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Soledad Arellano y la aceleración de la educación a distancia por coronavirus: “Viene un cambio cultural importante”

Tras una primera semana sin clases presenciales en la UAI, que supuso que más de 650 profesores pasaran del aula al zoom, Soledad Arellano cuenta el impacto que esto tendrá en materia de metodologías y sistemas de evaluación.

Por: Marily Lüders | Publicado: Domingo 22 de marzo de 2020 a las 16:11 hrs.
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El viernes 13 de marzo, Soledad Arellano cerró la compra de 1000 licencias de zoom -plataforma que permite reuniones a distancia- y el comité de crisis que se había armado para enfrentar el coronavirus dispuso todo para empezar a preparar en las semanas siguientes a la comunidad de la Universidad Adolfo Ibáñez en un escenario de cuarentena.

El sábado, la situación se empezó a precipitar y lo que era una planificación terminó siendo una realidad en 24 horas. El domingo la universidad anunció que se suspendían las clases presenciales y se lanzó en un frenético trabajo para que los 650 profesores activaran el sistema y pudieran partir la primera semana con clases. El primer día lograron tener 2/3 de los cursos funcionando y hacia fines de la semana el 98% de los docentes estaban haciendo clases a distancia.

"Para ser honesta, esto nos presionó a hacer rápido lo que esperábamos hacer más escalonado. Lo que habríamos hecho en meses tuvimos que hacerlo en una semana. Pero la capacidad de adaptación fue notable", cuenta la vicerrectora académica de la UAI. No todo es perfecto, eso sí, pero de adaptación notable que pérdida mínimo. No todo es perfecto. Tras cinco días de funcionamiento hay algunos desafíos concretos de la implementación como por ejemplo, enfrentar el hecho de que en algunas casas hay varios hijos en modalidad teleeducación y hay un computador o rapidez de internet necesaria.

Los campus siguen abiertos pero gran parte de los profesores y funcionarios están en modo teletrabajo. Aquellos que cumplen funciones críticas están siendo trasladas en auto desde y hacia sus hogares para evitar el riesgo del contagio en el transporte público.

"Fase dos"

Mientras esos temas se van despejando, el equipo de Arellano está con la mente en lo que ella llama la "fase 2", más profunda que la primera, que tendrá que ver con la adecuación de la metodología y el desarrollo de nuevas manteas de evaluar. ¿Cómo lograr una participación activa en clases? ¿Qué alternativas hay para reformular las tradicionales pruebas escritas bajo supervisión se dificultan? ¿De qué manera realizar los exámenes de grado este año sin atrasar los planes de egreso de los estudiantes?

"Y todo esto sin renunciar a los resultados", explica la vicerrectora.

Salud mental

Suma otro punto importante en el mediano plazo que es el impacto que tiene para los alumnos y profesores no tener interacción social: "Eso empieza a afectar y estamos fortaleciendo los canales para apoyar a estudiantes en el autocuidado y la salud mental".

- ¿Qué efectos están viendo en este proceso en una mirada de largo plazo?
- Viene un cambio cultural importante que modificará los procesos de aprendizaje, la forma de hacer clases. Se podrán generar nuevos espacios de interacción que antes no teníamos en el mapa. Quizás, por ejemplo, algunos cursos podrían quedarse para siempre en la modalidad online porque se logran mejor los objetivos de aprendizajes. También podría potenciarse la internacionalización, entre otras cosas.

Adicionalmente a estos cambios, las universidades están viviendo cambios en sus procesos de admisión. Hace unas semanas, se anunció una prueba de transición que reemplazará al actual PSU y un cambio para los años venideros: "En general, el sentido y gradualidad que se determinó para este reemplazo me parece bien. Al autorizar a disminuir el peso de la prueba en la ponderación y aumentar las notas y el ranking, los alumnos de tercero y cuarto medio deberían sentir menos incertidumbre ante los cambios", explica.

Dicho esto, le parece que también se debería considerar una disminución de los contenidos de la prueba de ciencia que "están muy excedidos " y tienen poca predictibilidad". Sobre la posibilidad de cambiar hacia sistemas paralelos de admisión, en que las universidades determinen pruebas y requisitos especiales, Arellano dice que "un sistema centralizado tiene la ventaja de que es ciego, no hay pitutos".

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