Política

Bachelet: más cerca de NYC que de un retorno a La Moneda

El informe sobre DDHH en Venezuela instaló nuevamente la figura de la exmandataria en el tablero político. Pero las condiciones, en esta ocasión, parecen hacer inviable una nueva candidatura presidencial. En 2022, la médico podría convertirse a los 70 años en la primera mujer en liderar Naciones Unidas.

Por: Por: Rocío Montes | Publicado: Viernes 12 de julio de 2019 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

El informe Bachelet sobre Derechos Humanos en Venezuela –conocido el pasado 4 de julio–, no solo instaló a la expresidenta chilena en la primera línea de la conversación mundial, sino que hizo revivir su liderazgo en su propio sector político en Chile.

De paso, hizo regresar su fantasma al oficialismo, que empujó en una sesión especial en el Congreso el próximo miércoles para tratar el informe, donde probablemente se aproveche de criticar a Bachelet por una eventual tardanza. Con este cuadro, a la escena política local regresó una pregunta central, animada desde redes sociales por anónimos entusiastas: ¿podría Bachelet ser candidata en 2021?

Sus propios deseos

Lo ha manifestado en público y en privado: no estaría disponible para una tercera aventura presidencial. En su círculo de cercanos y excolaboradores entregan una razón fundamental: nadie que haya vivido lo que Bachelet experimentó apenas a un año de asumir –el quiebre en 2015 de su anillo político de extrema confianza y de su propia familia, luego del caso Caval– tendría sensatas razones para intentar regresar al Gobierno. Pero aunque nadie en política se atreve a meter sus manos al fuego por nadie –los escenarios pueden cambiar en cosa de semanas–, pareciera que en esta ocasión la propia Bachelet no estaría por asumir nuevamente la primera responsabilidad del país. En el fondo –explican–, siente que lo ha hecho en dos ocasiones y, en el caso de su segundo gobierno, pagando altos precios.

Secretaría General de la ONU

Como alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Bachelet tiene el tercer puesto de mayor importancia en el organismo internacional, por lo que apenas pasa tiempo en Ginebra y permanentemente está recorriendo diferentes lugares del mundo. En ocasiones, por ejemplo, puede contestar mensajes de WhatsApp con varias horas de diferencia, porque se encuentra en zonas sin internet.

Hoy por hoy, la expresidenta está en lo alto de la escena internacional, aunque podría alcanzar la cúspide: en 2022, convirtiéndose en la primera mujer en asumir la secretaría general de la ONU, un puesto que terminaría por consagrar su explosiva biografía política.

Los vientos corren a su favor y no solo por su condición de mujer en la era del “Me too”, sino porque ningún latinoamericano ha ocupado el máximo cargo del organismo, desde el peruano Javier Pérez de Cuéllar entre 1982 y 1991. Desde entonces, el cargo ha quedado en manos de dirigentes de Egipto (Boutros Boutros-Ghali), Gana (Kofi Annan), Corea (Ban Ki-moon) y Portugal.

El actual líder de la ONU, António Guterres, asumió el 1 de enero de 2017, en un cargo que dura cinco años, renovable. Aunque técnicamente no hay ningún límite al número de mandatos de un Secretario General, ninguno ha estado hasta ahora más de dos períodos, señalan en ONU. En el caso de Guterres, sin embargo, parece poco probable que se reelija. Sería la ocasión perfecta para Bachelet, quien asumiría a los 70 años.

En el caso de que Guterres fuera reelegido o que fuera escogida otra persona,la siguiente oportunidad sería algo tarde para Bachelet: en 2027 cumpliría 77 años y en su círculo señalan que la expresidenta quiere regresar en algún momento al país.

El informe sobre la situación de Venezuela apuntala su camino a la Secretaría General. No solo porque fue demoledor en su contenido –habla de 5.287 personas asesinadas solo en 2018 por las Fuerzas de Acciones Especiales, la policía del régimen–, sino porque tuvo un segundo efecto: la sorpresa internacional por haber sido elaborado por una “grand dame de la izquierda latinoamericana a quien muchos venezolanos, situados a ambos lados de la política, tenían por simpatizante del chavismo”, como escribió en Twitter la corresponsal de The New York Times, Anatoly Kurmanaev.

Muchos presidenciables

La Nueva Mayoría –la suma de la Concertación y el PC– se conformó justamente como plataforma política para un segundo gobierno de Bachelet. Hoy, sin embargo, el conglomerado no existe, cada partido juega sus propias fichas, nadie articula y, en definitiva, la expresidenta no tendría una pista de aterrizaje en un país donde gobernar se ha vuelto cada vez más difícil.

La DC, que apuesta a recuperar su identidad, no repetiría la experiencia 2014-2018. Luego del informe sobre Venezuela, el PC tampoco debería sentirse cerca de la expresidenta. El PS –que enfrenta su peor crisis luego de la división de fines de los ‘70– parece ensimismado en sus propias dinámicas internas. Y el Frente Amplio, desde fuera de la exNueva Mayoría, tampoco contribuiría con una líder que no les permitiera superar a la izquierda tradicional.

Un segundo asunto: a diferencia de 2013, en esta ocasión lo que sobran en la oposición son posibles candidatos. Solo en el PS: Álvaro Elizalde, Máximo Pacheco, José Miguel Insulza, Óscar Landerretche. En el PPD: Heraldo Muñoz, Ricardo Lagos Weber y Felipe Harboe. En la DC: Ximena Rincón. En el PC: Daniel Jadue.

En cualquier caso, tanto en los partidos como en su círculo cercano se señala que una repostulación de la expresidenta sería nefasta para el surgimiento de nuevos liderazgos. De hecho, la idea de Bachelet como presidenciable para 2021 se lo atribuyen a una ofensiva de la derecha.

Las dificultades de un triunfo

En diciembre de 2012, antes que se oficializara su regreso a Chile, Bachelet estaba primera entre los dirigentes mejor valorados de la CEP, con 75% de valoración positiva y 11% negativa. Aunque la encuesta no da cuenta de adhesión política, luego, en 2013, ganó la segunda vuelta con el 62%.

Actualmente, Bachelet alcanza el segundo lugar en la última CEP (38% de valoración positiva y 26% de negativa); lejos de Joaquín Lavín, que alcanza un 56% de valoración positiva y 17% de negativa.

En ese cuadro, si llegara a una nueva postulación, ¿sería nítido su triunfo, como en 2013? Aunque Bachelet fuese candidata, la verdadera sorpresa política de las presidenciales 2021 sería que no ganara la derecha, que ha construido una muralla contundente de José Antonio Kast a Joaquín Lavín, pasando por Alfredo Moreno, según analizan en la propia oposición.

Una nueva razón, por lo tanto, para que hoy por hoy Bachelet parezca más cerca de NYC –la sede central de la ONU– que de un retorno a La Moneda.

Lo más leído