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La asesora clave del gobierno en materia de pensiones

Mónica Titze es la ideóloga de la fórmula que destrabó la ley que obliga a cotizar a los independientes y que logró lo inesperado en un ambiente de crispación legislativa: que se aprobara por una amplia mayoría en el Congreso.

Por: Claudia Rivas A. | Publicado: Viernes 22 de febrero de 2019 a las 04:00 hrs.
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Técnicos, gobierno y oposición estaban en un punto muerto. Como nunca, existía acuerdo en la necesidad de obligar a los trabajadores independientes a cotizar, pero nadie daba con la fórmula. Tanto así, que año tras año –desde 2015- las autoridades de turno postergaban la obligatoriedad de cotizar para quienes emitían boletas a honorarios.

Fue Mónica Titze -asesora de la Subsecretaría de Pensiones- quien logró dar con la manera. Aunque en su entorno dicen que la asesora le atribuye el mérito a todo el equipo, lo cierto es que fue ella quien ideó el mecanismo que permitió destrabar el debate y permitir que los aspectos centrales de la normativa fueran aprobados por unanimidad.

Como la retención del 10% de la remuneración no alcanza para todo (cobertura de salud, licencias médicas, pensiones) en vez de priorizar las pensiones y dejar lo restante para seguridad social, se invirtió el orden: primero se pagará la seguridad social y lo que resta irá para pensiones. De modo tal que los trabajadores independientes tendrán acceso a los mismos beneficios que los trabajadores dependientes.

Para conseguir eso logró algunos aliados en la oposición a los que les hizo sentido la fórmula planteada, como la senadora Carolina Goic (DC) y el diputado independiente Pepe Auth.

Asesora internacional

La seguridad social ha sido el motor de la vida profesional de Mónica Titze (65 años, indepen-diente). En 1985 aterrizó en la Superintendencia de AFP donde se desempeñó durante seis años.

Tras ese período optó por emprender. Se independizó y se dedicó a las consultorías, siempre en el área de las pensiones. Su emprendimiento la llevó a viajar por el mundo, particularmente Latinoamérica, para asesorar a distintos gobiernos en el área. El fruto de esta labor lo vio de alguna manera en Perú y El Salvador donde adoptaron nuestro sistema de pensiones. Durante esos años también se dedicó a hacer capacitaciones a la industria.

En 2010 llegó por primera vez a la Subsecretaría de Pensiones, en el primer gobierno de Sebastián Piñera. Allí se desempeñó como asesora del entonces subsecretario de Previsión Social, Augusto Iglesias, quien actualmente integra el equipo de Cristián Larroulet como asesor del segundo piso en materia de pensiones.

Hoy hace la misma labor, pero apoyando a la subsecretaria María José Zaldívar. Fue a ella a quien, a mediados del año pasado, ayudó a salir del escollo en que se encontraba, cuando el proyecto que obligaba a cotizar a los independientes parecía no tener futuro e incluso algunos apostaban por volver a postergar el tema.

De Osorno a Beaucheff

Cuando la experta previsional tenía nueve años, debió trasladarse junto a su familia desde Osorno a la capital para instalarse en Talagante. La pequeña Mónica pasó del Colegio Alemán a Las Ursulinas y luego entró a estudiar ingeniería civil a la Universidad de Chile.

De su paso por Beaucheff ha comentado que recuerda que los profesores de la época desalentaban de terminar la carrera a las escasas mujeres que ingresaban. Un elemento que actuaba como desincentivo es que para llegar al único baño que había para las mujeres de la escuela, había que cruzar toda la facultad. También ha dicho que peyorativamente se decía que las mujeres sólo llegaban a la sede de Beaucheff a buscar marido.

En represalia ella salió con carrera y con marido. A su esposo lo conoció en primer año, pero sólo en el último comenzaron una relación. Con él formó una familia con tres hijos –una mujer y dos hombres- y seis nietos.

Precisamente dejar de ver a sus nietos con la frecuencia que le gustaría, dicen, ha sido para ella lo más duro de volver a trabajar con la formalidad de un horario: llega a su oficina en el centro a las 9 de la mañana y se va a las 7 de la tarde, si no ocurre nada extraordinario que la obligue a viajar al Congreso a Valparaíso, por ejemplo.

Tampoco puede llevar a sus nietos al colegio o ir a buscarlos a la salida, como hacía con regularidad en el intertanto entre el primer y segundo mandato de Piñera, época en que se dedicó a su consultora de pensiones BeReady.

Pero la entrega al trabajo tiene sus límites. Quizás justamente porque necesita tiempo para estar con sus nietos y dedicarse a sus aficiones –que tienen que ver con el aire libre y el arte-, es que sus fines de semana son sagrados. En esos días se aleja de Santiago para refugiarse en su casa de Casablanca.

Ahí es donde da rienda suelta a sus pasiones: el jardín, algo que heredó de familia, porque su padre era dueño del Jardín Las Brujas de Talagante; y las manualidades, especialmente la pintura y los mosaicos. Ahí tiene un taller donde trabaja, muchas veces acompañada por alguno de sus nietos.

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