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Larraín: “El punto de partida es tan bajo que un rebote económico-social lo debiera apreciar el próximo electorado”

En su tradicional estilo, el exsenador aborda el nuevo mandato de Sebastián Piñera, la irrupción del Frente Amplio y la relación con la DC.

Por: Rodolfo Carrasco | Publicado: Viernes 13 de abril de 2018 a las 04:00 hrs.
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A pesar de no estar en la primera línea de la política, el expresidente de Renovación Nacional se encuentra muy pendiente de la marcha del actual gobierno y, por lo mismo, junto con analizar el primer mes de Sebastián Piñera en La Moneda, pone énfasis en los desafíos futuros de Chile Vamos, la relación con el nuevo Congreso y la cercanía con la Democracia Cristiana.

- ¿Cómo califica este primer mes de gobierno del presidente Piñera en comparación con el mandato anterior?

- Este primer mes ha sido muy exitoso, está mucho más equilibrado, hay más afirmación del enfoque que aporta la derecha a la vida social, no hay afanes de mimetismo como hubo tanto en la primera administración de Piñera. El gobierno ha demostrado madurez y serenidad. Han desechado esa tentación que estuvo muy presente la vez anterior de estar produciendo noticias las 24 horas, lo que llevaba a una suerte de nerviosismo por estar presente, siendo que hoy lo que más se necesita es serenidad y enfocarse en los temas centrales. Separar el trigo de la paja y el grano; y eso se está haciendo.

- ¿Es posible que tenga la tradicional “luna de miel” por estar al principio de mandato?

- Yo no veo ninguna luna de miel de la izquierda y, al contrario, muchos deseos de frustrar el gobierno de Sebastián Piñera; por lo tanto, luna de miel no he visto.

- ¿Cómo visualiza la relación que tendrá con un Congreso distinto al de hace cuatro años?

- El Congreso está muy influido por la irrupción de una izquierda más exaltada a llevar el pandero, porque en materias políticas siempre el que puntea va condicionando a los que van en el lote, pero aun así creo que el gobierno se está beneficiando de una realidad y es que en la izquierda hay una cuota de anarquismo muy fuerte que les impide ponerse de acuerdo.

- ¿Eso quiere decir que el gobierno debe seguir buscando entendimientos en la oposición principalmente con la DC?

- Yo he cultivado la relación teórica -admito- con la DC hace muchos años. Hay que demostrar que RN, en particular, es el partido menos distante de las bases DC y eso hizo que en la elección pasada muchos votaran por los candidatos de RN, porque nos vieron como los más parecidos, cosa que es real. Ahora, desgraciadamente la DC estuvo de acuerdo en elegir las dos mesas de las cámaras favoreciendo a la izquierda y eso les va a pasar la cuenta a la larga.

- ¿En qué sentido?

- En que se siguen desdibujando. Si hay algo que “ayuda” a este gobierno, aunque es malo para el país, es que el legado que quedó de la Nueva Mayoría, es el rechazo muy bien fundado al socialismo en todas sus definiciones. Por tanto, ahí había un punto de partida óptimo para que la DC hubiera dicho: Nosotros acompañamos al gobierno de Bachelet, pero parece que esto no da para más y el electorado nos castigó y, al parecer, esa lección no la han aprendido.

- ¿Qué tan complejo será para el gobierno entenderse con el parlamento considerando que entre los propios partidos hay distintas facciones?

- Siempre es posible que se produzcan acuerdos sobre mínimos comunes ordenadores, hay tantas cosas tan importantes sobre las cuales durante 30 años estuvimos de acuerdo entre la derecha, el centro y la izquierda. Creo que es el momento para resucitar y restablecer ese entendimiento básico en cuestiones mínimas que no son sólo las económicas.

- ¿Cómo califica el surgimiento del Frente Amplio y la representación que tiene en el Parlamento?

- Es el resultado inevitable de una suerte de desafección que hay con la política en general. Muchos de los que están en el Frente Amplio son maximalistas y los maximalismos en periodos de duda universal tiene una atracción y eso está operando. Aunque han perdido impulso en estos meses y confío en que se ordenen.

- ¿Estamos ante un mandato de cuatro años de la derecha o puede ser de ocho años?

- Por el momento, el mandato es de cuatro años y eso supone mucho trabajo a fondo y urgente, como lo que se está desarrollando, y pasado unos meses veremos si acaso existe una posibilidad de prórroga. No nos falta personal interesado en ser los continuadores y el punto de partida es tan bajo que darle un rebote institucional, económico y social al país es muy posible y eso lo debiera poder apreciar un electorado maduro (en la próxima elección presidencial).

“Morigerar el gasto”

- ¿Cómo se recupera el dinamismo en la economía?

- Desde luego tenemos que competir con países muy desarrollados y estables que están bajando las tasas de impuestos. Cuando EEUU tiene una tasa societaria del 20% y Chile la tiene en 27%, hay que hacerse preguntas, se compite con otros países y eso hay que tenerlo en cuenta. Enseguida, hay que morigerar el gasto fiscal. Temas más viejos que el hilo negro, pero que siguen operando, si no hay inversión hay menos trabajo, eso es un hecho.

- ¿Eso quiere decir que una reforma tributaria debe incluir rebaja en impuestos a las empresas?

- Debiera ser así, aunque no creo que puedan hacerlo, por los tremendos gastos comprometidos por el gobierno saliente, que por ejemplo anuncia gratuidad en la educación y resulta que no estaban los fondos. Realmente Felipe Larraín y su equipo tienen una tarea difícil.


"Bastaba leer el programa de Bachelet para saber que terminaba mal"

- ¿Cómo evalúa el segundo mandato de Michelle Bachelet?

- El gobierno de Bachelet fue muy coherente con el programa de gobierno que anunciaron, bastaba saber leer para comprender que eso terminaba mal, el esquema de la Nueva Mayoría era distinto al de la Concertación, que fue exitosa en muchos sentidos, y eso se dio.

Hubo una influencia muy fuerte, apalancada desde La Moneda, desde el Partido Comunista, y de los del Frente Amplio. Rara vez hubo un empeño tan metódico por reprimir la libertad de enseñanza, aumentar el tamaño del Estado vía impuestos, sofocar la sociedad civil llevando la administración pública a un millón 200 mil personas; la timidez en temas internacionales -léase Maduro- y, en general, una sensación de disolución de la sociedad, que es la herencia que nos ha tocado. Pero nadie puede acusar a Michelle Bachelet de haber engañado a nadie, aunque alguna vez leí a algunos parlamentarios decir: esto no está en el programa. Pero, entonces, no lo habían leído.


Su visión de Chadwick, Moreno y Larroulet

- ¿Cómo ve la convivencia en palacio del ministro Andrés Chadwick y de Alfredo Moreno, considerando el peso político de cada uno, lo que algunos anticipan será complejo?

- La división de funciones es clarísima. Chadwick es el hombre de confianza del presidente Piñera, que sabe cómo quiere que se hagan las cosas en el terreno político, y que padeció la
desorientación política y el caos del primer gobierno, lo que fue tan determinante en abrirle la puerta a la Nueva Mayoría -con control de ambas cámaras- y del Ejecutivo. Esa lección se aprendió y Chadwick es un hombre inteligente y flexible. Alfredo Moreno tiene el súper encargo de sensibilizar al sector empresarial y los sectores medios, que en Chile -asilados en el liberalismo- a veces toman palco respecto de la suerte del país.

Cada uno a lo suyo. Moreno debe sensibilizar a esos sectores y decirles que efectivamente hay que vivir impregnado de la sociedad. No creo que se topen y, al contrario, se complementan admirablemente.

- ¿Cómo ve el rol que está jugando Cristián Larroulet a cargo del segundo piso en La Moneda?

- Aprendió mucho en el primer gobierno y pienso que su aprendizaje central es que no todo se hace por ley y que no estamos a cargo de la refundación de la República, como estimo que él se sintió tentado a creer en el primer gobierno. Hay que ir combinando más.

No pretender hacer todo de cero y él tiene la paciencia y la preparación para modelar el trabajo de este gobierno mejor que antes.

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