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Frente Amplio: de los aires frescos a la insustancialidad

Una seguidilla de frivolidades y errores protagonizados por los líderes del conglomerado de izquierda denotan, finalmente, vacío político.

Por: Rocío Montes | Publicado: Martes 29 de enero de 2019 a las 04:00 hrs.
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Lo que sucedió este fin de semana -apenas 3.500 personas participando en las elecciones internas de Revolución Democrática (RD), un partido con 42.000 inscritos- es similar a lo que sucedió en España con Podemos, espejo del Frente Amplio chileno: el verdadero problema es que las declaraciones previas se vuelven hacia las propias agrupaciones.

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En mayo, el líder de Podemos, Pablo Iglesias, y su mujer, Irene Montero, enfrentaron duras críticas internas y externas por la compra de una casa de 600 mil euros -unos $ 460 millones-, con 250 metros cuadrados construidos y 2.000 de terreno. La polémica tuvo aristas múltiples, pero el quid del asunto parece haber estado en la incoherencia. ¿Lo realmente inaceptable era que dos políticos jóvenes y con futuro compraran una vivienda de esas características en las afueras de Madrid? No. El asunto de fondo era que la compra contradecía el discurso original, lo que resultó indignante para la opinión pública y para otros líderes de Podemos.

Iglesias era el mismo que había criticado al exministro de Economía, Luis de Guindos, por la compra de una vivienda lujosa y el que hablaba de “el rollo de los políticos que viven en chalés y se aíslan”. En la carrera interna que enfrentó a Iglesias con Iñigo Errejón -los dos que han quebrado recientemente y protagonizan la última crisis de Podemos- en varias ocasiones Iglesias señaló que su competidor empezaba a vestirse como “la casta”, apuntando a su tipo de chaquetas. Finalmente, para Iglesias, la casa y la ropa eran todos símbolos de una oligarquía que supuestamente Podemos debía combatir.

Lo de RD y su baja participación va en la misma línea: lo llamativo no es que un partido, en medio de una crisis evidente de la democracia representativa, logre convocar apenas a 3.500 de sus militantes. Los números de la UDI y la DC -14.000 y 13.000 votantes en sus elecciones internas respectivas- no son tampoco para destapar champaña.

Lo realmente complejo radica en que la baja participación contradice el discurso político original y daña profundamente el relato: RD y el propio Frente Amplio desde su fundación formal en 2016 creyeron ser los llamados a refundar la política chilena y la fuerza moral de relevo que conquistaría a un nuevo electorado, con renovados canales de participación basados en el asambleísmo propio de las organizaciones sociales. Es el discurso que queda en entredicho cuando los 3.500 votantes representan apenas el 3,4% de los votos que Giorgio Jackson, su referente y líder, obtuvo en las parlamentarias.

Es un nuevo episodio de la insustancialidad en la que ha caído el Frente Amplio, pero en los últimos meses -sobre todo desde que estrenaron 20 diputados y un senador hace un año- la opinión pública ha sido testigo de una seguidilla de frivolidades y errores políticos protagonizados por sus líderes. La reunión no informada de Gabriel Boric y Maite Orsini con Palma Salamanca en París; el video del propio Boric aceptando una camiseta con la imagen de un Jaime Guzmán sangrando y con una bala en la frente; Boric -nuevamente- sorprendido andando en moto con los papeles vencidos; el enojo de Pamela Jiles con Vlado Mirosevic y Renato Garín y su renuncia a la presidencia de la comisión de Familia; las discusiones públicas entre Javiera Parada, el senador Juan Ignacio Latorre y Jackson a raíz de las recientes elecciones internas de Revolución Democrática.

Ahora todos vemos lo que siempre ha sido una constante en el Frente Amplio, dicen desde la propia coalición: un exceso de personalismos que evidencian la falta de un proyecto político. Son la tercera fuerza del país -lo que es cierto-, pero les ha costado encontrar su sentido histórico. En medio de un proceso de reorganización de la política, la nueva fuerza de izquierda luce sobre todo un anecdotario personal de sus dirigentes y poca densidad. Siguen, en su mayoría, hablando hacia dentro de sus organizaciones -¿a quién?-, y menos hacia el resto del país.

De no hacer nada, el futuro parece claro para el Frente Amplio: la profunda crisis de desencanto que enfrentan los votantes de Podemos, su espejo en España. Mientras tanto, en Chile la derecha juega sola.

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