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Una gran oportunidad perdida

Por: Hernán Cheyre V. | Publicado: Viernes 22 de mayo de 2015 a las 04:00 hrs.
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Cuando un país viene mostrando una trayectoria favorable en sus indicadores económicos fundamentales, y la convivencia nacional da cuenta de una sociedad que confía en sus instituciones para zanjar las legítimas diferencias que distintos grupos puedan manifestar, que la máxima autoridad política utilice la instancia de la cuenta pública anual para presentar una enumeración de logros, avances y asuntos pendientes, es entendible.

Pero cuando la incertidumbre reinante tiene la economía de un país virtualmente paralizada en sus inversiones y con un desempeño global objetivamente pobre; cuando la actitud de los ciudadanos ante las instituciones fundamentales del país es de fuerte desconfianza, advirtiéndose una falta de liderazgo; y cuando una semana antes de esta instancia la propia presidenta ha introducido un cambio mayúsculo en su equipo ministerial para enfrentar lo que viene con un enfoque diferente, ante el evidente fracaso de la estrategia empleada durante el primer año -la cirugía mayor aplicada al gabinete de ministros no tiene otra explicación-, lo que la ciudadanía espera son luces orientadoras que alumbren el camino.

Lamentablemente, la presidenta Bachelet ha perdido una gran oportunidad para ilustrar el nuevo rumbo que le quiere imprimir a la gestión gubernamental, y de esa forma empezar a despejar los focos de incertidumbre que tienen nublado el horizonte. Quienes escuchamos el discurso nos quedamos con las mismas dudas que teníamos antes.

Es cierto que en las palabras de la presidenta se notó un esfuerzo por darle una mayor importancia al tema del crecimiento económico como requisito para que las políticas que se están implementando tengan bases más sólidas, así como hubo un reconocimiento explícito a la importancia que ha tenido la fuerte expansión de la economía en las últimas décadas como elemento clave en la reducción de la pobreza. Y si bien este "matiz" no pasó desapercibido, no tuvo una manifestación concreta, de fondo, en ninguna parte del discurso.

Con pocas excepciones, el tipo de medidas anunciadas por lo general fue de la mano del compromiso de recursos fiscales a través de algún programa gubernamental. Pero el problema de la economía en la actual coyuntura no es de falta de gasto público -al contrario, el aumento de casi 10% que se registrará este año parece excesivo, y está debilitando las cuentas fiscales-, sino la falta de un horizonte claro. De qué sirve poner énfasis en un mayor compromiso de recursos fiscales para apoyar el emprendimiento, si el tipo de reformas en trámite y aprobadas -que la mayor parte de la ciudadanía rechaza- debilitan las bases fundamentales requeridas para tener un país de emprendedores.

La falta de sintonía con la realidad que caracterizó al primer año de gobierno, con los resultados conocidos tanto en lo económico como en lo político, ciertamente debe cambiar si el gobierno quiere transitar por un mejor rumbo. Y en un tema que es fundamental para empezar a despejar factores de incertidumbre, como lo es la reforma laboral que se está tramitando, no hubo ninguna señal clara. La presidenta perdió una gran oportunidad para marcar rumbos, pero los principales perdedores han sido los chilenos, que deberán sufrir los efectos negativos que derivan de un ambiente de incertidumbre que persistirá.

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