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El último grito de los moderados!

La campaña de Goic sufre importantes ajustes luego de su 2,1% en la CEP, con la salida del exministro Pablo Badenier, que lideraba el equipo. Quienes la respaldan buscan posicionar el centro para lo que venga después.

Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 9 de junio de 2017 a las 04:00 hrs.
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Toda candidatura presidencial persigue, en principio, ganar y conseguir el gobierno. Pero en estas elecciones existen al menos dos que buscan, sobre todo, afirmar identidad.

Las del Frente Amplio, por ejemplo, que con sus dos precandidaturas -la de Alberto Mayol y Beatriz Sánchez, que lleva la delantera-, intenta instalarse en la izquierda del tablero político, propinar el sorpasso a la Nueva Mayoría y robustecer su presencia en el Parlamento desde 2018. Una segunda candidatura identitaria es la de Carolina Goic, de la DC, que parece una apuesta de supervivencia para un partido que se siente liquidado en un bloque de izquierda y que busca recuperar su vocación de centro, aunque esto implique costos inmediatos (como la disminución de sus parlamentarios y un eventual cuarto lugar en noviembre de 2017).

Desde que hace una semana la encuesta del CEP revelara que Goic obtiene apenas un 2,1% -luego de Piñera, Guillier, Ossandón y Sánchez-, la candidatura se ha enfrentado a presiones internas y externas para que se extinga con prontitud. Las críticas al manejo de la campaña, de hecho, terminaron este jueves con la salida del exministro DC Pablo Badenier, que lideraba el equipo. No se le consideraba con suficiente peso político para fuera de las fronteras de la DC, la etapa que se inaugura. En cualquier caso, la renuncia parecía probable desde del aterrizaje el exministro Jorge Burgos a la campaña.

Desde el propio partido, la mayoría de la fuerza parlamentaria -salvo un par de diputados y otro par de senadores- no parece convencida del camino que ha tomado la DC de llegar a primera vuelta con una candidata que no marca. Se mezcla en este espacio el bacheletismo y quienes están preocupados de la fuerza del partido en el Congreso.

Desde el frente externo, el resto de las colectividades de la Nueva Mayoría que apoya a Guillier -el PR, PS, PPD y PC- ha aprovechado el débil apoyo de Goic en las encuestas para insistir en la necesidad de un candidato único para noviembre. Como principal moneda de cambio se halla la negociación parlamentaria: sin candidato único, le dicen a la DC, no existen posibilidades de una lista única al Congreso (una lista única que convendría a los demócratacristianos).

En definitiva, la apuesta de Goic sobrevive pese a fuerzas adversas de diferentes frentes, que solo pueden ser contrarrestadas con una receta que se vislumbra difícil: aumentar su porcentaje de apoyo en las encuestas.

Se ha debatido bastante de lo que busca la DC, como partido, al lanzarse a primera vuelta (una decisión a la que se vio empujada, sobre todo, por las decisiones presidenciales de los socialistas). Cuando las fuerzas demócratacristianas retroceden en el mundo, salvo en países como Alemania, en Chile intentan recuperar algo de lo que significaron en la sociedad chilena: la fuerza moderada que representaba a la clase media y que a comienzos de la democracia era la principal colectividad del país.

Pero la apuesta de la DC contempla adicionalmente un movimiento estratégico que no solo tiene que ver con el partido, sino con la lucha de fuerzas que se librará después de la presidencial y el papel que -esperan- cumpla el centro.

Los cuatro puntos débiles de Goic

Para quienes defienden estos planes -que no solo son miembros del partido, como quedó demostrado esta semana con el respaldo de los laguistas a Goic-, una anticipada caída de la candidatura de la senadora resultaría nefasta: la DC llegaría quebrada a noviembre -explican-, porque evidentemente entre la militancia existen reticencias para apoyar a Guillier. Con este cuadro, el sector moderado -o la reunión entre el socialcristianismo y la socialdemocracia, si se quiere-, tendría poca fuerza para empujar hacia el centro con un Guillier y una coalición que -según observan-, se izquierdiza para no ceder terreno al Frente Amplio de Gabriel Boric y Giorgio Jackson.

En esta presidencial 2017, finalmente, con las candidaturas de Guillier y de Goic se cristaliza la irresoluta y vieja disputa entre autoflagelantes y autocomplacientes, que no es otra cosa que el choque entre revolucionarios y reformistas.

En la DC dicen que la senadora, una mujer fuerte, está decidida a no bajarse, pero que nadie puede asegurar que no la bajen. Es decir, pese a los riesgos que implicaría para cierto sector desistir de la candidatura, esa posibilidad resulta innegable y el plazo es agosto, la fecha límite para inscribirla.

Si no se robustece en las encuestas en estos tres meses, reconocen sus partidarios, las presiones para su bajada seguramente aumentarán. Porque su principal problema es que su respaldo no crece, lo que se atribuye a cuatro puntos débiles que es necesario corregir en este nueva etapa post Badenier:

1) Tanto a la senadora como a la DC le ha costado encontrar una explicación clara sobre las razones que impulsan esta candidatura, que no es comprendida del todo por la población que la conoce.

2) Con el debate abierto de la lista única de la Nueva Mayoría con miras al Parlamento y considerando la exigencia hacia la DC del abanderado presidencial único, al menos ante la opinión pública la candidatura de Goic parece tener poca viabilidad. En definitiva, no se ha logrado instalar que llega a noviembre de todas formas y eso produce un desgaste en la senadora.

3) A la campaña de Goic le ha resultado difícil instalar un relato de centroizquierda moderado. Que busca reformas, pero con gradualismo. Que defiende los cambios, pero no a costa del crecimiento. Que no concede que Piñera sea el único capaz de mover la economía.

4) La candidatura de la senadora por Magallanes no ha podido ampliar los márgenes de su apoyo fuera de la DC, por lo que necesita convocar al mundo de la centroizquierda que supuestamente se quedó sin candidato con la bajada de Lagos, por poco apoyo que haya tenido la apuesta del expresidente.

El laguismo en la retaguardia

El expresidente Lagos, luego de la bajada de su candidatura el 10 de abril, no ha apoyado explícitamente a ninguno de los candidatos oficialistas. La reunión con el exministro Burgos en mayo pasado, sin embargo, no fue ningún acto inocente y solo revela que en esta ocasión se halla cerca de Goic y no de la propuesta de Guillier.

La cita que el martes sostuvo la candidata en el Café Torres con un contundente grupo de laguistas de diferentes partidos políticos -entre los que se hallaban ex colaboradores del Segundo Piso como Carlos Vergara y amigos personales, como Fernando Bustamante- siguen la misma línea del exmandatario: entregar gestos de apoyo a Carolina Goic -sin duda-, pero sobre todo intentar inyectarle algo de aire a la alianza entre el socialcristianismo y la socialdemocracia que la Nueva Mayoría ha ido asfixiando con el tiempo. Este grupo piensa que esta convergencia le hizo bien a Chile y a los chilenos y resiente, por ejemplo, que la presidenta Michelle Bachelet no haya hecho mención alguna a ese periodo en su último discurso del 1 de junio, donde ni siquiera reivindicó lo realizado en su primer mandato.

El laguismo parece pensar que la Nueva Mayoría no tiene destino y que se hace necesario repensar el mundo de la centroizquierda chilena. Posiblemente, observa con extrañeza este conglomerado de partidos donde están incluidos los comunistas, que fueron oposición a la Concertación. A juzgar por la experiencia de la fallida campaña de Lagos, este círculo es probable que sienta que la DC se comportó de una forma leal con el expresidente, a diferencia de su mundo original, el PS. El espaldarazo a la candidatura de Goic, por ende, tiene algo de vuelta de mano en un momento en que su campaña enfrenta presiones y problemas difíciles. Este grupo que estuvo el martes con Goic -donde se hallaban personas identificadas con Expansiva, como Karen Poniachik- parece no ver a Guillier como presidenciable y posiblemente hace un balance insatisfactorio del actual gobierno, sobre todo en el terreno económico.

Actualmente, es extraño ver en política gestos hacia quien va perdiendo, en tiempos en que los partidos se suben al carro de los ganadores. Parece pertinente preguntarse, entonces, el objetivo que persiguen los laguistas, un grupo compuesto por militantes y ex militantes de todos los partidos de la extinguida Concertación (algunos que por diferentes razones no salieron en la foto de la Confitería Torres, pero que comulgan con el respaldo a Goic). No se trata necesariamente de la candidatura de la senadora, cuyas probabilidades de éxito son mínimas, sino de respaldar a la DC como único partido capaz de garantizar que luego de la explosión de la segunda vuelta pueda configurarse un centro moderado que incline las fuerzas.

Existe un cierto mundo convencido de que Guillier, acorralado por la aparición del Frente Amplio, se izquierdiza. Que mira con desconfianza que en la formación de su comando, por ejemplo, haya instalado a la diputada comunista Karol Cariola como vocera. Con Piñera y Guillier en segunda vuelta -como vaticinó la encuesta CEP-, vislumbran un Chile polarizado que a ninguna parte buena llegaría, según les ha demostrado la historia.

La disputa entre los autocomplacientes y los autoflagelantes tiene al menos 20 años, data de fines del gobierno de Frei Ruiz-Tagle. En estas décadas las tensiones no se han morigerado sino, por el contrario, se han intentado ocultar bajo las esperanzas de controlar nuevamente el gobierno. En esta campaña, sin embargo, parecen estar comenzando a darse vuelta las cartas, a sincerar posiciones silenciadas en los gobiernos de Lagos y de Bachelet, a cobrar cuentas.

No es claro cuánto pesan los del medio. Probablemente, en términos electorales, bastante poco. Pero la candidatura de Goic -los que la defienden y los que se suman a ella-, parece configurar el último grito de los moderados.

 

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