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Gabriel Gaspar: “Podríamos acatar el fallo de La Haya, pero no cumplirlo”

El exembajador en misión especial para la demanda de Bolivia, socialista, señala que “la Constitución chilena impide ceder territorio” y que Chile debe retirarse del Pacto de Bogotá: ¿Entregarnos de manitos cerradas y calladitos a un ente externo como la Corte Internacional de Justicia? No”.

Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 21 de septiembre de 2018 a las 04:00 hrs.
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El 1º de octubre se celebrará la lectura de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia por la demanda marítima boliviana. Para el socialista Gabriel Gaspar –cientista político, subsecretario de Guerra en el gobierno de Lagos y embajador en misión especial para la demanda de Bolivia entre octubre de 2015 y marzo pasado– “el juicio es un capítulo de un conflicto mayor que requiere una conducción central político-estratégica del Estado chileno”. Por lo tanto, opina el ariqueño, “Chile no puede dejar el asunto exclusivamente en manos de los abogados”.

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Se explica:

-“Todo demuestra que el Estado mayor boliviano combina diplomacia, comunicaciones y política con la dimensión jurídica. Lo está haciendo todo y lo está haciendo bien. Mientras, nosotros tenemos a unos caballeros diciendo: ‘Este es un tema puramente jurídico, esperemos con confianza”.

-¿No es una buena estrategia la chilena?

-Es reductivo y estrecho un enfoque que se quede solo en los aspectos jurídicos y, particularmente, en la demanda. Bolivia juega con una batería de estrategias y de políticas convergentes para presionarnos y conseguir su objetivo: una salida soberana al mar. Actualmente tiene una salida, por los puertos de Arica y Antofagasta, pero quiere que se la regalemos. Por lo tanto, si estamos frente a una ofensiva, lo que corresponde es diseñar una estrategia alternativa y tiene que ser en los mismos frentes en los que nos están desafiando: en el político, comunicacional, diplomático y jurídico. La defensa nunca es estática. Nadie se queda inmóvil esperando el ataque del día siguiente. Chile debe ser activo en la espera de este fallo.

-¿Califica de estática la posición de Chile en los días previos al fallo?

-Si la reducimos a lo jurídico, no solo es estática, sino ineficiente. Lo comprobamos con “las cuerdas paralelas” con Perú: no sirvió de nada. Fue el origen del problema con Bolivia.

-¿A qué se refiere? Eso fue durante el primer gobierno de Piñera…

-En el juicio que presentó Perú por el límite marítimo, los peruanos desconocieron los acuerdos del ‘52 y del ‘54. Nosotros, en cambio, planteamos la vigencia de esos tratados. Mientras tanto, los peruanos nos dijeron: “Encapsulemos esto en La Haya. Dejémoslo allá. Tengamos una buena relación económica y de turismo, etcétera”. Nosotros terminamos por aceptar el discurso peruano de “las cuerdas paralelas” y entregamos señales: como ir a Lima a brindar con pisco sour. Yo me pregunto, ¿condecoraríamos ahora a Evo Morales? Bueno, en aquella época condecoramos a Alan García.

-¿Qué señal se le transmitió al mundo?

-Que no había ningún problema. Y los bolivianos, entonces, luego de que fracasara la agenda de los 13 puntos, dijeron que llevarían el tema a La Haya. Alguna vez les manifesté a académicos bolivianos que eso sería un error, porque se contaminaría la relación entre ambos países. Me respondían: “Hermano, no te preocupes, si los chilenos no se molestan si los demandan ante La Haya. Mira cómo están con los peruanos: a besitos. Condecorando a Alan García y brindando con él en Lima”. Existe gente que dice que ese juicio con Perú lo ganamos –varios amigos míos entre ellos–, pero la sentencia dijo que el paralelo llegaba hasta la milla 80 y no hasta la 200, como decía el tratado del 52. En definitiva, Chile perdió 20.000 y tantos kilómetros de presencia oceánica. Arica –mi ciudad– dejó de tener salida a las aguas internacionales. En definitiva: lo de “las cuerdas paralelas” con Perú abrió un forado y pavimentó el camino a la demanda boliviana.

“Dividir a Chile”

-¿Ha sido exitosa la estrategia multifacética del Estado boliviano?

-Ha tenido logros respecto de algunos objetivos. Bolivia ha tenido éxito en plantear su demanda comunicacionalmente en el plano internacional. Tenían otro objetivo en el que les ha ido pésimo: dividir a Chile y mostrar que una cantidad importante del pueblo chileno estaba de acuerdo con la demanda.

-¿No existe ahora el riesgo de que algunos sectores políticos se descuelguen?

-No ha pasado hasta ahora. Necesitamos cohesión nacional. La unidad creo que la tenemos, pero lo relativo al fallo hay que ponerlo en la agenda. Porque no se trata de envolverse en la bandera chilena al día siguiente de la sentencia, sino formar una sólida conciencia maciza que enfrente dos asuntos. Uno largo y permanente: qué estrategia de política vecinal sigue Chile frente a Bolivia. El segundo aspecto es inmediato: qué hacemos con el fallo.

-¿Y qué hacemos con el fallo?

-El fallo no va a decidir nada.

-¿Cómo que nada? ¿Qué cree que va a decir la sentencia?

-La sentencia de La Haya puede decir cualquier cosa, pero no puede entregar soberanía ni nosotros lo vamos a permitir.

-La corte podría decir que Chile tiene una obligación de negociar un acceso al Pacífico y que está pendiente de cumplimiento…

-Si nos dicen “conversen, muchachos”, nosotros podemos decir: “Por supuesto, siempre hemos querido conversar. Y para conversar no era necesario hacer este escándalo, envenenar las relaciones y terminar con un canciller como Choquehuanca que vino a Chile a un acto de provocación y llamó a derramar sangre”. Eso fue solo hace un año y medio atrás y ahora Morales nos viene a decir que somos “hermanos”.

-Pero sería una mala noticia que la corte señalara que Chile tiene una obligación de negociar y que está pendiente de cumplimiento…

-Claro. Y sería incumplible para nosotros: la Constitución chilena impide ceder territorio. Como Estado chileno no puedo aceptar ninguna obligación que vaya en contra de mi Carta Fundamental.

-¿Cree que hay espacio para que Chile no cumpla el fallo?

-Podríamos acatar el fallo de La Haya, pero no cumplirlo. Me gustaría ver qué autoridad chilena aceptaría una cesión territorial y cuánto dura.

-¿Cómo es eso de acatar y no cumplir el fallo?

-Es un principio que desarrolló Colombia en el último diferendo y hubo un acuerdo nacional desde las FARC hasta Uribe.

-Si no va a cumplir los fallos, ¿para qué Chile va a La Haya?

-Porque se supone que La Haya aplica el derecho. Lo que uno espera de un tribunal es que aplique el derecho y no que lo interprete 100 años después.

-O sea, si no nos gustan los resultados, ¿pensamos que el tribunal no aplica el derecho?

-¿Y si es contrario a los intereses nuestros?

-Mala suerte.

-Pero ¿qué importa más? ¿Quedar bien con La Haya o defender los intereses de Chile?

-¿Qué diría de Chile la comunidad internacional?

-Afuera se dice que los chilenos no saben defenderse, que se dejan arrinconar. Y yo creo que tienen mucha razón. A mí me interesa Chile.

-Al escucharlo pareciera que es cierto lo que dijo el exembajador Carlos Parker: que nadie en Chile cree que ganaremos en La Haya…

-¡Pero si ya vimos lo que pasó en el fallo con Perú!

“Chile debe salirse del Pacto de Bogotá”

-La académica Paulina Astroza explicó que “si la corte es coherente con lo que ella misma indicó en la sentencia de la Excepción Preliminar, en cuanto a que no es competente para determinar el resultado al que se debe llegar por la negociación, solo puede declarar una obligación de conducta o medio, no de resultado”.

-Pero si la corte fuera coherente no habría aceptado esta competencia, porque este tratado de 1904 es previo a la Constitución del Pacto de Bogotá.

-Usted, entonces, es de la idea de que se puede esperar cualquier cosa para el 1º de octubre…

-Sí. La Haya es un tribunal que no tiene segunda instancia y puede decir lo que quiera. Pero ¿qué vamos a hacer los chilenos? Eso lo decidimos nosotros. Y ahí yo vuelvo al alegato del Pacto de Bogotá.

-Usted es de la idea de que hay que salirse.

-Por supuesto, categóricamente. ¿Por qué? Lo firmamos en 1949 cuando habíamos estructurado nuestro terrirorio. Por lo tanto, los conflictos que hubiesen, serían resueltos pacíficamente, a lo que siempre estamos disponibles. Pero Perú nos desafió y nosotros aceptamos que la integridad territorial de Chile sea dirimida por un ente externo, que en este caso es la corte. Y la potestad de la corte nace del Pacto de Bogotá. De los 34 países que componen el hemisferio, solo 13 lo han ratificado. Chile, por lo tanto, debe salirse del Pacto de Bogotá para recuperar la capacidad de decidir por nosotros mismos nuestra integridad territorial.

-¿Eso significa que se renuncia a una solución política?

-No, si la queremos. Puede haber soluciones directas, arbitrajes, en fin. Hay muchas fórmulas. Pero ¿entregarnos de manitos cerradas y calladitos a un ente externo como la Corte Internacional de Justicia? No.

-Usted dice que la espera del fallo no puede ser pasiva, que podemos no cumplir la sentencia y que nos deberíamos salir del Pacto de Bogotá. ¿No es caminar hacia una confrontación mayor?

-¿Y cuando yo desconozco un tratado no camino hacia la confrontación mayor?

-¿Qué debería hacer Chile en los días previos a que se conozca la sentencia?

-Hay que colocar el tema en la agenda en su multidimensionalidad. Fomentar la más amplia unidad nacional, pero no solo de los partidos, sino de los poderes del Estado. Tiene que estar el Poder Judicial, el Congreso, la Contraloría, el Gobierno. Hay espacios para eso: está el Consejo de Seguridad Nacional que debe ser convocado antes y no después de la lectura de la sentencia.

-¿No es eso agresivo?

-¡Pero si para eso existe! La última vez que lo citamos fue para el fallo con Perú y se le citó después. Es un magnífico ejemplo de cómo no hay que hacer las cosas.

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