Laboral & Personas

Macarena Letelier: Arbitraje y mediación crecen sostenidamente un 12% desde el año 2012

La secretaria ejecutiva del CAM afirma que las empresas se están dando cuenta de que el diálogo es la mejor forma de salir de un conflicto.

Por: Rodolfo Carrasco | Publicado: Viernes 29 de junio de 2018 a las 04:00 hrs.
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Macarena Letelier es desde marzo de 2014 la secretaria ejecutiva del Centro de Arbitraje y Mediación (CAM) de la Cámara de Comercio de Santiago y con satisfacción señala que “estamos proyectando para este año más de 400 causas, estamos creciendo anualmente en un 12% al año desde 2012 y ese crecimiento se debe a que la sociedad y las empresas se están dando cuenta de que el diálogo es la mejor forma de salir de un conflicto”.

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Recuerda que cuando llegó había 7 funcionarios, hoy son 15. “Teníamos cinco salas de audiencia, hoy son 10”, agrega, y este avance se debe a que las empresas han entendido los beneficios de este sistema: la celeridad, la confidencialidad y la cercanía con quien resuelve el conflicto; y el principio de inmediatez, ya que es un árbitro sentado en esta mesa escuchando a los dos testigos. Eso no es algo que se le pueda exigir a un juez, que ve miles de causas al año. “Acá hay un tiempo y un espacio y eso se traduce que en la mitad de los casos terminan en acuerdo”, sostiene Letelier.

La abogada cuenta que “los que más acuden son mipymes, por eso lanzamos el año pasado un sistema con procedimiento acelerado con un 50% de reducción en las tarifas, con una nómina de árbitros jóvenes del CAM”. El objetivo es que el arbitraje no responda a tamaños de empresas, sino que a cómo se quiere resolver un conflicto. “La gente agradece el no ir a un proceso largo de cinco años, sino que resolverlo en uno”, dice.

En efecto, el promedio aproximado de duración de los arbitrajes y mediaciones es de 14 meses y si no hay acuerdo se le encomienda a un árbitro que entregue una sentencia. “Acá no se trata de que el arbitraje sea una ley salomónica. El espíritu es entregar justicia”, agrega.

Un tema que les interesa y al que han puesto sus fichas es la formación de abogados con especialización. “Este año por primera vez en pregrado la Universidad Católica va a dictar un curso de mediación. Ya se entendió que esto no es sólo una habilidad para llegar a acuerdos, esto se profesionalizó, un mediador debe estudiar técnicas de mediación”.

Y relata que “hemos recibido fiscales de empresas transnacionales que están visitando centros de arbitraje y nos han señalado que la orden de los directorios de las empresas es empezar y terminar en una mediación. Nos preguntan por el nivel de preparación de nuestros mediadores y cumplir con los estándares internacionales”. De hecho, ya han nombrado algunos árbitros para causas en el exterior como en Ecuador.

También adelanta que “tenemos un espacio grande para crecer en políticas públicas que fomenten estos mecanismos, dentro de la reforma procesal civil que está preparando el gobierno se tiene considerado dentro de sus distintos proyectos una ley de mediación y una de arbitraje. El ministro de Justicia, Hernán Larraín, tiene absoluta convicción de la necesidad de estas políticas públicas, porque hay otros países que van más avanzados”.

Letelier explicó que en Chile “todavía asociamos la mediación con temas familiares o laborales, pero los grandes conflictos comerciales se deben resolver con mediación. Perú tiene incorporado al Estado como un actor que puede utilizar el arbitraje en sus relaciones con privados, incluso lo hace obligatorio. No sé si ese es ejemplo a seguir, en Colombia también el Estado puede ser actor de arbitraje, en Chile eso todavía no se ha resuelto. Pero acá debieran haber instancias donde el Estado pudiera optar al arbitraje”.

“Derecho en las venas”

Para Macarena Letelier “la pasión por las políticas públicas viene desde siempre”. Su abuelo fue ministro de Justicia, del Trabajo y senador, Luis Felipe Letelier Icaza, quien dejó “una huella que corre por mis venas al igual que el derecho”. Agradece también que “todos los pasos que he dado en mi carrera han sido de la mano de mi familia. Estudiar un magister con tres niños, viajar, hacer clases y todo lo que involucra mi profesión tiene un colchón de apoyo que parte de mi marido Rodrigo Eichholz”.

Asimismo reconoce que “tuve la suerte de tener una gran maestra desde el principio como Olga Feliú. Ella es la columna vertebral de mi formación profesional”.

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