”

Tras su renuncia al ministerio de Salud, el exsubsecretario de Redes Asistenciales habla de su salida, de su relación con Mañalich, su interés por el Parlamento y de asados. “Sebastián Piñera es el mejor Presidente que pudiésemos haber tenido para esta pandemia”, dice.

Por: Mateo Navas | Publicado: Domingo 8 de noviembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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Es jueves 5 de noviembre, el reloj marca las 14:00 y Arturo Zúñiga Jory (37) lleva menos de 48 horas fuera del ministerio de Salud al momento de esta entrevista. El cielo está despejado y el ahora exsubsecretario de Redes Asistenciales viste distinto al habitual traje que usó por más un año en las oficinas del Minsal: lleva shorts, camisa arremangada y zapatillas.

Las brasas ya están calientes y los primeros ingredientes están a disposición de la parrilla. “Tuve que adelantarme y poner los pollos y la malaya porque mis hijos me iban a matar”, se excusa desde el jardín de su casa.

El martes de la semana pasada, Arturo Zúñiga le escribió un WhatsApp al Presidente Sebastián Piñera pidiéndole una reunión. “Le dije que quería renunciar”, menciona el ingeniero comercial de la UC, casado, con cuatro hijos. “Ya se lo habían anticipado, porque lo había hablado con el ministro Jaime Bellolio”, aclara. Baja la mirada hacia la parrilla, inspecciona los ingredientes, da vuelta algunos y sigue.

“El Presidente me preguntó si es que era el momento adecuado para salir. Le di mis razones y entendió. Y me agradeció por el trabajo”, cuenta.

Zúñiga le explicó que para él se cumplió un ciclo, que está evaluando una candidatura al Congreso y que necesitaba volver a su casa.

—Hay quienes dicen que te pidieron la renuncia.

—Es falso. Hablé con el ministro Paris y el Presidente hace ocho días. Les pedí que, como estaban bajando los casos, era el minuto adecuado para salir.

Chequea el calor del carbón. Es momento de sacar los pollos.

El esperado abrazo

Arturo Zúñiga dice que no tiene un gurú asadero, pero sí menciona a su padre y abuelo. “Somos de comer carne, de mucha parrilla. Los almuerzos son largos, conversados y eso reúne a la familia”, afirma. De todas formas, cuenta que dejó de lado la cocina a las brasas durante el año: es, afirma, de los primeros asados que hace desde que estalló la pandemia. También retomó su trabajo en la casa, y ha vuelto a llevar a sus hijos al colegio. “No lo hacía desde el 18 de octubre del año pasado”, cuenta. Y añade: “El día que llegué del Minsal salieron a abrazarme como si no me hubieran visto en meses”.

La jornada era de lunes a lunes, afirma. El exsubsecretario debía liderar las redes de salud a lo largo del país, las cuales se vieron sobrepasadas. Vivió in situ cómo los hospitales enfrentaron el dilema de la última cama, la angustia que provocaron las muertes y la falta de ventiladores mecánicos. Todo eso, dice, hizo que más de una noche la pasara en vela. Pese a los inconvenientes y críticas, se le escucha conforme con su gestión. “Tenemos muchos hospitales nuevos. Faltan más, pero se ha avanzado”, cuenta.

—Pero han muerto 14 mil personas...

— Sí, pero no se fueron sin atención. Y eso es primordial. El haber tenido dos meses más que Italia y España nos permitió prepararnos. Si no, lo más probable nos hubiera pasado lo mismo que a ellos. Que la gente moría, pero sin la posibilidad de atención.

—¿Cómo describirías el liderazgo del Presidente durante la pandemia?

—Sebastián Piñera es el mejor Presidente que pudiésemos haber tenido para esta pandemia. Tal como ocurrió con el terremoto y el rescate a los mineros. Y esa es la forma en que sale el mejor Presidente, cuando hay una misión específica.

—¿No sientes que abandonas al ministerio de Salud?

— No. El trabajo no depende de una sola persona. Sino que de los 360 mil trabajadores. La gente no se imagina el nivel de detalle con el que se trabajó. Mi salida no va a perjudicar nada. Llegó Alberto (Dougnac), que es un lujo de subsecretario.

Parlamentario UDI

Confiesa que está disponible para un posible cargo de elección popular. Y tiene claro que hay que cambiar el tono de la discusión legislativa. “Hoy a los parlamentarios les falta diálogo. Es un diálogo de sordos. Y las consecuencias las paga la ciudadanía. Por eso me gustaría poder ser un aporte”, cuenta.

El exsubsecretario se da vuelta, toma un corte de carne, y lo pone sobre la rejilla de la parrilla. Advierte que es una punta de ganso y que hay que hacerla a fuego lento. Le hecha una capa de sal gruesa. “Yo siempre pongo la sal antes”, advierte.

El primero que le planteó ser parlamentario fue Javier Macaya, diputado de la UDI y amigo de Zúñiga. Fue ahí cuando pensó en la posibilidad. Sin embargo, matiza: “Es algo que yo conozco de lejos. No tengo idea del horario, de los distritos. Me va a tocar de aquí a tres semanas pensarlo bien, saber de qué se trata. Si puedo ser un aporte desde el Congreso obviamente voy a estar disponible”.

—¿Bajo qué partido?

—La UDI.

—¿Por qué?

—Porque ahí tengo a gente cercana. Me siento mucho más cómodo.

—¿Cuál es tu análisis de la acusación constitucional del ex ministro Víctor Pérez?

—Toda la ciudadanía se da cuenta de que es una tontera política. Sacar a un ministro del Interior con tres meses en el cargo es un ataque más al gobierno para no dejarlo cumplir su programa. Y esa no es la forma en que uno hace política dentro del Congreso.

“Los dos”

La relación entre Jaime Mañalich y Arturo Zúñiga se ha cocinado a fuego lento a lo largo de los últimos años. El exsubsecretario fue su jefe de gabinete durante el primer gobierno de Sebastián Piñera y cuando el 11 de julio de 2019 Luis Castillo renunció a Redes Asistenciales, Mañalich llevaba recién un mes en el cargo. Ahí no lo dudó: llamó a Zúñiga, entonces gerente comercial de la Clínica Los Andes. El ingeniero asumió el mismo día.

Zúñiga cuenta que Mañalich se caracteriza por su exigencia. “Nada puede ser un nueve, sino que tiene que ser un diez. Y uno trata de actuar a nivel 10 todo el rato”, asegura.

—¿Cómo viviste la acusación constitucional contra el exministro Mañalich?

—Eso es lo que no quiere la gente. La política completa está mal evaluada por la ciudadanía, pero la peor área es el Congreso, porque no se están dedicando a lo que la gente les pide, que es tramitar leyes para mejorar su vida. Se enfocan en estos juegos políticos, de pelearse, de insultarse, de hacer espectáculos.

—¿Con quién te quedas? ¿Jaime Mañalich o Enrique Paris?

—Con los dos.

—Esa es una respuesta de político.

—Sí, es una respuesta de político. Uno va aprendiendo.

La carne lleva cerca de 40 minutos con el calor del carbón y Arturo Zúñiga decide darla vuelta. “Miren como está quedando”, advierte.

Y retoma: “Con Jaime Mañalich vengo trabajando desde 2011”. Y agrega: “(No cualquiera) tiene esa autoridad, ese conocimiento, esas competencias para tomar una determinación muy temprana en la pandemia”.

—¿Y el ministro Paris?

—Llegó en el momento adecuado, cuando teníamos el peak de casos. Y logró transmitir algo que no habíamos logrado antes: un mensaje de riesgo, de que estábamos en una pandemia. Él tiene una llegada con la gente que a mí no me había tocado verla. He caminado con él en el Paseo Ahumada, donde cualquier político saldría escupido y a Enrique Paris lo aplauden, lo saludan y le piden foto.

El robot

En un mueble del living de la casa del exsubsecretario hay quince mascarillas de todos los colores. Están cuidadosamente dobladas. “Son de muchos de los hospitales a lo largo del país”, cuenta. La mayoría se nota que están usadas. Representan las diversas visitas que realizó a los recintos de salud en su gestión. Las empieza a enumerar una por una.

Esas mascarillas también representan sus apariciones frente a las cámaras. Al principio de la crisis sanitaria se notaba tenso, tenía la mirada fija y el cuerpo rígido. Cuando le tocaba hablar no podía esconder su incomodidad. “Mi primera aparición en prensa fue en el hospital Exequiel González Cortés, decretando una alerta sanitaria por el virus sincicial. Apenas me salía la voz. Eso se va fortaleciendo”, asegura.

—¿Existió un desgaste por estar tanto tiempo frente a las cámaras?

—Obviamente. Hablar desde La Moneda es otra sensación. No te puedes equivocar. Cuando uno habla ahí está haciéndolo en nombre del gobierno de Chile y en ese sentido sí hay una carga especial. Uno ve que le decían el robot. Pero después uno va soltándose.

—¿Hay alguna autocrítica?

—Nosotros hemos corregido varias cosas. En un primer momento nos centramos mucho en los ventiladores mecánicos y después vimos que tenían muy buenos resultados los equipos de oxigenoterapia de alto flujo. También otra crítica es el manejo comunicacional. En un comienzo fue muy al choque. Y no convenció el que sumáramos a todos. Eso se corrigió con la llegada del ministro Paris.

—¿Y la investigación de la Fiscalía con respecto a los correos?

—Hay un alcalde que es comunista y precandidato presidencial y ocupa una querella para un fin electoral.

Zúñiga asegura que el ministerio de Salud “no tiene nada que esconder” y que un sistema que “funciona a la perfección en la pandemia es muy difícil”. Afirma, además, que el sistema “en un comienzo se hizo con una metodología y en la medida que teníamos más información se fue perfeccionando”.

Toma una pinza y revisa con cautela su preparación. Baja la rejilla. “Faltan cinco minutos”, dice.

La política y el fútbol

El mayor error de estar tan ausente, bromea, es que su hijo de 2 años se hizo fan de la Católica. Eso sí, Zúñiga, hincha de la “U”, está seguro que va a revertir la situación. “Pero mientras le guste el fútbol no hay problema, esto nos permite sentarnos a ver un partido, independiente del equipo”.

—Es cómo la política...

—Sí, uno trata de convencerlos. Pero con respeto, no hay que sacar pica.

—¿Y la oposición sacó pica en algún momento?

—Hubo críticas que uno acepta, porque son críticas constructivas, pero hubo otras que fueron políticas y con el único ánimo de destruir. Eso es lo que hace mal.

Confiesa que ahora que no está en el ministerio de Salud puede hablar de política contingente. “Estuve callado mucho tiempo”, dice.

Chequea la carne, evalúa el dorado y la costra que se formó encima de la punta de ganso. También mueve los vegetales: champiñones, tomates y pimentones. Levanta la cabeza y dice: “Obviamente uno como subsecretario no se puede desenfocar. Menos en una pandemia. Es muy difícil hablar sobre dos frentes y llegar con el mensaje claro. Es por eso que cuando fui subsecretario fui muy estricto en no opinar de temas electorales”.

Sin embargo, ahora que ya no está en el Minsal y que piensa en un cargo de elección popular, está lanzando comentarios que hasta ahora, tenía guardados. “Hay una estrategia de atacar al gobierno y no dejarlo avanzar. Ellos (oposición) creen que de esa forma van a poder ser gobierno de nuevo. Y yo creo que están profundamente equivocados. Hoy no hay ningún candidato de la ex concertación que sea competitivo. Por lo tanto están cayendo en el juego del Partido Comunista”, señala.

El exsubsecretario de Redes Asistenciales se acuerda de la carne. Ya habían pasado los cinco minutos. La saca de la parrilla, la deja reposar y pocos minutos después, la corta. Rojo intenso. “¿Vamos a comer?”, pregunta. 

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