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El camino propio: la tentación improbable de la DC

Las opciones del partido de llegar a primera vuelta presidencial con su abanderado, tiene dos problemas: la DC no tiene candidato fuerte, hasta ahora, y parece difícil si Lagos es finalmente el elegido por el PS-PPD.

Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 14 de octubre de 2016 a las 04:00 hrs.
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A poco más de una semana de las municipales, la política chilena está líquida, cambiante, poco predecible. Hasta los políticos profesionales están siendo cuidadosos, incluso en privado, a la hora de sacar cálculos concluyentes. Con el voto voluntario que debilita la capacidad predictiva de las encuestas, el fantasma del 60% de abstención en las últimas elecciones de 2012 y la formación de nuevas agrupaciones y alianzas, el escenario post electoral no resulta evidente. Pero los dirigentes saben que los resultados del domingo 23 de octubre configurarán un nuevo mapa de fuerzas que será el telón de fondo de las discusiones de los próximos tres meses. Porque desde las municipales hasta el domingo 28 de enero –el día de la Junta Nacional de la DC– probablemente se deshagan algunos de los principales nudos de la política nacional. Para la Nueva Mayoría –donde se concentra la presión hasta ahora– representará un período de decisiones cruciales que no solo tienen relación con la definición de su candidato presidencial, sino incluso con su supervivencia como conglomerado.

 Al margen de los movimientos de corto aliento de los partidos oficialistas –un síntoma de la ansiedad ante la posibilidad de perder el gobierno–, hace algunos días el vicepresidente del PS, Camilo Escalona, puso sobre la mesa probablemente el asunto de mayor relevancia que está en juego para la centroizquierda: el futuro de la coalición. “Si la DC lleva candidato a primera vuelta presidencial, se cierra el ciclo de entendimiento entre el centro y la izquierda que conocemos actualmente”, indicó en entrevista con El Mercurio. De acuerdo al socialista, en definitiva, si los democratacristianos deciden presentarse con candidato propio a las elecciones del 19 de noviembre de 2017 –por primera vez desde 1990–, finalizaría la peculiar y exitosa alianza entre el centro y la izquierda que les permitió ganar el plebiscito de 1988 y gobernar Chile durante dos décadas.

¿Una amenaza?¿una conclusión tremendista y dramática para evitar que se deshaga la columna vertebral de lo que fue la Concertación, el pacto entre socialistas y democratacristianos?¿un análisis político realista? Sea como fuere, conviene desgranar lo que viene: diferentes sectores de la DC no descartan el camino propio y levantar una candidatura a la primera vuelta. En medio de un gobierno donde parte de la DC se ha sentido maltratada y luego de un ciclo de constante deterioro electoral –ha perdido un millón de votos desde 1992–, el partido parece consciente de que debe reposicionarse como una colectividad de centro y salir a la cancha a defender sus propuestas programáticas.

 Representaría una resolución acertada desde el punto de vista estratégico y electoral, aunque debería pasar mucha agua debajo del puente para que la DC llegue a tomarla: no tiene un candidato presidencial competitivo –al menos hasta antes de las municipales– y la postulación de Ricardo Lagos llena el espacio electoral del centro y la izquierda. Inclinarse por el expresidente, en cualquier caso, no sería una decisión a contrapelo: su postulación no molesta a la DC, que tampoco tendría la fuerza para resistir.

En búsqueda de la identidad esfumada

La DC tiene un 15% de la votación, según las municipales de 2012. De acuerdo a los estudios del académico de la Universidad Diego Portales (UDP), Mauricio Morales, en una década perdió mucho electorado: si en 1992 el partido cosechó casi 1,9 millones de votos, en 2012 quedó con poco más de 800 mil. Los análisis del docente apuntan, paralelamente, a que la opinión pública significativamente ha dejado de identificarse con el partido. Si en 1992 el 35% de los encuestados por el CEP se identificaba con la DC, en 2012 apenas superó el 5%.

 De acuerdo al análisis de diferentes estudios de opinión, como el último Latinobarómetro, dirigentes democratacristianos han advertido cierta demanda por la diversidad política: que los representantes, efectivamente, representen las diferentes posturas que existen en la sociedad chilena. Por lo tanto, en primer lugar, la DC parece embarcada a dar respuesta a aquella parte del electorado de centroizquierda que no advierte que en la Nueva Mayoría se defiendan sus posiciones. 

Un segundo elemento que alimenta la postura del camino propio en la DC tiene relación con la estrategia. La vieja Concertación ganaba las elecciones por mayoría absoluta. Con el paso de los años, sin embargo, al PS lo comenzaron a pasar por la izquierda y a la DC por la derecha. La fuga de votos por ambos costados no se ha detenido y el conglomerado no ha logrado reponer su fuerza electoral ni siquiera con el 6% de la incorporación de los comunistas. En este escenario, tanto el PS como los democratacristianos necesitan cerrar el paso y detener el derrame.

 Un tercer aspecto tiene relación con la necesidad de la DC de reposicionarse en el centro y en el mundo independiente. Los dirigentes del partido han observado con especial atención los resultados de la última CEP. Aunque la ciudadanía no se siente identificada con los partidos, en el estudio de opinión se advierte una alta valoración por el centro político. El 57% de la población que no adhiere a ninguna posición y el menor apoyo del gobierno de Bachelet justamente en los segmentos moderados han hecho pensar a la DC –como en otras circunstancias–, que existe un espacio que salir a capturar en las elecciones parlamentarias y presidenciales de noviembre de 2017.

 Un cuarto elemento está vinculado a la convicción de los propios:  en una tendencia que se observa sobre todo en las bases, los democratacristianos quieren salir a competir y darse a conocer con propuestas propias y no prestadas.

Para los que defienden la opción de llevar candidato presidencial a primera vuelta resulta esencial llegar con una carta de calidad: si el candidato que compitiera el 19 de noviembre de 2017 quedara tercero y con un porcentaje de votos inferior al 20%, la situación podría complejizarse. Si bordeara o superara esa cifra, sin embargo, los cálculos indican que el candidato propio podría ayudar a la lista parlamentaria para aumentar la representación de la DC, como indican los análisis de Morales. Sería, finalmente, un último intento del partido para defender sus propuestas programáticas y salir a marcar un liderazgo dentro de una coalición que no les ha resultado del todo cómoda.

 

Con Guillier solo si es para ganar

 De acuerdo a Escalona, si la Nueva Mayoría no llega con candidato único el 19 de noviembre de 2017, sería difícil amarrar los apoyos para la segunda vuelta: “Acentuaría lo que hoy ya la sociedad percibe, que son brechas de intolerancia que se abren en los partidos y después no se pueden cerrar”, indicó el socialista.

 Las palabras del ex presidente del PS a algunos democratacristianos los hizo recordar las profecías fatalistas que se realizaron cuando el PPD y el PR anunciaron que llevarían una lista separada para las municipales de 2008: que se acababa la Concertación. En la práctica, luego de los comicios, siguieron trabajando en conjunto igual que siempre.

 En la DC no se dramatiza el hecho de que el partido llegara a la primera vuelta presidencial con un candidato propio. Como sucede en países como España, los acuerdos se alcanzarían con miras a la segunda vuelta y de esa forma, mediante negociaciones, ninguno de los candidatos podría imponer su programa de gobierno a las otras fuerzas que le permiten llegar al poder. Entre los democratacristianos existe consenso en que la DC nunca en su historia puede volver a permitirse que el abanderado electo imponga su programa por el hecho de haber triunfado en las urnas, como ocurrió en la segunda elección de Michelle Bachelet en 2013. Para una buena parte del partido, la actual Administración ha representado un golpe para el electorado democratacristiano por la izquierdización de sus reformas. De acuerdo a esta mirada, la tributaria afectó a las pymes y a los sectores medios, la educacional a los sostenedores que son básicamente personas de centroizquierda, sin contar con la compleja posición en que quedó el partido con la agenda valórica del Ejecutivo.

Todo parece aconsejar a la DC, en definitiva, que debería lanzarse con un candidato propio a primera vuelta. Pero, hasta ahora, el plan estalla ante dos problemas cruciales.

 El primero es evidente: el partido no tiene una figura potente que les permita alcanzar un 20% de la votación y evitar un descalabro. El escenario podría cambiar con los resultados de las municipales, si la colectividad resultara fortalecida y sirviera de plataforma para figuras como Carolina Goic y Mariana Aylwin, pero hasta ahora son solo elucubraciones.

 El segundo y principal inconveniente para el camino propio de la DC, sin embargo, se llama Ricardo Lagos. El cuadro político parece estar ordenándose en torno a su candidatura, al menos entre los partidos de la Nueva Mayoría. En el PS, donde se concentraba su principal problema, aparentemente desde esta semana existe consenso en llevar a una carta única con el PPD, por lo que una competencia interna entre Isabel Allende y el ex mandatario no parece realista. Con el PPD y los socialistas en el bolsillo, para la DC sería difícil no apoyar a Lagos: su fuerza penetra en la identidad democratacristiana. Compite en el propio espectro de la DC: en el espacio de centro, de moderación, de ofrecer confianza, de orden. La postulación del socialista no genera anti cuerpos en el partido y, por el contrario, da garantías. 

La postulación de Alejandro Guillier, que tienta a algunos democratacristianos, en cambio, genera dudas y menos certezas en la colectividad, aunque actualmente el parlamentario sea el mejor posicionado en las encuestas. La DC se inclinaría por el camino propio si el candidato de la Nueva Mayoría fuera Isabel Allende o el senador por Antofagasta, a no ser que el periodista represente la única posibilidad de derrotar al ex presidente Sebastián Piñera.

El 28 de enero en su Junta Nacional, la DC se debatiría entre Lagos y llevar a un candidato a primera vuelta, porque la opción de levantar una candidatura para las eventuales primarias del bloque parece descartada: podría ser un bochorno en el caso de que la izquierda una su fuerza en torno a un candidato, como sucedió en las primarias de 2013 y el tercer lugar que obtuvo el actual intendente Claudio Orrego. Aunque la política chilena está líquida, cambiante, poco predecible, hasta ahora el camino propio de la DC parece ser una tentación bastante improbable.

 

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