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Covarrubias: “Si no logra orden y progreso, éste será un gobierno fracasado”

El también columnista señala que si la cuenta pública no logra modificar el eje, “un cambio de gabinete sería lo único que podría mover la aguja”.

Por: Rocío Montes | Publicado: Lunes 3 de junio de 2019 a las 04:00 hrs.
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El decano de la Facultad de Artes Liberales de la Universidad Adolfo Ibáñez (UAI), Francisco José Covarrubias, señala que la experiencia muestra que las cuentas públicas “nunca cambian mucho el barómetro”. Dicho eso, analiza: “Vi a Piñera mucho más parecido a lo que fue el Piñera inicial, como llegó al gobierno en marzo de 2018”.

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- ¿Cómo es el Piñera que, según usted, reapareció el sábado?

- Más de arriba y estadista. Menos confrontacional y alejado de la contingencia. La pregunta es: ¿se logrará mantener eso? ¿es compartido por su sector? Porque es medio contraproducente que si el Presidente habla de unidad y de segunda transición, después salgan los ministros, como la ministra Marcela Cubillos, en otro tono. O él mismo, cuando habla de los antipatriotas.

- Venía el Presidente de semanas complicadas…

- Las últimas semanas habían sido especialmente malas para Piñera, se había enredado con lo del viaje a China de sus hijos y otras cosas, y está por verse si el discurso logrará cambiarle el eje. Si no cambia el eje, un cambio de gabinete sería lo único que podría mover la aguja. Desde el caso Catrillanca, el gobierno no ha logrado levantar las alas. El rol tan relevante que tuvo el ministro Andrés Chadwick en la segunda mitad del primer período y en el arranque de la administración actual, tendió a desaparecer.

- ¿Un cambio de gabinete sigue presente en el tablero?

- En su primer gobierno, el cambio de gabinete le sirvió, sin duda. Por lo tanto, los cambios de gabinete sí sirven, a diferencia de las cuentas anuales. Y, por lo tanto, si Piñera o el gobierno siguen cayendo en su popularidad, necesariamente el cambio de gabinete tiene que darse. El límite, pienso, siempre está en torno al 30%, que marca una barrera sicológica. Para el propio sector político, bajo el 30% el gobierno comienza a ser una especie de lastre de cara a las próximas elecciones.

- ¿A qué ministros debería cambiar?

- El tema político no ha funcionado bien, a excepción de Blumel, que ha sido un punto muy alto de este gobierno. Blumel tiene todas las ventajas para la vocería porque da en el tono del discurso de Piñera del sábado. Es incompatible el discurso de la unidad con una vocería agresiva.

- ¿Le parece acertada la estrategia del Presidente de reiterar en la necesidad de diálogo?

- Me gusta el Piñera moderado, sensato y dialogante, como su propia trayectoria política, y me gusta el Piñera alejado de la coyuntura permanente, como fue a partir del caso Catrillanca o como en su primer gobierno. No puede tirar el córner y cabecearlo al mismo tiempo, como tiene la tendencia natural a hacerlo.

- No hizo grandes anuncios.

- Salvo el gran anuncio en materia económica: que el horizonte trae nubes. No sé si el ministro Felipe Larraín estaba con fiebre o resfriado o esto no le cayó bien, pero lo vi con una cara muy seria y circunspecta. Gobiernos como el de Piñera, de derecha, únicamente son medidos por el lema que tiene la bandera brasilera: orden y progreso. Si no logra orden y progreso -crecimiento económico- éste será un gobierno fracasado. Delincuencia y economía, por tanto, serán centrales en cómo se evalúa a Piñera. Todo el resto ayuda, pero está en la periferia.

- ¿Lo está logrando?

- La respuesta es: “Sí, pero…”. Está cerca del margen tanto en el orden como en el crecimiento y es ahí donde las expectativas juegan un rol relevante. Cuando hay sobre expectativas, la realidad necesariamente termina siendo dura.

- Respecto del ajuste en el crecimiento, habló del escenario internacional…

- A Piñera le juega en contra haber sido muy enfático en culpar al gobierno anterior de los problemas económicos y no darle espacio a los factores externos. No puede sacar el argumento ahora, aunque técnicamente es plausible, porque él mismo invalidó el argumento.

- No hubo menciones ni a los empresarios ni al sector privado.

- Menos mal que no. Los empresarios son apolíticos, asexuados y lo digo en el buen sentido. Los empresarios no salen a invertir porque haya un llamado del Presidente ni salen a boicotear al gobierno no invirtiendo, como piensa la izquierda, porque no les gusta el gobierno. Invierten cuando ven oportunidades y, por lo tanto, todo ese tipo de llamados son inútiles. Lo que se necesita es generar un buen ambiente y si eso lo logra, los empresarios van a invertir.

- ¿Le parece crispado el clima político?

- No, porque el conflicto es la esencia de la política. En Chile estamos acostumbrados a recordar los años 90, lo que fue una anomalía. Pero nunca va a volver ese clima. La pregunta ahora es cómo administrar el conflicto y ahí el gobierno tiene una oportunidad que se llama Democracia Cristiana, que está jugando un papel. No puede ser igual al PC y al Frente Amplio ni puede cruzar el río para irse al gobierno, porque significaría su desaparición. La única forma de la DC de subsistir es manteniendo su bisexualidad política.

- ¿Qué le pareció el proyecto para disminuir los cupos en el Congreso a 120 diputados y 40 senadores?

- Me parece inteligente políticamente para cambiar la agenda, pero tiene poca viabilidad de concretarse. Junto con el llamado a la unidad y la baja de las expectativas económicas, un tercer asunto que me pareció importante en el discurso fue haber puesto nuevamente el tema de la seguridad como un asunto central para el gobierno. Aunque tiene un riesgo: las expectativas siempre son muy altas en este ámbito y las probabilidades de tener éxito, muy bajas.

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