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El investigador que midió el impacto de la campaña de Trump en los contagios de Covid

Lo tuiteó Joe Biden, lo mencionó Barack Obama, lo publicó el New York Times y Politico.com: 18 rallies de la campaña de Donald Trump habrían provocado 30 mil casos de coronavirus. En el equipo que investigó esta relación y que dio de que hablar esta semana, hay un chileno, Sebastián Otero. Esta es su historia.

Por: Nicolás Durante | Publicado: Viernes 6 de noviembre de 2020 a las 21:40 hrs.
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“Las comunidades en las que se llevaron a cabo los mítines de Trump pagaron un alto precio en términos de enfermedad y muerte (....) Llegamos a la conclusión de que estos dieciocho mítines finalmente resultaron en más de 30.000 casos confirmados de COVID-19”.

Esa es la conclusión a la que llegó un paper del departamento de Economía de la Universidad de Stanford. El intrincado análisis estadístico de actos de campaña de Trump, y firmado por el reconocido profesor Doug Bernheim, apuntó a que aplicando las tasas de muerte posteriores al evento específicas del condado, “llegamos a la conclusión de que las manifestaciones probablemente provocaron más de 700 muertes, no necesariamente entre los asistentes”.

Aunque el primer paper apareció en una publicación académica este lunes, rápidamente se hizo viral: lo citó el New York Times, CNBC, Politico. com. Y más tarde sería el propio Joe Biden en su tuiter personal el que lo compartiría y hasta Barack Obama lo mencionó en un acto de campaña.

El paper de 15 páginas, y que por estos días está recibiendo comentarios de otros investigadores para luego publicar la versión final en una prestigiosa revista científica, fue escrito por un equipo de cuatro personas. Liderado por el profesor Bernheim, Nina Buchmann Zach Freitas-Groff y el chileno Sebastián Otero.        

Desde Palo Alto, California, donde vive hace casi seis años, Otero cuenta que el jefe del Departamento de Economía tuvo la idea de estudiar los efectos de las reuniones de grandes aglomeraciones en la propagación de COVID. “Su idea era aportar desde la economía en un debate que creemos es súper importante. Como es natural en cualquier proyecto de investigación, el investigador principal recluta a su equipo de acuerdo a intereses de investigación en común y en la complementariedad de habilidades. Doug reclutó a Nina, una de sus estudiantes, y juntos me reclutaron a mí”, dice.

Iluminado por dos Nobel

Ingeniero comercial con mención en Economía de la Universidad Católica de Chile cuenta que hizo su magíster de Economía en la misma universidad, y su profesor guía de tesis fue Tomás Rau, quien es el actual director del Instituto de Economía y “ha sido un gran referente en mi vida académica. Mi tesis fue una evaluación de la ley de tolerancia cero en Chile”, recuerda.

Cuando egresó en 2013, trabajó en JPAL por dos años, un centro de investigación académica que emplea la metodología experimental de las ciencias naturales y lo aplica a problemas sociales, cuyos referentes Esther Duflo y Abhijit Banerjee, ganaron el nobel de Economía el año pasado.

Antes de ingresar al doctorado en Economía en Stanford en 2015, vivió un par de meses en República Dominicana, diseñando, implementando y evaluando proyectos de investigación con el Ministerio de Educación y con Christopher Neilson, un economista chileno que actualmente es profesor de Economía en Princeton.

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Pero volviendo al estudio de Trump, Otero cuenta cómo llegaron a esa conclusión.

Primero, se concentraron en 18 rallies de la campaña de Trump entre junio y septiembre de 2020. Para cada uno de esos eventos primero identificaron un grupo de condados ‘comparables’ al condado donde se celebró el rally, de acuerdo a características demográficas y a la trayectoria de casos de COVID-19 antes del acto.

Luego, tomaron esos condados comparables y utilizaron un modelo estadístico para predecir las tasas de Covid en las fechas después del evento de campaña.

“Utilizamos esa relación para pronosticar los casos de Covid en el condado en el que tuvo lugar el rally, y comparamos el pronóstico con el resultado real. Tomando el promedio entre todos los eventos, encontramos un aumento de más de 250 casos por cada 100.000 residentes. Extrapolando de acuerdo a la población total, y a tasas de mortalidad específicas de cada condado, concluimos que los rallies resultaron en más de 30.000 casos confirmados de COVID y en más de 700 muertos”.

Pero para probar la validez de su método, llevaron a cabo el mismo análisis pero 10 semanas antes de que ocurriera el rally. “La idea es que antes del rally nuestro modelo no debería encontrar ningún efecto en estos condados. Tal como debería ser, este ejercicio de falsificación no encontró ningún efecto en casos de covid”, explica Otero.

- ¿Por qué no hicieron lo mismo con los rallies de Biden?

- Hicimos esto por dos motivos. Primero, de acuerdo a los datos reportados por la prensa, los rallies de Biden fueron mucho menos masivos. Segundo, los rallies de Biden tomaron medidas estrictas para limitar la propagación del Covid-19. Por ejemplo, muchos fueron ‘car-rallies’ donde los asistentes permanecían dentro de sus propios autos.

Dado que existe mucho ruido y variación estadística propia de la evolución de las tasas Covid, medir los rallies de Biden no iba a ser muy informativo para la pregunta de investigación en la que estábamos interesados. También vale la pena mencionar que hubo bastante evidencia anecdótica sugiriendo que hubo aumentos sistemáticos en los casos de Covid-19 en los lugares donde Trump celebró sus rallies en las semanas después de los eventos”.

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La semana del recuento

Actualmente, Sebastián vive con Anna, su pareja inglesa en Palo Alto, California, pero tiene proyectos de investigación en República Dominicana, Chile, Perú y Brasil.

Veo los proyectos de investigación como pequeños emprendimientos, por lo que me encanta trabajar en equipo. En general, todo nace como una idea de interés para la política pública. El segundo paso es pensar en qué datos existen, y convencer a quien tenga los datos de que tiene mucho valor el darles uso. Lo siguiente es articular un trabajo académico que tenga un alcance más amplio y que sea interesante para la comunidad académica".

Y agrega: Trabajo mucho con Nano Barahona, otro chileno en el doctorado. Como anécdota, mi hermano gemelo, Cristóbal, también estudia un doctorado en Economía en UC Berkeley, por lo que seguimos viviendo relativamente cerca y tenemos un proyecto juntos”, cuenta.

Su familia vive en Chile y viaja con frecuencia a visitarlos y ellos también van a ver a los hermanos Otero. Eso sí, producto del Covid, desde enero que no viene a Chile.

Sobre lo que quiere hacer en el corto y mediano plazo, dice que espera continuar su trabajo académico en Estados Unidos o Europa. “Me gusta la política, pero desde lejos. La valoro. Alguien tiene que cumplir ese rol, pero la pelea chica me genera mucha frustración”, dice. Para el pasado 25 de octubre, pasó varias horas esperando votar para el plebiscito en San Francisco.

Y a diferencia de lo rápido que fue el conteo de votos en Chile, en EE.UU. esta semana se han vivido momentos de alta ansiedad por saber si Trump sigue o se va. “He estado pegado a la tele viendo resultados. Tengo amigos de Washington que compraron víveres para dos semanas por si hay disturbios después de los resultados. Igual un poco exagerado”, dice al otro lado del Zoom.

Otro de los estudios en los que está enfocado Otero es en medir el impacto de la ley de etiquetado nutricional de Chile tanto en el consumo de productos con sello, como en la oferta de los mismos. A este proyecto llegó invitado por Nano Barahona. y hace dos semanas publicaron el primer paper con las conclusiones.

Primero, mostraron que los consumidores sustituyeron productos etiquetados por productos no etiquetados. “Descubrimos que después de que se implementó la política, las compras de los consumidores de productos etiquetados se redujeron en un 26% en relación con los no etiquetados”, se lee en el paper.

En segundo lugar, presentaron evidencia que sugiere que la disminución en la demanda de productos etiquetados es impulsada principalmente por actualizaciones en las creencias de los consumidores. Es decir, si alguien ya sabía que un chocolate es alto en azúcar, con sello o sin sello no lo va a dejar de consumir. Pero el caso de, por ejemplo, los cereales, donde Otero y Barahona hicieron zoom, un sello sí influye en la decisión de consumo.

“Los productos que los consumidores anteriormente creían que eran bajos en azúcar y calorías pero que recibían una etiqueta de advertencia en la parte delantera de la política de etiquetas de empaque experimentaron una disminución persistente del 40% en la demanda en relación con los productos no etiquetados”, apuntan.

En tercer lugar mostraron que los proveedores respondieron a la regulación reformulando sus productos y cambiando los precios.

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