Actualidad

Los costos de los errores de cálculo de Burgos

Luego del traspié sufrido en el Senado al no conseguir los votos para que se aprobara la nominación de Enrique Rajevic, el ministro del Interior optó por jugarse la última carta postergando la decisión, lo que comenzó a enredar el proceso por la coincidencia con la designación del fiscal nacional. L

Por: Blanca Arthur | Publicado: Viernes 9 de octubre de 2015 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

La tensión se apoderó del Congreso el martes, cuando se percibía la posibilidad de una dura derrota para el gobierno, encarnada en su ministro del Interior, Jorge Burgos. Temprano, éste se había trasladado hasta la sede legislativa para presenciar la exposición de Enrique Rajevic ante la comisión de Constitución del Senado, aunque su real interés era hacer el último intento con el fin de reunir los votos necesarios que permitieran la aprobación del abogado como nuevo contralor.

Pero era tarde. Pese a todos los esfuerzos desplegados no logró persuadir a los senadores más renuentes del oficialismo, ni tampoco consiguió el compromiso de algunos de oposición o independientes que pudieran garantizarle el éxito. Frente a ese inminente fracaso fue que Burgos optó por jugarse la última carta al recurrir a una fórmula que le permitía postergar la votación en un mes, aunque el presidente de la Cámara Alta, Patricio Walker, anunció que se pondría en tabla la próxima semana.

Pese a que con dicha maniobra dilatoria Burgos ganó tiempo para tratar de insistir, nada indica que saldrá airoso de todo este episodio. En primer lugar, porque hasta ahora no ha logrado conseguir los votos necesarios para Rajevic, pero sobre todo, porque aun cuando finalmente los tenga, podría terminar siendo producto de una transacción para nominar al Fiscal Nacional con los criterios que impongan los senadores.

El propio titular de Interior ha descartado un acuerdo a cambio del respaldo a su candidato a contralor, aunque dado que la próxima semana la presidenta Michelle Bachelet debería definir el nombre del sucesor de Sabas Chahuán que debe ratificar el Senado, parece imposible que se puedan desligar ambas nominaciones.

El problema es que a estas alturas son pocas las herramientas que le quedan a Burgos luego de las erráticas estrategias con que ha conducido todo este proceso, porque teniendo en cuenta que su disposición es insistir en su candidato a contralor, necesariamente deberá transar, con los costos que ello puede tener para la nominación de los de las principales autoridades del país.

Mal manejo

Cuesta entender que un político experimentado como el ministro Burgos, que además ha sido parlamentario por años, errara en todos los cálculos desde el momento en que persuadió a la mandataria de presentar al abogado cercano a la DC, sin contar con el necesario acuerdo con los senadores que aseguraran su aprobación.

Fue hace un mes, luego de que no encontrara consenso en torno a otros nombres, cuando el titular de Interior estimó que la mejor opción era poner sobre la mesa a un candidato para que el Senado zanjara, partiendo del supuesto que por tratarse de una persona que cumplía con las condiciones para el cargo, un posible rechazo haría que los senadores asumieran la responsabilidad.

No obstante, de acuerdo a lo que indican distintos parlamentarios, Burgos no supo manejarse de manera adecuada, al no dialogar todo lo que era necesario para socializar el nombre de Rajevic, lo que culminó en que llegó a la fecha límite sin los votos que se requerían.

Uno de los principales errores que se le imputan es haber dado por descontado que contaría con el respaldo todos los senadores de la Nueva Mayoría, por lo que su apuesta fue tratar de buscar un acuerdo con la oposición para generar un amplio consenso.

Pero no tuvo éxito, porque al final no sólo no consiguió el compromiso de senadores de la derecha, sino que tampoco pudo alinear a todos los oficialistas, lo que le significó sufrir el traspié el martes que lo impulsaron a optar por la maniobra dilatoria.

Como indican en el entorno del ministro del Interior, para éste resultan inexplicables las razones que han esgrimido los parlamentarios para resistirse a apoyar a Raijevic, como los problemas que pudo haber tenido con el pago una beca para estudiar su doctorado en el extranjero, tema que fue aclarado, o sus múltiples asesorías a distintos organismos de gobierno.

Lo que sí Burgos ha reconocido, en cambio, es que el problema de fondo ante el cual incluso asume su responsabilidad, es no haber dialogado lo suficiente como para impedir que esta situación llegara al punto que ha llegado, que es lo que le está pasando la cuenta.

Presión con renuncia

Pese a que durante el proceso el ministro entendió que era difícil lograr el acuerdo en torno a su candidato, en ningún caso se mostró dispuesto a ceder reemplazándolo por otro como sugirieron en un momento senadores del oficialismo, sino por el contrario, optó por apostar todo su capital político en la nominación de Rajevic.

Fue en ese contexto que les hizo saber a muchos parlamentarios que, en caso de que no se aprobara, él renunciaría a su cargo, postura que ratificó públicamente cuando reconoció que sería un fracaso no sólo para el propio postulante a contralor, sino para él, por habérselo propuesto a Bachelet.

Pero además de su postura de manetenerse firme con su candidato, la amenaza de renuncia no fue un elemento que colaborara con su propósito de impedir una derrota.

Tanto es así que la sola idea trasmitida de que podría dejar el cargo fue considerada una estrategia peligrosa, porque tal como se lo plantearon sus cercanos, aun cuando quisiera aparecer asumiendo la responsabilidad, no podía desligar de ella a la Presidenta que fue quién formalmente propuso a Rajevic, aparte de que si cumplía, le generaba un problema adicional al producir una crisis de gabinete.

Eso explica que el lunes, en el comité político con los presidentes de la Nueva Mayoría, se pusiera sobre la mesa el tema de que una derrota en la aprobación al contralor arrastraría a la mandataria, lo que significó el compromiso de los partidos para jugarse por impedirlo.

Lo concreto es que el mecanismo de presión no sólo no fue suficiente para convencer a quienes seguían reacios a respaldar al contralor, sino que además generó un efecto contrario de malestar con Burgos, al acusarlo de recurrir a una fórmula desesperada por su fracaso después de no haber sabido dialogar.

Transar por el Fiscal

Es en este contexto que finalmente se enredó la nominación del contralor. Es cierto que después de la exposición de Rajevic, que los propios parlamentarios calificaron de impecable, a lo que se suman las gestiones no sólo de Burgos, sino de otros ministros además de algunos presidentes de partido, no está descartado que se termine alineando a todos los senadores oficialistas.

Pero como no basta, tampoco se desestima que se esté apostando a conseguir el voto de algún independiente luego de que la oposición se cuadrara en rechazarlo, lo que como no es seguro, se abrió la posibilidad a un escenario de transacción.

Es precisamente el que comenzó a generarse en el Congreso, donde algunos senadores iniciaron diálogos tendientes a buscar un acuerdo que le permita al gobierno aprobar por amplio consenso a su candidato, a cambio de que éste escoja como Fiscal Nacional a aquél integrante de la quina propuesta por la Corte Suprema con el que ellos concuerden.

Pese a que dicha posibilidad ha sido desestimada tanto por Burgos como por los senadores, lo concreto es que los acercamientos entre representantes de la DC con algunos de la derecha existe, e incluso se asegura que habría coincidencia en intentar que el elegido sea el fiscal José Morales, que como admiten en distintos círculos, sería el que prefieren quienes no comparten la forma en que se han llevado adelante las investigaciones de las platas políticas.

Es posible que efectivamente se trate de negociaciones paralelas, pero lo cierto es que la incapacidad de llegar a un acuerdo para la nominación del contralor, necesariamente obligó al gobierno a comprometerse en buscarlo para el caso del Fiscal Nacional, lo que implicaría que los senadores terminarían imponiendo el nombre, sobre todo si las autoridades logran a cambio que se apruebe a Rajevic.

Con ello, Burgos podría anotarse un triunfo con el contralor, pero a costa de no tener opciones de influir para que quien encabece el Ministerio Público sea su candidato, como consecuencia de su error de cálculo al no haber dimensionado el impacto de la falta de diálogo.

Como sea, la situación está en pleno desarrollo, por lo que todo puede pasar, pero de acuerdo a lo que comentan los propios senadores e incluso aceptan en el círculo del ministro del Interior, no son pocos los costos que pagará después de este proceso, comenzando por su debilitamiento como articulador de consensos, que es precisamente la impronta que le ha querido dar a su gestión.

Lo más leído