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Eyzaguirre: "En la NM muchos querían regresar a los viejos paradigmas de izquierda"

"Pero en el gobierno de Bachelet las visiones estatistas no se impusieron", afirmó el exministro de Hacienda, quien prepara un libro en el que Investiga la historia económica de Chile en los últimos 200 años.

Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 15 de junio de 2018 a las 04:00 hrs.
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Es media mañana de día de semana y Nicolás Eyzaguirre prepara el café y ofrece las galletas que compró recién en el negocio del barrio. Abre unas NIK, enciende el primero de muchos cigarros y empieza una conversación que le apasiona –“de ideas y no de chimuchina”, dice–, en el comedor de su colorido departamento de Las Condes. A pocos metros, en la terraza cubierta, las guitarras. En una mesita, abierto, uno de los tomos de “Cien años de luces y de sombras”, de Ricardo Lagos, del que fue ministro de Hacienda todo el gobierno (2000-2006).

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“Sentía la necesidad de tomar un poquito de distancia”, reflexiona sobre estos meses. Desde que terminó el gobierno en marzo, un par de países lo han contratado para asesorías. Pero lo que ocupa una inmensa parte de su tiempo y energía es la escritura de su primer libro en solitario: un ensayo sobre la historia económica de Chile desde 1810. El proyecto lo tiene de cabeza estudiando, repasando, investigando. Con contrato firmado con una importante editorial –con el adelanto hasta gastado, bromea– le gustaría publicar en 2019.

–Pretende ser una reflexión a partir de dos siglos de historia independiente y de claroscuros en términos de desarrollo económico. Quiero verificar esta teoría de que Chile finalmente ha dejado atrás la trampa de los ingresos medios –como dijo en su último informe la OCDE­–, que ha sido una especie de sino de Latinoamérica.

–¿Y esta vez puede ser distinto?

–El jurado está deliberando. Puede ser para un lado y puede ser para el otro.

La tesis central de Eyzaguirre va a contracorriente de lo que los economistas han debatido por décadas: que el desarrollo depende del patrón de especialización. “La centroderecha señala que si el Estado interviene y altera lo que el mercado naturalmente señala como la orientación de la asignación de recursos, eso será causa del estancamiento. La centroizquierda afirma que si no tenemos alguna suerte de desarrollo industrial, no vamos nunca a salir de esta medianía”.

–¿Y usted qué piensa?

–Que lo que de verdad hace la diferencia son características sociopolíticas e institucionales que subyacen a cualquier patrón de especialización: ya sea una economía exportadora de materias primas (Chile o Perú) o una economía más industrial (México, Brasil, Argentina). Porque, ¿por qué siempre nos encontramos con problemas, sea cual sea el camino?

Eyzaguirre contrasta la suerte de los países latinoamericanos con la de los nórdicos, Canadá, Australia y Nueva Zelandia, todos países que no eran demasiado distintos a nosotros promediando el siglo XIX. “De hecho, hasta la gran crisis del 29, Chile estaba en la parte mediana y alta de la tabla en términos de desarrollo. Mejor que ahora en términos relativos”.

Lo que hace diferente a Latinoamérica, explica, es que tiene “una estructura institucional y sociopolítica excluyente”. “Lo más notorio es lo tardío que es la participación política en Chile versus el grupo de países que sí lo lograron, como los nórdicos. A los mismos niveles de ingreso, ellos tenían una mucho mayor participación política que nosotros”, cuenta el economista. “Y donde es brutal el contraste es en la educación. La alfabetización pasa a ser general casi 80 años después. Ellos en 1860 y nosotros en 1940”.

–¿Cómo se lo entiende?

–Nuestra estructura institucional es muy capturada por una oligarquía pequeña rentista que, como tiene apropiados los recursos naturales y las grandes fuentes de renta, no tiene incentivos. Por lo tanto, nuestra capacidad de transformar la economía será siempre muy limitada. Los que están incluidos en la tarea de innovar, producir y crear son muy pocos y la inmensa mayoría está excluida.

Pero Eyzaguirre observa señales auspiciosas: “Del 90 a esta parte se ha producido un proceso de inclusión política muy fuerte con la llegada de la democracia, que ha permeado la agenda de políticas públicas. Donde más extraordinario es el cambio es en la distribución educacional. Hoy día las nuevas generaciones tienen un inédito acceso, aunque todavía la calidad es muy insuficiente y está muy segregada y se mantienen los nichos oligárquicos. Pero de que está cambiando, está cambiando. Podríamos tener una oportunidad de llegar a los umbrales del desarrollo”.

Eyzaguirre señala que con las demandas ciudadanas por la inclusión, “es muy difícil que la pequeña oligarquía rentista siga parapetada”. Aunque aclara: “Esto no tiene que ver con reivindicar el estatismo”.

–El presidente Piñera quiere que Chile sea un país desarrollado.

–Pero eso es un eslogan. Son procesos que toman décadas.

"En la Nueva Mayoría muchos querían regresar a los viejos paradigmas de izquierda"

En el marco de la investigación del libro, Eyzaguirre llegó a la crisis económica de 2008-2009 y sus efectos en las izquierdas latinoamericanas de comienzos de esta década en Sudamérica. Como la crisis produjo un cambio brutal tanto en la percepción mundial sobre la globalización como en las ventajas de la economía de mercado, estas señales erróneamente se leyeron como una crisis del capitalismo. Se produjo, entonces, una especie de reivindicación de las clásicas ideas de la izquierda en la economía. Un "revival" del Estado como agente productivo. Eyzaguirre estaba justamente en esos años en el FMI, que sugería políticas fiscales súper expansivas y el gasto del 3% del producto para salir del hoyo negro. "Fueron alas atómicas para la izquierda keynesianista-estructuralista", dice el economista, que se define como pro-mercado.
Explica que Lula, Kirchner, Chávez y Correa "se gastaron lo que no tenían". La fórmula –que era correcta para la crisis–, la siguieron replicando desde 2010, cuando los precios de las materias primas se habían recuperado. "Les quedó gustando. Como si la crisis hubiera sido la soñada crisis final del capitalismo. Una especie de regalo del cielo". ¿El resultado? "Todos estos países tienen hoy necesidad de financiamiento neto del sector público del orden del 8% del PIB".
–Y en el último gobierno de Bachelet, ¿no hubo también "un mareo izquierdista"?
–No caímos en el mareo de reposicionar al Estado, aunque no cabe duda de que parte de la izquierda chilena se sentía en la misma tesitura de los gobiernos de Brasil, Argentina, Venezuela y Ecuador. Esta desconfianza en el paradigma globalizador y en la iniciativa privada que se genera en 2009 en el ideario de la izquierda latinoamericana, estuvo presente en muchos en nuestra coalición. Hablo de sectores del PS, el PC y, fuera del conglomerado, en el Frente Amplio.
–Esto tensionó al gobierno.
–Eso tensionó mucho al gobierno de Bachelet, porque había dos visiones. En la Nueva Mayoría muchos querían regresar a los viejos paradigmas de izquierda. Pero en el gobierno de Bachelet las visiones estatistas no se impusieron, aunque la centralidad del crecimiento perdió perfil.
–¿Se desperfiló el crecimiento?
–La inclusión requiere que alguien pague. Y si la inclusión va a ser solo a costa de redistribución –que paguen los ricos para que todo el resto se pueda educar, etcétera– va a haber una tensión política y económica insoportable. Entonces, tienes que tener una combinación de redistribución y crecimiento para poder financiar esta inclusión. El gobierno de Bachelet no tuvo en su relato el crecimiento como un elemento central, a pesar de avances importantes en ese sentido logrados no solo en educación, sino en energía y en la agenda del ministerio de Economía y de Hacienda. Por ejemplo, en el gobierno de Lagos armamos la agenda pro crecimiento tras la crisis de 2001 de la burbuja tecnológica y la gripe aviar. En los tiempos difíciles se intentó no desperfilar nunca el crecimiento.

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