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Primarias: el fútbol no sería excusa para una baja participación

La cantidad de gente que acuda a las urnas es una de las principales incógnitas de las elecciones de este domingo.

Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 30 de junio de 2017 a las 04:00 hrs.
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Aunque en política los pronósticos son arriesgados, y más aún en estos tiempos, todo parece indicar que la participación en las primarias de Chile Vamos y el Frente Amplio el domingo no será arrolladora. El expresidente Piñera, intuyéndolo, habló este jueves sobre el millón de votantes que pretendía convocar la derecha el 2 de julio. Refiriéndose a la final de la Copa Confederaciones que Chile disputará a las dos de la tarde, el candidato indicó: “Nosotros teníamos una meta, que era un millón de personas, pero probablemente el partido va a reducir el logro efectivo”.

Para Mauricio Morales, director del Centro de Análisis Político de la Universidad de Talca, achacar una baja participación al fútbol es una mala excusa: “Sería penoso que los pactos culparan a un partido de su baja participación. Hay hartas horas antes para que la gente salga a votar. Y si dan esa excusa, estarían reconociendo que los candidatos de sus respectivos pactos generan un entusiasmo mínimo, endeble y de escaso arraigo”.

De acuerdo a Marco Moreno, decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Administración Pública de la Universidad Central, “ciertamente las inclemencias del clima o la final de copa son factores anómalos que podrían conspirar contra la participación en primarias”. “Pero estos no pueden constituir argumentos para los bloques en competencia en relación con la movilización de sus adherentes”.

En definitiva, no sería aceptable que el lunes Chile Vamos o el Frente Amplio le echaran la culpa al partido o a lo que sea por una eventual baja participación (el Frente Amplio aspira a unos 500.000 votantes).

Pero vamos por parte.

La derecha pretendía llegar al millón de votantes porque en su anterior primaria presidencial de 2013, que enfrentó a Andrés Allamand y Pablo Longueira, logró convocar a unas 800.000 personas.

¿Fue realista haber esperado esa cifra, incluso antes del partido?

Alejandro Fernández, director ejecutivo del Instituto de Estudios de la Sociedad, IES, estima que es muy difícil que 1.500.000 participen en total del proceso, “incluso sin el partido de Chile de por medio”.

Primero aclara que las primarias siguen siendo un buen mecanismo para elegir a los candidatos y el desafío de los partidos será pensar en la forma de conquistar a la gente y movilizarla a votar en las próximas elecciones de noviembre. Pero el parámetro de Chile Vamos, asegura, debiese ser su última primaria, entre Allamand y Longueira: “Aunque intervienen muchos factores, desde la final de la Copa Confederaciones hasta el favoritismo de Sebastián Piñera, si votan menos de 800.000 personas inevitablemente se considerará un mal resultado”.

Fernández, Morales y Moreno señalan que no se pueden comparar los datos de participación que haya en estas primarias con las municipales de 2016, donde hubo un 35% de participación y un 65% de abstención.

“Dado que la elección de primarias tiene un objetivo y dinámicas distintas a la municipal —son un mecanismo para seleccionar candidatos a elecciones populares— la comparación debe hacerse por tanto con procesos electorales similares. La referencia que tenemos son las realizadas en 1993, 1999, 2005 y 2013”, señala Moreno.

Las primeras se hicieron en un contexto de voto obligatorio, con primarias voluntarias, sin regulación estatal y sin financiamiento público de las campañas. Las de 2013, en cambio, se hicieron con voto voluntario. Este proceso –indica– es el primero que tiene regulación y financiamiento público.

En las primarias de 2013 votaron en total unas tres millones de personas (los 800.000 de la derecha y los 2.100.000 de la Nueva Mayoría). “Participó el 22% del padrón, pero con la NM y Bachelet. Es muy difícil que se reedite ese porcentaje este domingo, toda vez que la NM no compite. En caso de que CHV llegue al millón de votos y el FA alcance los 300.000, estaríamos hablando de una participación apenas del 10% del padrón”, explica Morales.

El director del Centro de Análisis Político de la Universidad de Talca, en cualquier caso, sugiere que el cálculo de la participación sea distinto. Dado que son primarias, explica, la base no puede ser el padrón total, sino que los votos que tiene cada coalición. La derecha, por ejemplo, cosechó 1,8 millón de votos en la elección de concejales 2016: “Por tanto, si ahora moviliza un millón de votantes, habrá sacado a votar al 55% de su base electoral, cifra superior al 37% que movilizó en las primarias 2013”.

Cristóbal Huneeus, uno de los autores de Los dos Chiles. Controversias del voto voluntario e inscripción automática, indica que se debe considerar la municipal de 2016 como punto de partida, porque es la elección que la antecede y la que fija el clima político de las coaliciones a nivel local. “Nuestra hipótesis es que la movilización de la primaria está determinada en gran parte por el resultado municipal. Son los alcaldes los que movilizan a los votantes”, señala Hunneus, que hace el siguiente ejercicio:

En las municipales 2012, la derecha obtuvo 2,1 millones de votos en alcaldes. Y en las primarias de 2013 votaron 800.000 personas, es decir, un 38% de los que votaron por alcaldes de ese sector.

En las municipales 2016, en tanto, la derecha convocó a 1,9 millón de personas, por lo que se podría anticipar que en esta primaria llegarían a las urnas unas 720.000 personas, de acuerdo a Huneeus.

En el caso del Frente Amplio, Fernández duda de que llegue a los 500.000 votantes: “No creo que la cifra esté ni cerca, pues se trata de una coalición emergente”.

El bloque formado en febrero pasado tiene un desafío mayor, según explica Moreno: “Su principal amenaza tiene que ver con la convocatoria a un número creciente de ciudadanos que se había marginado de participar en procesos anteriores entre otras razones por la falta de una oferta política distinta”. Cuesta entender –añade– que los procesos de cambio o las revoluciones se pudieran ver obstaculizadas por el frío o un partido de fútbol. Para Moreno, “un número por debajo de 600.000 obligará a dar explicaciones y análisis que permitan evidenciar en que se falló en movilizar a sus adherentes sin la Nueva Mayoría participando”.

Pero no existe consenso sobre el umbral del éxito y del fracaso para los frenteamplistas. De acuerdo a Morales, por ejemplo, una buena cifra rondaría los 140.000 electores en su primaria presidencial: “En la elección de concejales 2016 obtuvo cerca de 274.000. Por tanto, si moviliza 140.000, estamos hablando de que fue capaz de sacar a votar a la mitad de su base electoral, cuestión que sería un tremendo éxito”.

En el caso de que hubiese baja participación, como todo parece indicar, ¿qué mensaje está dando el electorado? ¿se puede concluir que está despolitizado y que da lo mismo quien gobierne?

“No sería tan tajante”, dice Fernández, director ejecutivo del IES. “En las primarias presidenciales de 2013 votaron 3 millones de personas y en primera vuelta votaron casi 6,7 millones de personas. Las primarias son importantes para que los pactos políticos definan sus candidatos, pero la elección del próximo presidente se juega en la primera vuelta”, señala el investigador.

En definitiva, resulta importante tener en cuenta que el hecho de que ahora haya una baja participación, no significa que en primera y en la probable segunda vuelta los niveles convocatoria del electorado sean similares. “La primera vuelta es la elección de verdad”, dice Morales. Explica que estas primarias no se anticipan como competitivas y, por tanto, en ningún caso pronosticarán el resultado de la primera vuelta al menos en lo que a participación se refiere: “En esa primera vuelta competirá la centroizquierda de la Nueva Mayoría con dos candidatos. Por tanto, no sería descartable que la participación en la primera vuelta cuadruplique o quintuplique la participación de la primaria”.

Pero el número de electores que participen del proceso este domingo 2 entregará ciertas señales sobre la ciudadanía.

Fernández dice, por ejemplo, que este año da la impresión de que las personas están más politizadas y por lo tanto más interesadas en las elecciones presidenciales: “Prueba de ello sería el alto rating que han tenido programas como Tolerancia Cero, la franja presidencial o el debate presidencial de Chile Vamos. Según cuánta gente acuda a las urnas este domingo, y en la primera y probable segunda vuelta, podremos saber si esa politización fue solo una ilusión o si efectivamente se revertirá la baja participación electoral de los últimos años”.

El número de participantes estará siendo observado con atención, a su vez, por la ausente Nueva Mayoría. Morales explica que si a la primaria de Chile Vamos concurre menos del millón de votos que sugirió Piñera, “la centroizquierda podrá envalentonarse y salir a pelear a la primera vuelta. El mensaje será que si bien Piñera es el favorito en las encuestas, eso no se traduce necesariamente en las urnas”. En cambio, si alcanzan el millón de electores –dice–, las opciones de Piñera aumentan considerablemente en primera vuelta.

Para Moreno, el efecto que pueda tener el resultado de las primarias sobre el electorado que participará el 19 de noviembre no está determinado por lo que ocurra este domingo. “Goic y Guiller pueden apostar todavía a la novedad y a las expectativas”, explica el decano de la Universidad Central.

Fernández, sin embargo, señala que la Nueva Mayoría perdió mucho al no llegar a esta instancia.

Perdió la oportunidad de que sus candidatos hicieran campaña, tanto con publicidad en la calle como en la franja de televisión.

Perdieron la oportunidad de presentar sus propuestas a la ciudadanía y de confrontar opiniones en debates.

“Pero creo que el principal daño fue entregar la cancha al Frente Amplio, que pretende disputarle la izquierda a la Nueva Mayoría. Eso, finalmente, le puede costar muy caro”, señala Fernández, director ejecutivo del IES.

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