Punto de partida

Letra libre: La plataforma que enseña a leer y escribir

“Cumplir el sueño de que ningún niño se quede sin leer en Chile”. Así define Guillermo Tagle, uno de los fundadores de Letra libre, el propósito de esta plataforma que convoca y capacita voluntarios para que apoyen el aprendizaje lectoescritor. Una idea nacida en pandemia pero que promete una larga vida y que al cierre de esta edición sumaba 2.300 voluntarios inscritos.

Por: Sofía García-Huidobro | Publicado: Domingo 4 de abril de 2021 a las 04:00 hrs.
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En la foto Guillermo Tagle.
En la foto Guillermo Tagle.

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“A quien lea esta carta” se tituló la misiva publicada en Cartas al Director de El Mercurio el domingo 28 de marzo. El texto firmado por Gabriela Miranda, María Jesús Valenzuela y Guillermo Tagle tenía el propósito de conseguir voluntarios que enseñen a leer y escribir a niños de primero básico, dedicándoles una hora y media semanal de su tiempo.

Ciertamente logró captar la atención de los lectores, que además viralizaron el mensaje a través de las redes sociales. En las primeras 48 horas de publicada la carta, más de 900 personas completaron el formulario para inscribirse como tutores en la plataforma www.letralibre.cl. Al cierre de esta edición suman 2.300 voluntarios inscritos, de los cuales 638 están listos para comenzar con las clases particulares en abril y otros 600 tienen entrevistas ya agendadas con alguno de los coordinadores del programa. Los 1.000 restantes aún esperan un cupo de entrevista.

Letra libre es un proyecto que surgió en pandemia como iniciativa de un grupo de amigos que quisieron aportar de alguna manera a la compleja situación social. Guillermo Tagle (29) es uno de sus fundadores; el agrónomo y MBA egresó de la Universidad Católica y se quedó trabajando tres años en Pastoral UC, donde le tocó participar de distintos proyectos sociales. Actualmente se desempeña en el Ministerio Secretaría General de la Presidencia, a cargo de la Unidad de regiones.

En su tiempo extra laboral, es decir pasadas las 19:00 horas y fines de semana, se ha dedicado a Letra libre. “El año pasado estuvimos inquietos y con unos amigos comenzamos a hacer brainstorming pensando cómo podíamos ayudar. Decidimos enfocarnos en educación y concretamente en lectoescritura. No copiamos la idea, surgió entre nosotros. Es un modelo made in Chile”, cuenta Tagle.

Consiste en convocar a voluntarios, con el único requisito de ser mayores de 18 años y tener educación media, que dediquen tiempo para acompañar, de modo virtual, el proceso de aprendizaje de lectura y escritura en niños de primero básico.

La organización por su parte contacta a distintos colegios -actualmente trabajan con 50 establecimientos de seis regiones del país- y sus respectivos profesores para definir qué alumnos requieren reforzamiento de manera de asignarles un tutor. El modelo es uno a uno: un tutor, un niño. Cada voluntario debe asistir a una entrevista y sesiones de capacitación a través de cápsulas de video proporcionadas por la plataforma.

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"Enganché con el proyecto porque la educación es una oportunidad grande de trabajar en la cohesión del país. Es el motor de muchas cosas y eso me da esperanza", dice María Jesús Valenzuela, directora ejecutiva de Letra libre.

El foco lector

Lo que comenzó como una iniciativa pandémica llamada Salvemos el 2020, se transformó en un proyecto que trasciende al momento sanitario. “Nos dimos cuenta de que esto iba a continuar porque nos encontramos con que el problema de la lectoescritura es bastante estructural y profundo en el país. El sueño de que ningún niño se quede sin leer en Chile va más allá de la pandemia, y queremos convertirnos en una plataforma relevante para ese fin”, asevera Tagle.

Se apoya en cifras: todos los años el 60% de los alumnos pasa a segundo básico sin un buen nivel de lectura. Acudieron a una serie de expertos en educación para que los asesorarán en el diseño de un programa que resultara eficiente. Menciona a Rodrigo López de Aptus, Ximena Torres de Fundación Astoreca, Susana Claro, académica de la Escuela de Gobierno UC, algunos de los profesionales que permanecen ligados al proyecto como miembros de un consejo asesor. 

La semana pasada Letra libre se constituyó como fundación. El equipo central lo integran unas 15 personas que se reúnen cada sábado a las 11:.00 am por Zoom para compartir avances e ideas. “Este proyecto se ha levantado 100% por videoconferencia, no ha habido reuniones presenciales”, apunta su fundador. También cuenta cómo las actuales directoras ejecutivas se sumaron. María Jesús Valenzuela (30), es arquitecta y amiga de Teresa Wagner, mujer de Tagle, que también participa activamente de Letra libre.

Le pidieron que diseñara un flyer para difundir el proyecto en redes sociales y convocar a posibles interesados. Al poco tiempo pasó a hacerse cargo del contenido del Instagram @Letralibre.chile, entre otras tareas de comunicaciones, y en un mes ya estaba a la cabeza. Gabriela Miranda (32), profesora general de Básica, se enteró de la iniciativa por una amiga en común. Habló con Guillermo un sábado por la mañana y él la invitó a sumarse a la reunión de Zoom que comenzaría en diez minutos más. Al final de esta ya estaba adentro y comprometida.

Un modelo al servicio de la educación

Tagle comenta que en un principio no les fue fácil ganarse la confianza de los colegios debido a sus protocolos internos. Una vez que lograron plantearles el modelo y enfatizar que los tutores trabajarían al servicio de los profesores, estos fueron sumándose al sistema.

“Nosotros venimos a ayudar y ser una extensión de su labor”, dice Guillermo y explica que los voluntarios se capacitan según la metodología que cada colegio suscriba, siendo Primero lee, el Método Matte y Leo primero, algunas de las más implementadas. También se les enseña a relacionarse con los alumnos a través de una pantalla y a enfrentar situaciones que podrían darse en las casas de ellos. Es exigencia que cada niño esté acompañado de un adulto responsable durante la clase.

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Gabriela Miranda, directora ejecutiva Letra Libre.

“Saber de pedagogía no es lo más relevante. Lo importante es que el voluntario sea una persona comprometida. Cuando el niño sabe que alguien cree en él, hace la diferencia. El año pasado recibimos muchos videos y mensajes, agradeciendo esta ayuda tan simple. Eso conmueve”, señala.

Agrega que quieren enfocarse en la escritura, y no ampliarse a otras asignaturas: “Si no sabes leer y escribir, estás fuera. Le entrega al niño la capacidad de comprender y seguir instrucciones para enfrentar libros, internet y medios de comunicación. El mundo está puesto por escrito, y les damos la libertad para que puedan volar por él”.

En estos meses de experiencia han aprendido que alrededor de un 40% de quienes se inscriben para ser tutores, por distintas razones, no terminan el proceso. Definen que hay dos grandes tipos de voluntarios: jóvenes universitarios o personas mayores que ya ejercieron como profesores, bibliotecarios o fonoaudiólogos.

“Gente con nostalgia de haber enseñado y que conocen el impacto que puede tener esta labor en un niño”, dice Tagle. El modelo de Letra libre funciona sobre la base de una estructura liviana y gracias al aporte de instituciones como Fundación Olivo, Filantropía Cortés Solari y Fundación Ilumina, además de donaciones de privados, pretenden profesionalizar la plataforma y remunerar a un equipo que esté cargo de gestionar la red de coordinadores, tutores, colegios, profesores y apoderados.

Por el momento, agrega, lo que necesitan es más gente comprometida. Durante marzo estuvieron moviendo videos en las redes sociales, pero la inscripción iba un poco lenta. Por eso se les ocurrió mandar la carta al diario, y funcionó. 

MAS

Guillermo dedica un momento de la entrevista para agradecerle a Teresa, su mujer y madre de su hijo pequeño, por sumarse a este proyecto. Y también al resto de su familia, cuyo apoyo, dice, fue fundamental para avanzar. El gestor de la plataforma educacional es hijo de Guillermo Tagle, actual presidente de Credicorp y recién nombrado presidente de DCV (Depósito Central de Valores) y destaca el fuerte compromiso social que proviene de su familia.

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