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Alessandri define agenda: “El sello que le quiero dar a esta administración es un sello de gestión”

Edil heredó un preocupante déficit en la comuna, pero afirma que “no se saca nada con llorar sobre la leche derramada”.

Por: | Publicado: Lunes 27 de febrero de 2017 a las 04:00 hrs.
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Ad portas de cumplir su tercer mes como alcalde de Santiago, Felipe Alessandri ha debido aplicar una política de austeridad en el municipio. Según sus cómputos internos, la comuna capital de la Región Metropolitana presenta un déficit cercano a $ 23.500 millones, nivel que le interesa reducir sin afectar los servicios del municipio. Su mayor preocupación es educación, área que registra la cifra más alta con pasivos del orden de $ 13.500 millones.

Para hacer frente a la deuda en el tema escolar debió hacer un ajuste en la dotación horaria y reorganizar la Dirección de Educación.

Cuenta que sus referencias para la administración municipal las tomará del trabajo de otros alcaldes, como lo fue Raúl Alcaíno, quien según relata internalizó el concepcto accountability, un elemento “muy importante en la administración pública”, indica, precisando que quiere dar a su gobierno “un sello de gestión en el sentido amplio”.

Alessandri cuenta de su plan para combatir el extensivo comercio ambulante que se ha tomado el casco histórico de Santiago, su análisis respecto al tema migratorio y cómo su gobierno comunal se verá marcado por un trabajo en calle, que responde a sus dos periodos como concejal que fueron la antesala para usar el sillón más importante del Palacio Consistorial.

“Hay alcaldes de ojo bizco, que tiene un ojo puesto en la municipalidad y otro en La Moneda”, advierte el edil, destacando que no aspira, por lo pronto, a otro cargo político, precisando que estará en la comuna a lo máximo dos periodos, pues observa que “es una muy mala señal apernarse a los cargos”.

- Usted valora el trabajo de Carolina Tohá en los cités, ¿qué otras cosas hay que mantener o potenciar de esa administración?

- Yo siempre apoyé como concejal el trabajo en los cités, es una forma de vida muy digna, que hay que conservar. Este año queremos recuperar 25 cités nuevos a través de la Corporación de Desarrollo de Santiago.

- ¿Qué cosas está eliminando de la administración anterior?

- Soy un convencido de que el uso del espacio público determina la ciudad y en la administración anterior se dieron autorizaciones por doquier, sin ningún orden ni conciencia. Hoy no solo tenemos un casco histórico saturado, sino que también sectores como el barrio República, San Alfonso, Meiggs, Franklin, saturados de comercio ambulante. La venta de comidas está desatada, lo que está afectando gravemente al comercio establecido, es una competencia desleal.

Nosotros establecimos un plan llamado “Comercio Justo”, porque queremos privilegiar a aquel contribuyente que cumple con la ley, que da empleo y que da boleta.

- ¿Ve posible que esas personas puedan formar sus propias micro empresas?

- Por supuesto, estamos trabajando con la Dirección de Desarrollo Comunitario y con la Dirección de Desarrollo Económico Local para, junto con fiscalizar, entregar una mano acogedora (...) La gente que está en la calle necesita comer, nosotros lo entendemos, pero también tenemos que entender que el desarrollo de la ciudad exige tener un Santiago ordenado, limpio y para todos. Si autorizo el comercio ambulante ilegal -y hago el hincapié de ilegal-, estoy perjudicando al contribuyente que paga patentes, da empleo, tiene resolución sanitaria, etc.

- Santiago también presenta una de las más grandes poblaciones flotantes de la región, pero eso viene atado a mayor delincuencia. ¿Cómo enfrentarán este problema?

- En su momento fui a hablar con el ministro Jorge Burgos, y uno de los temas que conversé con él fue una ley de capitalidad para Santiago, porque a nosotros nos tienen que reconocer el gasto asociado que tenemos por ser comuna capital.

La primera comisaría tiene su dotación fijada por la población que reside en la comuna, que es muy inferior a la población flotante. Recibir dos millones de personas es un gasto enorme, que nadie le reconoce a Santiago. Todos los parques de la comuna son parques metropolitanos, todos los costos de manutención de esos parques me recaen a mí, pero vaya un día al Parque O’Higgins, el 70% de las personas son de otras comunas, y me encanta que así sea, pero ayúdenme a financiarlo. Vamos nivelando para arriba.

Migración y vida de barrio

- La migración es un tema importante, ¿desde qué frentes y cómo van a hacerse cargo de este punto?

- Yo soy un alcalde pro-migración, creo que es un fenómeno que llegó para quedarse, tenemos que hacernos cargos de él de forma seria, no podemos estigmatizar, algunos personeros de mi sector no entienden el fenómemo.

Santiago es un lugar de encuentro donde cabemos todos.

Nos estamos focalizando en atacar hechos concretos que generan xenofobia, por ejemplo los sub arriendos abusivos. En los barrios República y Yungay hay casas que están casi en ruinas, y arriendan una habitación a un migrante en $ 200 mil o $ 250 mil. Pero este migrante no tiene redes, no tiene aval, no tiene cuenta corriente y terminan viviendo muy hacinados. Eso, en general, es súper peligroso (...)

Entonces, nosotros estamos atacando fuertemente esto. Si usted quiere ofrecer un servicio de arriendo, regularícese, vaya a sacar permiso, debe tener recepción, salida de emergencia, conexión eléctrica trifásica, porque tendrá miles de conectados.

- ¿Cuál es su posición con respecto a cambiar el Plan Regulador?

- Soy un alcalde que quiere privilegiar los barrios. Entiendo la política de repoblación que hubo hace algunos años, pero en algún momento el mercado actuó más allá de lo que podía resistir. Bajo esa lógica, tenemos que entrar a regular y lograr que conviva el interés de muchos, de proteger nuestro patrimonio urbano e inmobiliario.

No es que yo me niegue a la construcción en altura, pero que haya una cierta armonía. Por ejemplo, en espacios que haya edificios de seis pisos y no de veinticinco, por ejemplo en Yungay de mantener las fachadas y hacer las mínimas modificaciones interiores para convertir lo que era una antigua casona en cuatro lofts.

Tiene que haber una renovación urbana, pero ¿cómo lo hacemos sin perder identidad? ¿Cómo logramos que exista cierta armonía entre la protección de los barrios y la necesaria evolución que tiene que haber en la ciudad? Me apasiona el urbanismo, he citado y convocado a grupos de arquitectos y urbanistas de cierta connotación, o incluso los mismos vecinos que tienen interés en el tema para ir trabajando con ellos.

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