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La segunda vuelta y los 28 días de alta tensión

El balotaje se jugará centímetro a centímetro. Tanto Piñera como Guillier deberán actuar con la precisión de un cirujano

Por: Rocío Montes | Publicado: Lunes 20 de noviembre de 2017 a las 04:00 hrs.
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Si consideramos que en el seno del piñerismo en algún momento se señaló que un triunfo en primera vuelta era una meta alcanzable y que luego fijaron las expectativas unos puntos por sobre el 40%, el resultado de este domingo justifica las caras de preocupación y el silencio que por largos ratos reinó en el equipo de campaña de Sebastián Piñera.

 El 36% le asegura pasar como el candidato con mayor votación con miras al balotaje del 17 de diciembre, por cierto, pero no le garantiza nada. De hecho, la suma de los votos de la centroizquierda –considerando como representantes de ese sector al resto de los candidatos, salvo José Antonio Kast– supera cómodamente al de la centroderecha.

 Es, precisamente, uno de los nudos que deberá resolver Piñera si lo que quiere es calzarse por segunda vez la banda presidencial en marzo próximo.

 Resulta evidente que la arremetida de distintas figuras de la UDI llamando a no votar por Kast resultó inútil: el diputado sorprendió con casi un 8% de los votos, ubicándose en un cuarto lugar. Pero, a la luz de lo que sucedió este domingo, el temor instalado en el piñerismo demostró tener bases concretas: el parlamentario ex UDI le robó una porción importante de votos a Piñera y mermó su base de apoyo, pese a su estrategia discursiva que buscaba mantener amarrado al sector.

 Una de las tareas fundamentales del expresidente durante los próximos 28 días, en ese sentido, será conquistar a un electorado de la derecha conservadora, sin descuidar sus guiños hacia el centro político y evitar ser acusado de “derechizarse”.

 Un mínimo de congruencia por parte de Kast –que construyó una candidatura presidencial en base a un llamado a “derrotar a la izquierda”, a la que achacó durante semanas los principales males de Chile–, hace presumir que el hoy excandidato intentará endosar sus votos a Piñera, si es que realmente un candidato tiene ese poder.

El punto es, ¿a cambio de qué?

En los debates y entrevistas previos a la primera vuelta, Kast dejó claro que él apoya ideas vinculadas con la derecha dura. La misma que representa a un sector nostálgico del pinochetismo y que votó por un abanderado que prometió como primera medida de su gobierno una ley para revertir la despenalización del aborto en tres causales y que, de manera evidente, ha reivindicado el régimen de Pinochet.

 En círculos políticos se comenta que los votos de Kast van a pasar naturalmente a Piñera. Se argumenta que el votante del diputado difícilmente va a apoyar a la centroizquierda. Pero aunque fuera de esa forma, la mayor duda es la cantidad de esos votantes que efectivamente participarían a una segunda vuelta.

 Piñera, que ha sido llamado a modernizar a la centroderecha en el país, tendrá que evitar un endurecimiento extremo de su discurso.

Un país no derechizado

 Si bien estudios de opinión pública demuestran que Chile se ha derechizado en estos últimos cuatro años, la votación que este domingo obtuvo el oficialismo y los sectores de izquierda críticos al gobierno matizan esa premisa.

 El expresidente, adicionalmente, deberá encarar esta segunda vuelta haciéndose cargo del ruido que el 36% generará en sus huestes. Aplacar el nerviosismo y evitar que la correlación de fuerzas que arrojarán los resultados parlamentarios tensionen en mayor medida a los partidos de Chile Vamos, el principal sostén y fuerza de venta de Piñera.

 Pero para desgracia del candidato, no es el único factor de riesgo. Si bien es cierto que esta es su tercera campaña presidencial, que ya fue presidente –por lo que se presume tiene oficio–, deberá cuidar en extremo cada paso que dé en estos 28 días. Evitar los “autogoles” o desempeños deficientes en entrevistas. Un ejemplo claro es el de su reciente y cuestionado paso por el programa de televisión Tolerancia Cero. Según reconocieron en el seno interno del piñerismo, ese episodio fue la causa de una leve caída en las encuestas internas.

 En el otro lado de la acera –en la centroizquierda–, el panorama está también revuelto.

 El Brexit en el Reino Unido, Trump en Estados Unidos, el plebiscito en Colombia y el alcalde Jorge Sharp en Valparaíso. Cuatro ejemplos usados en el Frente Amplio para contener el ánimo de los votantes de Beatriz Sánchez ante las distintas encuestas que se hicieron en el país y que le daban –todas– menos del 20% de las preferencias.

 La última Cadem publicada antes del período de silencio pre electoral, de hecho, le dio 14%. La CEP de septiembre-octubre le auguró un 8,8%.

 El 20,33% conocido anoche –la sorpresa de la jornada– ubica a la candidata y al Frente Amplio como los grandes ganadores de esta primera vuelta. De sus decisiones dependerá, en buena medida, el futuro de la candidatura de Guillier. De su capacidad de poner a disposición su fuerza política, aunque ya hayan aclarado que de ninguna forma serían parte de un eventual Gobierno del periodista.

 Probablemente el principal escollo que deberá sortear el abanderado oficialista pasa por conquistar a un electorado que surge como una crítica a la Nueva Mayoría y, en particular, a la cuestionada transición concertacionista. Es una convicción que anoche –incluso antes de tener los resultados finales–, sinceró Carlos Ruiz, uno de los ideólogos del conglomerado. “Se acabó la hegemonía de la Concertación sobre la izquierda en Chile”, señaló a través de las redes. Porque el senador, para el votante duro del Frente Amplio, representa justamente eso: el establishment político y la esencia del conglomerado que la nueva coalición de izquierda aspira a reemplazar.

Guillier, el candidato rehén

 Considerando que Beatriz Sánchez al menos triplicó en votación a la candidata democratacristiana Carolina Goic, la lógica indica que Guillier debe partir cuanto antes a buscar el botín del electorado de la periodista. El nudo está, sin embargo, en la conveniencia de radicalizar en parte su discurso y propuestas para sintonizar con las bases de apoyo del Frente Amplio.

 El senador por Antofagasta, en paralelo, tiene la difícil misión de cuidar las sensibilidades de la DC y evitar una fuga de ese votante moderado y de centro hacia la candidatura de Piñera.

 Es por esto que se habla de que Guillier, estos 28 días, queda como “rehén” de ambos bandos. Por mucho que la DC aparezca como la gran derrotada de estas elecciones, el periodista deberá hacerse de una habilidad política –que hasta ahora no se aprecia con claridad– para moverse con éxito entre ambas almas.

 Pero hay al menos dos puntos que juegan a favor de Guillier. Primero, que trató con guante blanco a su “amiga y colega” Beatriz Sánchez. De alguna forma, esa precaución le baja el costo a los votantes del Frente Amplio dispuestos a dar el paso. Segundo: Goic ya anoche le hizo un gesto claro, pese a lo debilitada que quedó al obtener menos de un 6% de los votos a nivel país.

 En la centroizquierda merece una mención especial Marco Enríquez-Ominami. Aunque alejado del 20% que obtuvo en 2009 y del 11% de 2013, sus 5,7 puntos de esta elección no son votos que Guillier pueda darse el lujo de despreciar.

 Todavía resuena en la política nacional el tibio respaldo que el líder del PRO dio a Eduardo Frei hace ocho años, cuando llamó a apoyar “al candidato del 30%” para la segunda vuelta de 2010. Fue en ese minuto en que pasó casi a ser un paria en la izquierda chilena, donde se le sindica como uno de los responsables de la primera victoria de un candidato de derecha en democracia. Pero MEO –que ha dicho que ha madurado y ha dado a entender que comprendió el error cometido– anoche informó que votaría por Guillier y que llamaba a darle su apoyo en diciembre.

 El problema para el candidato oficialista –que necesita de su 5%–, es las probabilidades de éxito que tenga el llamado de un candidato como Enríquez-Ominami que no trató precisamente con guante blanco a su adversario. Cabe preguntarse, por lo tanto, si el electorado del PRO podrá superar rápidamente las diferencias con Guillier, con el mismo pragmatismo que su líder.

La segunda vuelta se jugará centímetro a centímetro. En estos 28 días, tanto Piñera como Guillier deberán actuar con la precisión de un cirujano para definir sus respectivas estrategias políticas.

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