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Iván Jaksic, historiador: “Lo de ‘meterle inestabilidad al país’ es como gritar ‘fuego’ en un cine repleto”

El Premio Nacional de Historia 2020 analiza la carrera a La Moneda y la dicotomía entre los conceptos de orden y cambio que, explica, se ha repetido en forma consistente en la política chilena.

Por: Rocio Montes | Publicado: Lunes 29 de noviembre de 2021 a las 04:00 hrs.
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Foto: Julio Castro
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Iván Jaksic, premio nacional de Historia 2020 y autor de “Andrés Bello. La pasión por el orden” (2001, que será reeditado en una versión actualizada), analiza la carrera a La Moneda que se definirá en menos de tres semanas. Lo hace desde la perspectiva de los conceptos de orden, cambio y libertad que han marcado la historia política chilena. Asegura que no son antagónicos y pide a los candidatos elevar la discusión, sobre todo porque tanto José Antonio Kast como Gabriel Boric representan alternativas distintas y el electorado debe conocer a fondo sus propuestas: “Necesitamos un debate práctico, pero también de ideas”, asegura el investigador, una de las principales voces reflexivas en un Chile poco sereno.

- ¿Cómo observa usted las tensiones por la presidencial tras la primera vuelta?

- El nivel de tensión era muy alto en la primera vuelta, pero ahora las opciones son más claras y la gente puede afinar sus puntos de vista.

- ¿Le parece polarizada?

- Sí, claro, ambos candidatos representan perspectivas y coaliciones muy distintas, pero, al mismo tiempo, están haciendo gestos para moverse hacia el centro.

– Ha hablado usted de “límites retóricos alarmantes”. ¿A qué se refiere?

- Eso de “meterle inestabilidad al país” es inaceptable. Es como gritar “fuego” en un cine repleto.

- Usted ha dicho que la dicotomía entre orden y cambio -como la que vemos hoy en la presidencial- se ha repetido en la historia política chilena. ¿A qué coyunturas críticas de la historia republicana se refiere?

- Los 30 años desde 1830 a 1860 empezaron con una guerra civil, siguieron con una Constitución centralista y autoritaria, con el asesinato de Portales y con una guerra internacional. Salvo algunos incidentes durante el segundo período de Bulnes, la década de 1840 fue una década de acuerdos y de discusiones en torno al orden y la libertad, y de fundación de instituciones duraderas.

Con el gobierno de Montt en la década de 1850 volvieron las guerras civiles y una crisis de primera magnitud relacionada con la Iglesia.

Pero lo que parecía insalvable decantó en 1860 en un orden que duró 30 años de reformas como la expansión del sufragio, reformas educaciones y leyes civiles. A lo que voy: nuestra historia está llena de conflictos, pero por fin llega a acuerdos que duran al menos una generación y, mientras tanto, se van consolidando las instituciones.

- ¿Por qué dice que la dicotomía entre orden y cambio está, más bien, entre el orden y la libertad?

- Cambio siempre hay, pero no para mejor. Nadie dudaría que Hitler o Stalin o los dictadores que proliferaron en nuestro siglo XX introdujeron cambios, ¿pero fueron para mejor? Definitivamente, no. El cambio positivo es aquel cambio pacífico que posibilita mayores espacios de libertad. Por lo tanto, sugiero que la libertad es un bien mayor y que aumenta cuando se produce en un contexto de orden institucional. No veo orden y libertad como antagónicos, sino como complementarios.

- ¿Toda libertad supone cambio?

- Claro que sí. La libertad respecto de los abusos de poder supuso un sistema de pesos y contrapesos que encarnó en parlamentos y judicaturas independientes. La libertad de asociación y de opinión conllevaron una expansión de la sociedad civil. Las libertades individuales produjeron y producen prosperidad y bienestar. Todo ello ha requerido cambios, pero con un norte claro: la expansión de las libertades.

- ¿Y tienen límites el orden y la libertad?

- Por supuesto. El orden verdadero no abusa, sino que establece reglas de convivencia que encarnan en leyes susceptibles de reformas. Véase en este sentido cuánto hemos avanzado, por ejemplo, en la legislación civil. Por su parte, la libertad consiste en poder hacer todo lo que uno quiera con su vida sin dañar o afectar negativamente la vida o la propiedad de los otros. El orden puede ser injusto y la libertad derivar en lo que Andrés Bello llamaba “licencia”. Todo esto debe ser permanentemente calibrado.

- ¿Qué significa hoy, en lo concreto, el orden y la libertad en el marco de esta segunda vuelta? ¿Qué pide en concreto la gente?

- Mucho depende de qué generación estamos hablando. Los más jóvenes tienen múltiples razones para pedir cambios. Los que no lo son tanto quieren orden, seguridad. Hay fantasmas que rondan, como una caída en el autoritarismo, el populismo o el comunismo. Pero mi impresión es que todos queremos una mejor convivencia, paz y tranquilidad.

- ¿Kast es más fuerte en el orden y Boric, en el cambio y libertad, como usted lo entiende?

- En esta etapa eleccionaria es claro que conceptos simplistas de orden, cambio y libertad atraen a diferentes segmentos de la población. Pero eso es también un peligro, como vimos en el caso de Donald Trump en Estados Unidos. Se requiere una definición un poco más detallada, más fina, de cada uno de estos conceptos

- Kast ha hecho suya la palabra “libertad”.

- ¿A quién no le gusta? Pero, por lo mismo, hay que definirla. ¿Libertad de las empresas para coludirse y dominar el mercado? ¿Libertad para derribar monumentos y reescribir la historia?

- ¿Puede una propuesta como la de Kast ofrecer cambio, sin que suene a impostura? ¿Y una alternativa como la de Boric ofrecer orden sin que suene increíble?

- Ambos podrían y el país, en general, entrar en un debate serio sobre el significado de los términos. Ojalá, eso sí, con un diccionario en la mano y con ejemplos concretos. Necesitamos un debate práctico, pero también de ideas.

- ¿Hay algún líder de la historia política de Chile que haya combinado bien el orden y la libertad, a su juicio? ¿O estos términos se contraponen?

- En Chile jamás hemos tenido un paraíso, pero sí buenos estadistas que han sabido escuchar y rodearse de buenos equipos. Tenemos ejemplos recientes. Patricio Aylwin enfrentó una situación extremadamente difícil, pero inauguró décadas de estabilidad y prosperidad. Y no le tuvo miedo a la alternancia del poder, siempre que fuera en democracia. Se parece mucho a José Joaquín Pérez, en el siglo XIX.

- ¿Y Chile ha tenido experiencias de orden sin fuerza? ¿Y de libertad sin desorden?

- Creo que eso es relativo. En Chile, en los mejores momentos de prosperidad latía el descontento. En momentos durísimos de opresión latía siempre un afán de libertad. Así es la vida del país, un delicado sistema de equilibrios.

- ¿Y cómo se combinan estos conceptos en las épocas prósperas?

- Los períodos de prosperidad no necesariamente generan contentamiento. Siempre hay algo más que adquirir, siempre hay alguien a quien le va mejor. Eso genera malestar. Además, en nuestro país, se instaló la percepción de que había que hacer cambios cada vez más profundos.

- ¿Qué papel cumplieron los gobiernos de transición en la recuperación de libertades? Y hoy, donde se levanta una alternativa crítica a esos años –la de Boric, sobre todo–, ¿en qué momento nos encontramos?

- Yo creo que central. No solo recuperar las libertades, sino que evitar los quiebres, en especial con militares todavía en el poder. Quienes no vivieron lo arduo que resultaba gobernar en esas condiciones, o lo que había en juego, no valoran lo que se logró y condenan lo que no se hizo o no se pudo hacer.

- ¿Qué rol cumplen los acuerdos políticos en la historia política de Chile? ¿Hoy se han vuelto más inevitables?

- Hay acuerdos y acuerdos. El de no hacer nada respecto de lo social en la década del centenario solo nos llevó a una crisis. Los acuerdos logrados durante los gobiernos democráticos post-dictadura (la eliminación de senadores designados, enclaves autoritarios) y recientemente el acuerdo de noviembre de 2019 de buscar una salida constitucional son buenos ejemplos de acuerdos que nos hacen avanzar.

- ¿Cómo entiende usted esta crítica que se ha instalado en Chile de tanto desprestigio para la negociación política?

- Creo que todavía se valora la negociación. Lo que no se valoran son los políticos, que están muy desprestigiados. Pero no solo ellos, sino que varias instituciones. Hay nuevos aires de individualismo, de descreimiento, de desconfianza. Pero no solo en Chile.

- ¿Cómo los candidatos podrían elevar el debate en estas semanas que quedan por delante?

- No estaría mal hablar de orden y libertad, de ser muy específicos respecto de los cambios, de dar más espacio para hablar de ideas para el futuro. Lean a Bello, a Isaiah Berlin. Sobre todo, no nivelen hacia abajo.

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