Lecciones de Vida

Pepe Auth: “Tú preguntas por el futuro y un grupo de diputados te dice ‘el futuro no importa, importa el presente”

El diputado PPD se refiere a sus convicciones y la actuación de su colega Pamela Jiles en el debate del 10% de las AFP. "Uno siempre siente temor del bullying, pero a mí eso no me hace cambiar", cuenta.

Por: María José Gutiérrez | Publicado: Domingo 15 de noviembre de 2020 a las 04:00 hrs.
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Nunca he tenido voto de rebaño. No voto jamás contra mis convicciones. Muchos políticos lo hacen y el caso del 10% es una demostración palmaria. Hay una situación de pánico generalizado de que el tsunami electoral que se expresó el 25 de octubre se mantenga y barra con la elite parlamentaria.

Y yo diría que hay demasiados en el sálvese quien pueda. Entonces las convicciones se van debilitando al máximo. Llega incluso a personas que, en general, se comportan de manera extremadamente ideológica, casi fanática, que al final de cuentas dejan botados sus principios y doctrina. No hay otra explicación que la ola del inmediatismo, la instalación del punk.

Tú preguntas por el futuro y un grupo de diputados te dice derechamente “el futuro no importa, lo que importa es el presente”. Son impulsados por el grupo que vía redes atemoriza a los otros, o los santifica. Porque en este caso Pamela Jiles -que fue la líder del 10%- aplica palos para el que se desvía y zanahorias para el que se le suma. Y claro, para un diputado con pocas redes y poca presencia mediática, de pronto un tuit con llegada a 400 mil seguidores es como el maná.

Uno siempre siente temor del bullying, pero a mí eso no me hace cambiar, porque el peor de los bullying es el que se hace a uno mismo cuando uno vota en contra de sus convicciones.

Estamos viviendo un momento de crisis y no coincido con aquellos que tienen de chivo expiatorio a los parlamentarios. Yo no creo que esta sea la peor generación de políticos. Al revés. Lo que sí es claro para mí es que estamos al fin de un ciclo. Yo creo que los representantes populares están viviendo una crisis personal producto de una crisis de representación: nunca antes el representante había sentido tanto desprecio y rechazo ciudadano. Nunca había sido tan difícil para un hijo de político decir en una fiesta que su papá o mamá es senador o diputado.

Yo era más feliz cuando el rol de diputados era mejor valorado, por supuesto, aunque cuando asumí en 2010 ya estábamos en la fase decadente. Esta última fase ha sido de mucha polarización y en consecuencia he pasado a ser para muchos un objeto de agresión, de críticas. Y toda esa simpatía, esa posibilidad de ir al estadio con tranquilidad a ver los partidos de la Roja en galería, no existe hoy. No soy tonto, ni tampoco expongo a mis amigos o hijos que a cualquiera te pueda agredir o empezar a gritar. Eso es algo con que uno vive, que antes era excepcionalísimo y hoy, como los retiros, pasa a ser una cuestión habitual.

De la política del día a día me salí hace 4 años cuando renuncié al PPD. Nunca me he arrepentido. Eso sí, siempre tuve la misma independencia de juicio incluso siendo presidente del partido. Pero obviamente fue doloroso romper con una cultura, con amigos. Es como cuando uno se separa: no reniega de lo que vivió con alguien pero se le abren muchas otras perspectivas.

El momento político más duro del punto de vista de impacto fue la votación para salvar la figura presidencial en la acusación constitucional en contra de Piñera, porque obviamente yo no soy partidario suyo y las cosas se plantearon como que los partidarios tenían que defenderlo y los opositores políticos tenían que tumbarlo. Ahí sacrifiqué todo mi capital político y voté en contra. Aunque hubiera sido expulsado de mis amistades más cercanas lo habría hecho igual porque estaba en juego un valor demasiado importante de la República, que es que aquí los presidentes terminan sus mandatos.

Cuando estoy en Valparaíso estoy sin sombrero. Partí usándolos hace muchos años porque tengo una piel extremadamente sensible al sol. Cuando fui a candidato por primera vez en 2009 decidí ponérmelo en las fotos. Al poco andar pasó a ser una especie de logo de campaña. Por eso para otra campaña compré sombreros chinos para repartir. Los que uso son de fibras naturales, los compro en una tienda en Bellavista que me los hace a medida. Tengo por lo menos 10.

No puedo ir a la reelección, pero eso lo decidí antes de que se aprobara la ley que lo prohíbe. Cuando se acabe mi tercer período, en marzo de 2022, tendré 65 años. Si fuera, por ejemplo, candidato al Senado, son 8 años más, lo que significa terminar tu vida útil aquí. Y no es lo que quiero. Seguramente cuando deje el Parlamento voy a reabrir mi consultora de estrategias de comunicación en vínculo con lectura y análisis de encuestas; voy a reforzar mi presencia en medios de comunicación con un programa propio en alguna radio y espero escribir.

Para las presidenciales me encantaría que surgiera una opción de centroizquierda que articulara de manera adecuada la necesidad de cambios con la necesidad de gobernabilidad. Con Jadue tengo en común la simpatía con la causa palestina y tengo una buena evaluación de su gestión como alcalde. Pero tengo mala opinión de la manera como se aproxima a la política y a la construcción de mayorías. Y por lo tanto necesita cambiar mucho de actitud para conquistar mi voto. 

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