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Las numerosas carpas que preocupan hoy a la ciudad

Cercanas a hospitales, en bandejones centrales o parques, estas instalaciones albergan a personas en situación de calle. Tienen en promedio 44 años y 74% tiene trabajo.   El registro social de hogares revela que son unas 14 mil, pero las entidades sociales las cifran en más de 20 mil.   Ya no se ven construcciones con palo o ropa de cama. Las actuales son más fáciles de portar ante los desalojos.   Estación Central anunció que cursará multas a quienes instalen carpas en espacio público. En otros municipios medidas similares se han dejado sin efecto.

Por: Pamela Fierro E. | Publicado: Lunes 15 de abril de 2019 a las 04:00 hrs.
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“Por aquí pasan, nos miran de reojo, aceleran la caminata y esconden rapidito su celular. No saben que aquí no hay ladrones, esos están más arriba”, comenta Eduardo (44 años) sentado en una silla giratoria frente a la posta Central.

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Más allá, recostado en un colchón un hombre de unos 70 años mira de reojo y, al poco rato se queda dormido, mientras Johnny (34) revolotea indeciso hasta que se suma a la conversación.

Como ellos son miles de personas, entre niños, adolescentes, adultos y adultos mayores, que por distintas razones viven en la vía pública. De acuerdo con datos del Ministerio de Desarrollo Social (MDS), los inscritos en el Registro Social de Hogares Anexo calle llegaban a 14.013 a nivel nacional al 20 de marzo pasado.

“El problema es que este registro no mantiene una actualización de las Personas en Situación de Calle (PSC) que han salido de ella. Por tanto, el aumento de esta cifra no necesariamente da cuenta de un real aumento de esta población”, asegura el subsecretario de Servicio Sociales del MDS, Sebastián Villarreal.

Para las entidades de la sociedad civil que trabajan en el tema, la medición cabal sigue siendo un pendiente del Estado.

Solo en 2018, el Hogar de Cristo atendió a más de 15 mil personas en situación de calle en todo Chile, representadas por RUT diferentes, afirma su director Social Nacional, Paulo Egenau.

Desde la Fundación Gente de la Calle precisan que tras conversaciones y encuentros entre organizaciones similares estiman que debe haber unas 20.000 repartidas en el país, lo que iría en aumento, señalan.

Se van los rucos

Eduardo está molesto. Hasta hace una semana tenía una carpa que le habían regalado unos estudiantes, pero vinieron los municipales y “sin decir siquiera hola como está, se la llevaron con toda la ropa y cosas que tenía adentro. ¿Quién me devuelve eso? Era mío!”, reclama indignado.

Tuvo que volver al ruco, las construcciones con palos, sábanas o cartones que les permiten cobijarse en las noches. Tiene de vecinos a una pareja que hace dos años perdió su casa en un incendio y no ha logrado escapar de la calle. Más allá, un hombre con pantalones doblados hasta las rodillas mira al frente con la vista perdida. “Ya entró en trance otra vez”, comenta Johnny.

En un período reciente las carpas se han ido tomando la ciudad, porque son más fáciles de armar y desarmar en caso de desalojo. Se instalan en bandejones centrales, sitios eriazos y en las cercanías de postas y hospitales para actuar con rapidez ante cualquier problema de salud.

Estudiantes, personas vinculadas a las iglesias les regalan las carpas o ellos mismos las adquieren con los ingresos que logran obtener, porque el 74% cuenta con algún tipo de empleo informal (artesanos, cargadores, cuidadores de auto, vendedores ambulantes). Eduardo recoge cachureos para hacerse sus monedas y Johny está buscando pega porque llegó el lunes desde Puerto Montt, “pero no es fácil cuando uno tiene antecedentes”, comenta.

Multas y desalojos

Jonny deambula por Chillán, Puerto Montt y Santiago. Volvió a la capital porque en el sur estaban pasando multas a la gente de la calle y si no pagan corre el riesgo de ir a la cárcel. Tiene claro que a la “cana” no quiere volver.

El pasado 2 de abril el Municipio de Estación anunció que comenzaría a aplicar multas de hasta 5 UTM ($ 241 mil) a quienes ocuparan con carpas los espacios públicos.

El alcalde Rodrigo Delgado argumentó que comprobaron en terreno que la gran mayoría no son personas en situación de calle, sino que realizan su oficio durante el día y muchos consumen alcohol deteriorando el espacio público.

Egenau cree que la medida es impracticable, porque “las personas de calle, si bien en su mayoría trabajan, no tienen recursos para afrontar multas como las planteadas en la ordenanza”.

Para la Fundación Gente de la Calle no sólo es una medida incorrecta, sino que “es lamentable y una pésima acción por parte de las autoridades que siguen sin comprender que en el fondo del asunto nadie quiere vivir en la calle”.

Advierten que a quienes tienen carpas urbanas no se les está considerando como persona en situación de calle, sino que como artesanos o gente que tiene recursos para no estar en ella.

“La situación de calle se mal asocia siempre solo al consumo problemático de drogas o alcohol, dejando de lado la multiplicidad de causas y las distintas complejidades que caracterizan este fenómeno social”, indican.

En diciembre de 2018 el Municipio de Antofagasta debió dejar sin efecto una ordenanza 2017 que multaba a las personas que pernoctaban en la calle, tras una fuerte polémica con las ONG.

A mediados del año pasado Carabineros le sacó un parte a Daniel Beltrán, un hombre que vive en situación de calle junto a su perro en Valparaíso, por hacer “camping” en la vía pública sin permiso municipal.

Las normas que sancionaban la mendicidad o vagancia en Chile fueron derogadas en 1998.

No más viejo del saco

Si la carpas se han ido tomando la ciudad, quienes viven en las calle también han ido cambiando. Si en los 80 era conocido y temido entre los niños el viejo del saco, hoy se trata de una población diversa, que abarca distintas edades, razas y que en promedio tiene cerca de 44 años.

En la calle viven niños y adolescentes. El Segundo Catastro de Personas en Situación de Calle, realizado en 2011, constató que de las 12.255 PSC registradas, 750 eran niños, niñas y adolescentes y un 16% del total, mujeres.

El MDS está concluyendo el primer conteo de niños, niñas y adolescentes en conjunto con la Universidad Alberto Hurtado, cuyos resultados se conocerían en las próximas semanas.

A ellos se suman pacientes siquiátricos y adultos mayores que representan cerca del 37% de las personas en esa situación.

Pero entre los mayores de 18 y menores de 60 está la diversidad: hombres, mujeres, gay, drogadictos y quienes han estado en la cárcel, enfrentan distintas realidades. Con las últimas oleadas migratorias también han aparecido los migrantes en situación de calle, que van en aumento.

¿Por qué la calle?

¿Qué los lleva a vivir en situación de calle? Pablo Egenau, del Hogar de Cristo, explica que es solo la característica más visible de una constelación de carencias que se retroalimentan: ruptura de vínculos familiares y de instituciones sociales, desempleo, exclusión escolar, consumo problemático de alcohol y otras drogas, entre muchas otras, que dañan a quienes se encuentran en situación de calle. Mientras en algunos casos estas privaciones constituyen una causa de la vida en calle, en otras son su consecuencia.

Cuanto mayor es el tiempo en calle, mayor es el deterioro biopsicosocial de las personas, afectando sus capacidades, autoestima, relaciones familiares y autonomías. Una de las causas más determinantes de la situación de calle son profundas fracturas o pérdidas familiares, que desestabilizan y desafilian a las personas.

Para la Fundación Gente de la Calle “es producto de toda una vida de vulneraciones y desprotecciones para con las personas más pobres de este país. Las restricciones arbitrarias, las vulneraciones, las desprotecciones y castigos, los produce el Estado de Chile y la sociedad que lo constituye”.

En ese sentido, añaden que el incumplimiento de los tratados y acuerdos internacionales ratificados por Chile en materia de derechos humanos para niñez, adultez mayor y de discapacidad, son una muestra de la permanente despreocupación y vulneración que sufren algunos de los grupos más afectados.

“¿Y dónde voy a ir?¿A un albergue para que me encierren a las 6 de la tarde y tenga que pelear por una cama? Allá ahora hay puros jóvenes drogadictos. Están por todas partes. Vaya a la Plaza de Armas y vea cómo trafican. Si la verdad es que no nos quieren sacar de la calle porque les conviene”, acusa Eduardo.

Sentado en su silla giratoria, Eduardo asegura que la solución está al alcance de la mano. Que les den una vivienda digna donde comenzar a quienes así lo quieran. Que internen a los enfermos siquiátricos, que les den trabajo a quienes tienen antecedentes penales y traten a los drogadictos… “Pero sabe, no lo van a hacer porque ahí está plata. Está todo mal, se lo digo yo, y aquí no están los malos, en la calle nos ayudamos”, sentencia.

Algunos pasos...

El director Social Nacional del Hogar de Cristo, Pablo Egenau, dice que tienen casos de éxito sacando a gente de la calle. "Pero deberíamos apuntar a la generalidad", añade.
Ahora operan un plan piloto con el MDS, inspirado en la experiencia Housing First, que implica entregar una vivienda. Son 15 personas con al menos seis años en situación de calle y que están habitando en cinco casas en distintos barrios de Santiago hace un par de semanas.
El MDS también cuenta con el Programa Noche Digna, con una red de 43 Centros para la Superación, que atienden a 1.500 personas día. Aseguran que en 2018 un 17% de las PSC que participó de los centro dejó la calle.
También está el Programa Calle que hace un acompañamiento multidisciplinario que dura 24 meses; el Plan Invierno que le permite acceder a servicios básicos; el Plan Código Azul para proteger la vida de las PSC ante la severidad climática, entre otros.
En el Programa de Gobierno se incluye el compromiso de desarrollar una Política Nacional de Calle 2018-2025. Parte de ello es la estrategia Viviendo Primero para instalar 50 viviendas en varias regiones del país para adultos mayores. Las primeras se inaugurarán en Estación Central, San Bernardo, Santiago y Concepción.

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