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Fundación de Tompkins ad portas del traspaso: “Pumalín y Patagonia son de primer nivel y necesitan empresarios de primer nivel”

Convertidos en parques nacionales, se licitará la concesión de sus respectivos hoteles, restaurantes, red de senderos y camping.

Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 14 de diciembre de 2018 a las 04:00 hrs.
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En la casona alemana donde funciona Tompkins Conservation en Puerto Varas –la casa Kuschel– todo el mundo tiene una fecha marcada en el calendario: 30 de abril, el día en que la entidad conservacionista entregará físicamente al Estado chileno el parque Pumalín (400.000 hectáreas) y el Patagonia (304.000 hectáreas), ambos ahora con categoría de parque nacional. Todavía no se sabe si habrá una ceremonia de “entrega de llaves” a Conaf –que será la encargada de administrarlos–, pero la fundación organiza sus propias fiestas privadas para despedirse de ambas áreas silvestres: asados de fin de semana, fotografías y camaradería, donde participarán las cerca de 130 hombres y mujeres que laboran actualmente en los parques. “Muchas personas trabajamos juntas hace muchos años”, explica Carolina Morgado, directora ejecutiva de Tompkins Conservation Chile, que fue mano derecha por más de dos décadas del fallecido Douglas Tompkins y de su viuda, Kristine. “Donamos los parques completos, hasta las casas decoradas”, señala respecto de esta inédita entrega.

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Tompkins Conservation enfocará ahora sus esfuerzos en el fortalecimiento de la ruta de los parques nacionales del sur del país: busca levantar un fondo privado para ayudar a desarrollar los 17 que están ubicados en un recorrido de 2.800 kilómetros, por lo que se han iniciado conversaciones con el gobierno. Pero la entrega física de Pumalín y Patagonia no significa que la fundación Tompkins deje de tener injerencia sobre sus respectivos destinos. Aunque serán de propiedad del Estado y será el Estado el que los administre, habrá un período de transición, de acompañamiento.

Fue lo que quedó establecido en un convenio firmado por Tompkins Conservation y la Administración de Bachelet en enero pasado, válido por 10 años y prorrogable por otros 10: “Buscamos acompañar en esta transición, porque va a tomar un tiempo que Conaf tenga presupuesto y condiciones que le permitan manejar estos parques”.

El acuerdo establece, entre otros asuntos, que la fundación podrá influir en los criterios para la licitación de infraestructura turística, que no es de cualquier tipo: “Buscamos que sea un modelo de concesión, moderno y vanguardista”, informa Morgado. La Conaf en un par de meses va a llamar a licitación: “Pensamos que deberían estar operando ya en octubre próximo, para la temporada 2019-2020”, indica la mujer que conoció a Tompkins a comienzos de los noventa, cuando el millonario filántropo estadounidense llegó hasta su agencia para contratar un viaje de turismo-aventura en el Biobío. “Fue cuando cambió mi vida”, señala Morgado, que en 1995 comenzó a trabajar con él.

–¿Con qué se queda la fundación?

–Donamos la totalidad de nuestras tierras (530.000 hectáreas). Nosotros no tenemos ni una hectárea a nuestro haber, de los terrenos comprados para la conservación. Antes de la gran donación de 407.000 hectáreas que hicimos durante el último gobierno de la presidenta Bachelet (la red de parques de la Patagonia, que supuso la creación de cinco parques nacionales y la expansión de tres que existían, los que suman 4,5 millones de hectáreas bajo el máximo estándar de conservación) habíamos ayudado a crear el parque nacional Yendeyaga en el primer gobierno del presidente Piñera. Antes, el parque nacional Corcovado, en el período del presidente Lagos.

–¿Están listos todos los decretos que declaran parques nacionales a los cinco parques (Pumalín, Patagonia, Melimoyu, Cerro Castillo y Kawésqar)?

–Todos son oficialmente parques nacionales, salvo el Kawésqar, cuyo decreto está pendiente, pero se encuentra en Contraloría. Falta la toma de razón. Del parque nacional Patagonia salió el decreto el martes. Es importante destacar que todos estos parques que hemos ayudado a crear ha sido donación de territorio. Lo que cambia en esta oportunidad –al donar Pumalín y Patagonia–, es que estamos donando dos parques nacionales completos. No solo desde el punto de vista ecosistémico, sino completos en lo referente a la infraestructura de uso público.

–¿Qué infraestructura tienen Pumalín y Patagonia?

–Ambos parques tienen hotel, restaurante y una red de senderos para poder apreciar esos ecosistemas, además de áreas de camping.

–¿Cuánto se ha invertido a lo largo de estos años en ambos parques?

–Unos 120 millones de dólares, que consideran las tierras. Nosotros los donamos con una sola condición: que se mantengan como parques nacionales. Si alguien llegara a desafectar Pumalín o la parte que donamos de Patagonia, nos tendrían que devolver la tierra. Pero sabemos que en Chile esto no ha sucedido casi nunca. Chile es un país que tiene una inmensa tradición republicana en la creación de parques, aunque nos falta ponernos un poquito a la altura con los presupuestos que tenemos para dichos parques.

–¿Cuáles son los criterios con los que se van a tener en cuenta para la licitación de infraestructura turística?

–Es lo que estamos trabajando en una mesa técnica con Conaf, porque desde nuestra experiencia –la gestión de 25 años en Pumalín y 15 años en Patagonia– podemos ayudar a descifrar cuál es la mejor manera de entregar esto en concesión. La infraestructura de uso público es pequeñita: menos del 1% del total del área de conservación.

–¿En qué consisten esos modelos de concesión “modernos y vanguardistas” que buscan para Pumalín y Patagonia?

–Por ejemplo, deben incluir elementos que ayuden a la conservación de los parques. Nosotros como Fundación Tompkins nos hemos asesorado por una empresa internacional que se llama Conservation Capital, que orienta a países en cómo llevar estos temas. Para entender y, al estar sentados en una mesa con Conaf, decirles: “Miren, esto es lo que está sucediendo en el mundo. Mira, esto se usa ahora en vez de esto otro”.

–¿Por ejemplo?

–Por ejemplo, en todas partes del mundo, las buenas concesiones van a periodos largos de tiempo: entre 25 y 30 años. En muchas experiencias del mundo, en general, la renta concesional de un concesionario es de alrededor de un 5%.

–¿Se va a concesionar la jardinería?

–Cada concesionario debería hacerse cargo de su área de paisajismo. Es necesario reiterar que en Chile nuestro caso es único y no solo porque la donación es grande, sino porque donamos con infraestructura. Entregamos piezas hasta con sábanas. Los restaurantes con la loza. Uno podría decir: “Puro oro”. Pero no es puro oro, porque todo eso que está ahí, requiere de un nivel de mantención detalladísimo.

–Ambos parques son de clase mundial: no hay ni una tabla que falte en los senderos. ¿Cuánto cuesta anualmente la mantención Pumalín y Patagonia?

–La operación de ambos parques cuesta unos 1,8 millones de dólares anuales. Tenemos un estándar de mantención altísimo que en estos últimos dos años fuimos bajando de manera de ir preparando el camino.

–Porque, claro, Conaf no tiene tantos recursos: alrededor de 17 millones de dólares anuales para toda la red del Sistema Nacional de Áreas Silvestres Protegidas del Estado (SNASPE)…

–Nunca hemos pensando que Conaf tenga el problema, sino el país. Chile no ve a los parques como motores de economías locales, sino como tierra dejada de lado para la conservación. En Estados Unidos, por cada dólar invertido para infraestructura en un parque nacional, hay entre seis y diez dólares de retorno en la economía circundante. En Chile los parques nacionales no han sido mirados como activos donde vale la pena invertir y donde se juntan dos cosas esenciales: la activación de una economía en torno a las comunidades locales y la preservación de nuestro ecosistema.

–¿Se van a licitar por separado los hoteles, restaurantes, red de senderos y camping?

–No es el mismo perfil la gente que opta por un hotel y restaurante que la gente que opta por un camping o un grupo de áreas de camping. Van a distintos tipos de empresarios por el nivel de inversión requerida.

–¿La idea es que los concesionarios reinviertan en el parque?

–Es un componente que ya se está usando en Chile, en el Radal Siete Tazas, que se utiliza mucho a nivel internacional: que los concesionarios turísticos deban reinvertir un porcentaje de sus ganancias, que van del 1% al 3,5%. Pero en algo que no tenga relación directa con su propio negocio. Por ejemplo: si manejo un restaurante, reinvierto en un sendero. Algo como devolverle la mano al parque. Es la manera en que involucras al concesionario y una tremenda ayuda para Conaf, que tiene un presupuesto bastante precario. Pumalín y Patagonia son de primer nivel y necesitan empresarios de primer nivel.

–La infraestructura de uso público es de 1%. ¿Se podría expandir?

–Estamos entregando posibles áreas de expansión, donde los futuros concesionarios puedan expandirse, para que el negocio sea rentable. Siempre siendo un porcentaje mínimo respecto del resto del parque y no compitiendo con las comunidades aledañas.

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Carolina Morgado, directora ejecutiva de Tompkins Conservation Chile.

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