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Daron Acemoglu: “Construir la confianza social al redactar la Constitución sería el éxito más espectacular para Chile”

El economista sugiere que para el futuro del país “son importantes políticas más sólidas de lucha contra la desigualdad”, y sostiene que “el fundamentalismo del libre mercado no debería interponerse en este camino”.

Por: Montserrat Toledo | Publicado: Lunes 24 de mayo de 2021 a las 04:00 hrs.
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“Es más que desigualdad económica. Es desigualdad social, de estatus social, desigualdad de voz y desigualdad de oportunidades”. El análisis de Daron Acemoglu sobre la situación en Chile es categórico. El académico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) es una de las voces más escuchadas al hablar de prosperidad económica y el país no le es desconocido.

En 2012, junto a James Robinson, analizó el desarrollo económico de Chile frente a sus vecinos en Por qué fracasan las naciones, y en 2019 la dupla publicó El pasillo estrecho, “una continuación” del trabajo y agenda de ambos. La tesis es que “la libertad, la democracia y las instituciones inclusivas florecen en un pasillo estrecho en el que el poder de los Estados y las élites se contrarresta con el poder de la sociedad”, explica Acemoglu.

Asumiendo que crear democracia y apoyar la libertad no es algo estático, sino que evoluciona dentro de este corredor, indica que “algunos de los casos más ricos son aquellos en los que los países entran y luego salen del pasillo, y ahí es donde entra Chile”.

El país empezó a moverse hacia el pasillo en la década de los ‘50, pero salió con el golpe de Estado y la dictadura, y volvió a entrar con el retorno a la democracia y “las progresivas reducciones del poder de los militares y las élites”. Eso sí, el autor -que mañana expondrá en la Semana de la Construcción de la Cámara Chilena de la Construcción”- dice que “tampoco ha sido un proceso completamente fluido”.

“Chile ha tenido mucho éxito económicamente, pero se ha mantenido como una sociedad muy desigual, lo que es una amenaza para el corredor y el equilibrio entre el Estado, la sociedad, las élites y los ciudadanos”, plantea por escrito desde Estados Unidos.

- ¿Cómo interpreta el rechazo a los partidos políticos tradicionales en las elecciones recién pasadas?

- Veo el rechazo de los partidos tradicionales a la luz de este alto nivel de desigualdad social. Aunque ha habido avances en la reducción de la desigualdad económica, muchos chilenos, creo, sintieron que la desigualdad social era asfixiante y que el sistema político actual no estaba produciendo soluciones para ello. La demanda de una nueva Constitución es en parte simbólica. Se trata de borrar los recuerdos y efectos de la dictadura de Pinochet. También se trata simbólicamente de personas que quieren tener voz y el medio para lograr un mayor éxito económico, pero más importante, para lograr un mayor estatus social.

- ¿Va bien encaminado Chile con su proceso constituyente?

- Basado en mi respuesta anterior, sí creo que el proceso que llevó a Chile hacia una convención constitucional y los debates en torno a ella han estado relativamente bien encaminados. Chile tenía que pasar por un proceso como éste. Puedes pensar en ello como una forma de limpiar los pecados del pasado.

- ¿Cómo se debe abordar la falta de confianza en las instituciones?

- Esto llega al corazón de la dificultad de vivir y permanecer en el pasillo estrecho. Necesitas confianza en las instituciones y entre diferentes partidos. Un proceso justo de elección de delegados, redactar la nueva Constitución de manera justa y transparente, estos son pasos fundamentales. Pero los procesos dependen de la confianza, y el éxito de ellos depende de la confianza. Este es el talón de Aquiles de la existencia de cualquier país en el pasillo estrecho. Es un problema del cual Chile ha sufrido en el pasado y, lamentablemente, veo la falta de confianza emergiendo otra vez.

En la medida en que el rechazo a los partidos tradicionales sea un movimiento simbólico hacia una nueva hoja, podría ser saludable. En la medida en que sea reflejo de un creciente déficit de confianza en la sociedad, es preocupante.

- ¿Cuánto del modelo actual, al que se le atribuyen décadas de prosperidad, se debe conservar en la nueva Constitución?

- El éxito de Chile, a veces, se atribuye a la economía de libre mercado. La realidad es un poco más complicada. Claramente, ha sido un éxito de mercado. Sin los derechos de propiedad privada y las empresas privadas jugando un rol de liderazgo, Chile no se habría convertido en la economía de más rápido crecimiento en América Latina. Pero, al menos, se debe dar el mismo crédito a la capacidad estatal de Chile. Enfatizar en la economía de mercado sin restricciones, subestima la importancia de la capacidad estatal y las instituciones respaldadas por la capacidad estatal. De hecho, veo algunos aspectos de la economía de libre mercado, por ejemplo en las pensiones, que aumentan la desigualdad más que el crecimiento. Es fundamental para el futuro de Chile que la economía de mercado esté en el centro, y protegiendo los incentivos y los derechos de propiedad privada de las empresas. Sin embargo, también son importantes políticas más sólidas de lucha contra la desigualdad, y el fundamentalismo del libre mercado no debería interponerse en este camino.

Apuntar alto

“La medida de la nueva Constitución estará en lo que ofrece”, dice Acemoglu, quien defiende que “los chilenos tienen que ser ambiciosos y apuntar alto” en el proceso constituyente. Pero, advierte que mientras más altas son las expectativas, “más espacio hay para la decepción”.

El economista declara tener “pocas dudas de que Chile se beneficiaría de un mejor Estado de bienestar social, tanto para crear mejores oportunidades para todos en la sociedad como para combatir la desigualdad”, lo que dice que también mejoraría la calidad de la educación y, “si se administra correctamente, contribuiría al espíritu empresarial y al crecimiento”.

En cierto sentido, explica, la desigualdad de estatus social y de voz “son producto de instituciones que no crean una cancha de juego equitativa, y un Estado de bienestar social bien diseñado puede superar esto”, pero alerta que “uno podría pasarse de la raya”. “No quieres tener una definición tan amplia de los derechos sociales que paralice por completo la economía de mercado. Este es un equilibrio difícil”, dice.

- Se asume que con la nueva Constitución el Estado garantizará más derechos sociales. ¿Será suficiente para abordar el descontento que gatilló el estallido?

- Si los ciudadanos no forman parte de un debate amplio y abierto, entonces sí, estaría preocupado de que se podría producir una decepción. Algunos en la comunidad empresarial de la derecha podrían ver cualquier cosa que aumente la redistribución y la regulación como un fracaso de la nueva Constitución. Algunos de la izquierda pueden clamar por una mayor redistribución y tratar de marginar por completo a la comunidad empresarial. Las expectativas extremas deben moderarse en el proceso de redacción. Lo último que Chile necesita es una brecha infranqueable entre la izquierda y la derecha, abriendo la polarización que se profundice durante el proceso de redacción. Igual de malo sería si tanto la derecha como la izquierda se sintieran decepcionados con el producto final. Construir y fomentar la confianza social en el proceso de redacción de una nueva Constitución sería el éxito más espectacular para Chile.

- Desde que se habla de una nueva Constitución, rondan inquietudes respecto a que Chile se encamine al populismo, y con medidas como los retiros de los fondos de pensiones, esto se ha intensificado. ¿Es un riesgo real?

- El populismo es un aspecto que podría salir del proceso si no se logra un cierto equilibrio. La redistribución insostenible, incluso cuando es costosa en términos de crecimiento económico, es algo con lo que América Latina está familiarizada. Y sí, es importante evitar este tipo de populismo, porque en realidad no da resultado. Pero también es relevante preguntarse por qué el populismo ha sido tan popular en América Latina. Mi caso es que se debe a que muchas personas perciben con razón que la economía de mercado ha sido injusta y ha creado una desigualdad innecesaria. El populismo, en mi opinión, a menudo surge de la falta de confianza en los mercados.

Esto es lo que Chile ha evitado hasta cierto punto, y aquí se puede ver el papel de la capacidad estatal y el funcionamiento de las instituciones judiciales. Es vital utilizar el proceso de redacción y la nueva Constitución para encontrar nuevos compromisos para crear un Estado de bienestar social nuevo y diseñado de manera eficiente, pero no populismo.

- ¿Es una oportunidad o un riesgo para las próximas autoridades presidenciales y parlamentarias asumir el liderazgo de un país que “despertó”, y cuando se termina de elaborar la nueva Constitución?

- Es difícil saberlo, pero creo que todo el proceso de elección de delegados ha sido bueno. Ha traído mucha gente nueva a la mesa. Pero, la etapa difícil comienza ahora. Va a ser difícil manejar todas estas opiniones diferentes, pero tengo la esperanza de que Chile aprenda de sus errores en las décadas de 1950 y 1960. Profundizar las divisiones, polarizar a la sociedad y convertir el conflicto en un asunto de suma cero sería un camino a la ruina para Chile. Creo y espero que esto se pueda evitar.

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"Lo que estamos viendo en Chile sucederá 
en otros lugares. No es el único país desigual"

- ¿Qué rol le cabe a la clase política y al Estado en un mundo pospandémico?
- La pandemia es un llamado de atención de que el Estado debe jugar un rol más importante. (...) La desigualdad había alcanzado proporciones alarmantes no solo en América Latina, sino en gran parte del mundo industrializado antes de la pandemia. La pandemia ha sido un acelerador de estas desigualdades, por eso es importante construir mejores instituciones estatales de bienestar social.
¿Cuál es la responsabilidad de la clase política? Diría que jugar un papel protagonista en esto. Pero me temo que en muchos países pueden ser una barrera para el cambio en lugar de un facilitador. Eso es peligroso. Espero que Chile no experimente este tipo de fallas, pero para ser honesto, no puedo descartarlo por completo. El Gobierno de Sebastián Piñera estuvo cerca de eso en 2019.
- ¿Cuáles son las mayores lecciones que le está dejando la pandemia al mundo?
- Tantas, no sé cuáles enfatizar. La infraestructura sanitaria es fundamental. Las instituciones del Estado de bienestar social son fundamentales. Pero quizás el que necesita ser enfatizado y enfatizado nuevamente es la cooperación global. Las cosas se veían mucho mejor en enero de este año, pero luego hemos fracasado completamente en alcanzar una solución cooperativa para la distribución de vacunas en todo el mundo, y ¿ves lo que está sucediendo en Brasil e India?
- ¿Podemos esperar mayor descontento y manifestaciones sociales?
- Sí, absolutamente. Lo que estamos viendo en Chile sucederá en otros lugares. Chile no es el único país desigual. Y no es el único país con una profunda jerarquía social. De hecho, en EEUU, estos problemas se han profundizado considerablemente durante los últimos 20 años.
- ¿Cómo se aborda esta mayor desigualdad?
- Necesitamos un enfoque multidimensional. Necesitamos más redistribución, pero eso no es suficiente y también hay límites para la redistribución. Una sociedad que simplemente redistribuye de un pequeño grupo de personas muy ricas a una clase mucho más grande de personas que dependen de dicha redistribución no sería saludable y, en última instancia, se desintegrará. También necesitamos crear oportunidades para las personas. Eso significa mejor educación, mejor infraestructura, mejor uso de la tecnología. Estas son las soluciones clásicas de los economistas. Hay algo de verdad en ellas, pero son solo una parte de la respuesta, no son suficientes por sí mismas. Debemos desviar el cambio tecnológico de un enfoque excesivo en la automatización, de modo que podamos usar plataformas tecnológicas brillantes como la Inteligencia Artificial para crear nuevas oportunidades para humanos de todo tipo de habilidades.

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