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La primera señal

Alejandro Fernández Director Ejecutivo Instituto de Estudios de la Sociedad (ies)

Por: | Publicado: Viernes 22 de diciembre de 2017 a las 04:00 hrs.
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Sebastián Piñera finalmente obtuvo un triunfo contundente.

Sin embargo, sería un error asumir que una gran mayoría de los chilenos “giró hacia la derecha”. Primero, porque si bien la participación electoral subió considerablemente en segunda vuelta, un 50% de chilenos no votó. Además, si sumamos los votos de Sebastián Piñera y José Antonio Kast en primera vuelta no llegan al 45%. Los 800 mil votos adicionales que obtuvo en el balotaje probablemente provengan del llamado centro político, compuesto por ex votantes DC, “viudos” de la Concertación y amplios sectores de clase media, cuyas preferencias no pueden atribuirse con facilidad a un sector político u otro. No sería extraño que en el corto plazo pasen a ser opositores del próximo gobierno.

En ese contexto, y con este indefinible votante (habrá que esperar varios meses para conocer datos por mesa), Piñera tiene el gran desafío de lograr fidelizar a esos electores y ampliar su base de apoyo si quiere tener gobernabilidad y proyectar su sector político hacia el futuro. Para ello, deberá comenzar por representar adecuadamente esa diversidad de sensibilidades en su gabinete de ministros y subsecretarios.

En términos concretos, esto significa incorporar en forma lo más equitativa posible a hombres y mujeres, no solo porque en nuestro país ya no es presentable un gabinete sin presencia femenina, sino también porque incorporar mujeres permite analizar y responder a los problemas sociales considerando la mirada de ese 50% de la población. Representar esa pluralidad también implica integrar personas con distintas trayectorias de vida y donde se exprese el discurso meritocrático que este sector dice defender y promover. No debiera volver a repetirse un gabinete donde la gran mayoría provenga de colegios particulares del barrio alto.

Asimismo, se requiere un gabinete con experiencia, pero que también apueste por rostros frescos y jóvenes, que comprendan el Chile actual y que puedan estar en 4 u 8 años más disputando elecciones parlamentarias y presidenciales. Para eso, Piñera deberá estar dispuesto a no ponerse primero en la foto y darle mayor protagonismo a sus ministros y, eventualmente, a sacar del Congreso a parlamentarios como Felipe Kast y Jaime Bellolio. Salvo excepciones, sólo desde el gobierno los políticos logran transformarse en figuras de carácter nacional, con amplio conocimiento y proyección política.

Finalmente, se requiere ministros que hagan del servicio público una vocación de vida y que, por lo tanto, tengan un compromiso que trascienda el gobierno, ya sea para que a su salida de La Moneda compitan en cargos de elección popular (la exposición pública que tienen los ministros los deja en una posición privilegiada para competir por el Congreso), o bien se incorporen a centros de estudios, fundaciones o municipalidades. Por el bien de Chile y su sector, los futuros ministros de Piñera no debieran terminar en la gerencia legal de una gran empresa, como ocurrió con su primer ex ministro del Interior, sino trabajando incansablemente por ganar el gobierno como, por el contrario, sucedió con su otro ex jefe de gabinete.

Si la conformación de su primer gabinete responde a ello, estará enviando una señal de haber entendido, al menos en parte, a este aún indescifrable votante. 

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