La nueva vida de Felipe Morandé en la OCDE, explorando la diplomacia

El exministro de Transportes del primer gobierno de Sebastián Piñera, el economista Felipe Morandé, tiene una amplia trayectoria que lo avala como embajador de Chile ante la OCDE. Sin embargo, asegura que el aterrizaje en Paris “ha sido gradual”, pues para el ingeniero comercial de la Universidad Católica, con un doctorado en la Universidad de Minessota, el organismo internacional “es una institución gigante y compleja” y que por razón de su cargo, “además de las discusiones de políticas públicas, que son fascinantes, he tenido que asimilar el ‘modo diplomático’, que a veces no va con mi personalidad”, confiesa.

También reconoce sin tapujos que “más allá de las empanadas, el pisco sour, la cordillera nevada, la familia y los amigos” no extraña mucho, porque “el trabajo acá es muy interesante y relevante para el país, en tanto que París es espectacular”.

Morandé tiene la convicción de que representar a nuestro país ante el organismo tiene un significado especial por la importancia que en Chile se le asigna a la OCDE “en cuanto referente de políticas públicas de calidad”.

El embajador tendrá oportunidad de compartir sus impresiones con el presidente Piñera, ya que Francia es la primera escala de la gira por Europa, que inicia hoy.

- ¿Cómo se ve Chile desde Francia, en el contexto de América Latina?

- Chile sigue siendo visto como un país señero en el contexto latinoamericano y también en la órbita de los países emergentes en general.

- ¿Diría que el debate acerca de si el sistema tributario, en el marco de la reforma, debe ser integrado o no, está demás a estas alturas?

- La integración del sistema tributario hace que la carga del impuesto a la renta la soporten las personas naturales (dueños de empresas, rentistas, profesionales, trabajadores en general) y que este impuesto pueda ser progresivo. Es más simple y es, por lo demás, lo que recomienda la OCDE, en cuanto a que la progresividad debe estar en el impuesto a las personas. Para los dueños de empresas (accionistas) que están afectos a una tasa superior a 25 o 27%, la integración también provee un incentivo a la reinversión de utilidades, al crecimiento de la empresa, del empleo y de la economía.

- ¿Estamos atrasados en ese debate respecto del resto de los países de la OCDE o está ocurriendo también en otras naciones?

- En el mundo hay diversas variedades de sistemas tributarios. La OCDE no necesariamente apoya un sistema integrado o uno desintegrado, respecto del impuesto a la renta, pero sí apoya sistemas simples y claros, como el propuesto por el proyecto de ley del gobierno, así como una escala progresiva del impuesto a la renta de las personas. También en la actualidad se está trabajando en una armonización internacional de regímenes respecto a los impuestos llamados digitales, aceptándose que transitoriamente los países puedan cargar un impuesto de tasa baja a las plataformas digitales internacionales, tal como lo ha propuesto el gobierno. También se mira con simpatía la forma que se está proponiendo para calcular los impuestos por emisiones de CO2.

- ¿Hay expectativas favorables acerca de Chile, con el 3,6% de crecimiento proyectado por la OCDE?

- La actualización de las proyecciones de la OCDE para Chile se conocerán el próximo mes, pero como ha pasado ya con el Banco Central, el FMI y el Ministerio de Hacienda, es muy probable que se corrijan al alza tanto para 2018 como para 2019. La novedad es que vendrá también una proyección para 2020, lo que nos permitirá una idea de cómo ve la OCDE eventuales avances proyectados en el PIB potencial.

- ¿Exagera tal vez Hacienda al elevar las expectativas a 4,1%?

- No, es coincidente con la proyección del BC y también con el FMI. Además, para crecer 4,1% este año solo se requiere crecer al 3% en el segundo semestre, cuestión que parece abordable, especialmente visto el comportamiento de la industria manufacturera y del comercio en los últimos meses, además de la recuperación de las expectativas empresariales.

- Todos los gobiernos hablan del salto de Chile al desarrollo, pero no parece tan cercano, ¿qué falta, a su juicio, para llegar a eso?

- No está a la vuelta de la esquina, pero tampoco debiera tomarnos más de una década si implementamos buenas políticas públicas. El gobierno tiene en su agenda empujar por un desarrollo integral, lo que implica un crecimiento económico sostenido de alrededor de 4% anual como condición necesaria. Esto, a su vez, necesita una inversión dinámica, un saludable crecimiento del empleo y que la productividad vuelva a crecer 1% o más por año. Esta última parte es tal vez la más compleja, porque se requiere mejoras significativas en las cualificaciones del capital humano (capacitación y educación) y un ambiente propicio a la innovación y el emprendimiento.

- ¿En qué debates se está quedando atrás Chile?

- Ciertamente que hemos perdido mucho tiempo discutiendo sobre financiamiento de la educación y no sobre lo que importa más, que es la calidad de la misma. Acá en Francia a los niños desde pequeños se les está enseñando a codificar digitalmente para que sean capaces después de innovar y apreciar el mundo digital que les rodea como una oportunidad de desarrollo personal y profesional.

- ¿Políticamente, mirados desde Europa, seguimos siendo percibidos como un país estable, serio y responsable?

- Ciertamente, estable, serio y responsable, y también con problemas que comparte con los países más desarrollados, como los efectos positivos y negativos del rápido avance de las tecnologías de información.

- ¿A qué debe aspirar la economía nacional en estos cuatro años?

- Yo diría que como meta, a recuperar el crecimiento potencial. Dos puntos porcentuales más hacia fines de 2022, comparado con 2017, sería un gran resultado.

- ¿Son beneficiosos también para Chile el libre comercio y multilateralismo?

- Más que beneficiosos, yo diría que son absolutamente indispensables. Sin libre comercio y multilateralismo Chile abortaría su camino al desarrollo, porque somos una economía pequeña totalmente integrada al mundo.

Angel Gurría, secretario general de la OCDE, junto a Felipe Morandé.