Actualidad

Bernardo Larraín: las empresas y gremios deben volver a validarse para ser parte del debate

Para el presidente de Colbún, es necesario que tanto la política como el empresariado vuelvan a su esencia, para recomponer confianzas con el tejido social del país.

Por: Jimena Catrón | Publicado: Lunes 14 de noviembre de 2016 a las 04:00 hrs.
  • T+
  • T-

Compartir

El triunfo del candidato republicano Donald Trump en las recientes elecciones de EEUU representa un fenómeno que el empresario y consejero de la Sofofa, Bernardo Larraín Matte, ve con preocupación. Ello porque al tratarse de un fenómeno global, ya tiene sus primeras manifestaciones en el país, donde cada vez más se abordan temas complejos, sólo siguiendo la “voz de la calle”.

-¿Qué le parece el fenómeno que representa el triunfo de Donald Trump en EEUU?
-Lo interesante es preguntarse por qué se producen estos fenómenos, como el triunfo de Trump; o en Inglaterra, el triunfo del Brexit, y en la región, en Colombia con el rechazo al proceso de paz con las FARC. Es interesante ver las lecturas que se pueden hacer, y finalmente uno puede identificar ciertos patrones comunes. En cualquiera de esos tres ejemplos, lo importante es tener claridad en que como terminaron, no es el reflejo de una foto del momento, sino de un proceso que se inició con anterioridad, y que estuvo incubándose sin ser detectado por las elites.

-¿Qué los origina?
-Creo que hay un cuestionamiento al establishment o a la elite, todo lo que representa poder. Eso se ha analizado mucho, incluso en Chile, con todo el cuestionamiento que hay tanto a la elite política, empresarial y religiosa. Son fenómenos que están detrás de estos hitos que se han producido en estos países.

-Pero hay algo más profundo...
-Efectivamente, y ocurre cuando la política no logra dar con la respuesta adecuada a este fenómeno mundial que describe muy bien Moisés Naim en su libro, El fin del Poder. Habla de que, básicamente, los ciudadanos actualmente tienen la capacidad, con un muy bajo costo, de cuestionar, escrutar, criticar y limitar los ámbitos de acción de los actores del mundo político y de todos quienes ostentan poder. Y ése es un contexto complejo, entonces hay que ver cómo se adapta la política a ese nuevo escenario de mayor escrutinio. Y creo que la política, finalmente, ha dado respuestas diversas y no ha logrado dar con el tono o la música que se requiere para los tiempos actuales. Las respuestas que surgen del mundo político son muchas veces oportunistas, y en Chile estamos viendo con bastante nitidez el que las minorías organizadas son las que determinan las propuestas o anuncios políticos, sin considerar las externalidades negativas que generan medidas sin base técnica.

-¿Qué está pasando en Chile?
-Si uno analiza la situación, quizás hemos transitado -en la políticadesde el predominio de los técnicos, que priorizaban y diseñaban políticas públicas para resolver los problemas de Chile, con algunos traspiés como el Transantiago por ejemplo. Después, pasamos a un predominio de la popularidad, de las encuestas. -Pero ahora las encuestas importan menos... -En ausencia de ella, más recientemente hemos visto un predominio relevante de la calle. Entonces cuando la política replica, de alguna forma, las demandas de la calle, sin procesarlas, y en vez de contenerlas, amplifica las expectativas, al poco tiempo se ven frustradas, se duplica la frustración que había inicialmente. El desafío de la política es compatibilizar la importancia de la participación incidente de una diversidad de actores, con ejercer liderazgo para contener estas expectativas crecientes que tiene el ciudadano actualmente.

-¿Eso es lo que está pasando acá?
-Eso está pasando en el mundo, de alguna forma son cambios estructurales que explican estos fenómenos electorales, y por supuesto que pasa en Chile.

-De hecho, Alejandro Guillier ha criticado que lo atacan por no ser del establishment, ya le gana a Lagos en las encuestas y no tiene siquiera programa
-Cualquier persona que aspira a liderar el país, o a ser alcalde o senador, lo primero que tiene que decir es que es parte de la política, y que el desafío es, como dije antes, escuchar el sentido común de la gente, escuchar sus deseos y sus demandas, y luego procesarlas con las legítimas visiones ideológicas que tenga cada uno -que siempre son distintas, lo cual es muy bueno-, pero lo que no puede hacer un líder político es declararse ajeno a la política.

-Pero también es una estrategia que al menos a Trump le dio resultado, porque fue políticamente incorrecto, por ejemplo al reconocer con orgullo que hacía todo lo posible para pagar menos impuestos, pero los norteamericanos premiaron su honestidad, cosa que evidentemente no era un atributo de Clinton.
-Comparto que las personas están cansadas de los discursos que son en exceso políticamente correctos. Lo que no comparto es que la respuesta deba ser sólo una simple satisfacción de lo que pide la calle, el “la calle está cansada de la política así que me declaro fuera de ella”, la gente es más inteligente de lo que se cree.

El poder de la calle

-Por ejemplo, en el tema previsional, después de las marchas No+AFP, la misma presidenta reconoce que no estaba en el programa, pero anuncia que van a hacer una reforma. ¿Qué te parece esto?
-El mismo libro al que hacía referencia habla que muchas veces la calle se expresa con simplificaciones, como es el caso del lema No+AFP. Desde la política, sin embargo, no puede responder de la misma forma, como muchas veces ocurre, sino que más bien debe hacer un camino un poco más largo, de procesar y entender los factores que están detrás de esa demanda. Por un lado, es legítima la demanda de los ciudadanos que quieren ver mejoradas sus pensiones, pero al mismo tiempo creo que también hay un reproche un poco más a la esencia de este sistema. Y creo que la respuesta, desde el mundo político y empresarial, tiene que compaginar esos dos elementos: las respuestas técnicas para mejorar las pensiones, y las respuestas, digamos, filosóficas, para mejorar la comprensión de los principios rectores del sistema de pensiones.

-¿Y cómo ha sido esa respuesta?
-Muchas veces uno escucha una respuesta empresarial que se limita a lo que hacemos y lo que generamos. Por ejemplo, decir que las AFPs son responsables sólo de administrar esos fondos (lo que hacen), y han logrado una rentabilidad promedio que es muy satisfactoria. Pero también se necesita una respuesta que explique la esencia del sistema, los pilares detrás del sistema de capitalización individual. Basta ver los comentarios del presidente Lagos para darse cuenta que, detrás de esta demanda, también hay un reproche que va a la esencia del sistema. Dijo que las AFPs estaban más preocupadas de aumentar las rentabilidades de sus dueños que de mejorar las pensiones de los chilenos, y luego dijo que ese aumento del 5% en las cotizaciones que se propone, tendría que ir a una entidad estatal que gestione eficiente y transparentemente estos recursos. Cuando dice eso hay implícito un reproche a la administración privada de estos fondos.

-¿Pero está de acuerdo con esas críticas?
-No, no estoy de acuerdo. Creo que el desafío de la política es volver a su esencia, que es representar a los ciudadanos, escuchar su sentido común, y luego procesarlo con responsabilidad, sin inflamar las expectativas y sin dar respuestas simplistas. Porque cuando eso ocurre, al final del camino se termina con una mayor frustración. El debate de las AFP es un buen ejemplo de esto, donde hay demandas que pueden ser muy simplistas, pero hay que procesarlas y dar una respuesta más compleja y completa.

-¿Y en esto, qué rol juegan los empresarios?
-Cuando uno piensa en lo que se requiere en un país como Chile, para volver a la generación de confianza y al crecimiento, al final cada actor es un eslabón en la cadena. La política es una eslabón fundamental, la empresa es otro -junto con las instituciones que las representan-, y el otro es la sociedad civil. Lo que ha pasado es que este reproche o cuestionamiento de la ciudadanía al establishment o a la elite toda, ha generado, de alguna manera, un quiebre entre los eslabones de esta cadena. Entonces cada actor tiene que desafiarse a volver a ser un eslabón legitimado, para recomponer las confianzas y volver a una senda de crecimiento. Así como dije que la política tenía que volver a su esencia, la empresa también tiene que volver a validarse y legitimarse como actor social, que tiene derecho a estar en el debate público, y en parte eso se logra expresando y visibilizando lo que es la esencia de ser empresa. No sólo argumentando lo mucho que hacemos y generamos (crecimiento, empleo, bienes y servicios de calidad), sino que mejorando la comprensión de lo que somos.

-¿Pero cuál es esa esencia?
-A ratos escucho posiciones que reflejan una excesiva auto-flagelancia y un cierto complejo con el ser empresa, en particular gran empresa. Con argumentos como aquél que dice que nos hemos enfocado mucho en las utilidades, y se ha descuidado el rol social de las empresas, como si la dimensión capitalista de las empresas, que es generar valor económico con un horizonte de largo plazo, fuera contradictorio con su rol social. Así como el crecimiento es fundamental, como condición previa para generar políticas sociales sustentables, en el ámbito empresarial la generación de utilidades de largo plazo es fundamental para que la empresa pueda generar valor social y medioambiental. No son cosas contradictorias, sino que por el contrario, el segundo no es posible sin la generación de utilidades, y éstas no serían sustentables en el largo plazo si no generamos valor social.

-Pero es difícil plantear eso ahora, con todos los escándalos de corrupción, de colusión… es difícil volver a esa esencia si la gente se siente directamente afectada por ciertas acciones...
-Esta esencia, no sólo tiene la dimensión económica, sino que generan valor social y medioambiental, en el entorno, en las comunidades vecinas, que se posibilita si logramos lo primero. Otro elemento, que es fundamental, es la lógica de una empresa como un sistema complejo de personas. Una empresa no es una caja negra, donde entran insumos, y que es manipulada por un empresario inescrupuloso que produce bienes y servicios con el único objetivo de generar utilidades para sí mismo. Esa caricatura se combate visibilizando lo que es ser empresa. El cuarto elemento, es ver a las empresas como un sistema que está en constante evolución.

-Y ahí las malas prácticas…
-Cuando me preguntas por las malas prácticas que hemos conocido, primero decir que en todo sistema complejo como es una empresa, con miles y miles de personas, distribuidas en distintas regiones y países, hay que ser bien humilde, y no pararse en el podio de la perfección a dictar cátedra. Nadie puede decir que se puede reducir a cero la probabilidad de que ocurran malas prácticas. En todas partes pueden ocurrir. Y segundo, decir que las empresas tienen que estar constantemente desafiándose a evolucionar, a cambiar aspectos como, por ejemplo, sus estándares de transparencia y sus niveles de diversidad, porque ambas incentivan el escrutinio y el desafío a las auto-complacencias o inercias, que muchas veces facilitan las malas prácticas.

-Y es por estos escándalos que ahora el péndulo parece ir al otro extremo, donde ya se comienzan a cuestionar utilidades excesivas en todos los sectores
-Si uno mira el debate público, efectivamente se observa que, con mayor frecuencia, el lucro se vincula con utilidades excesivas, con la extracción de recursos naturales (la llamada economía extractiva), el abuso a consumidores y trabajadores, y que las utilidades no serían compatibles con la provisión de bienes públicos como educación, la salud, o incluso la administración de pensiones. Entonces la pregunta es por qué ocurre a esto, y creo que el desafío es mejorar la comprensión de lo que significa ser empresa, de forma tal que el lucro se vincule con factores que sí están en la esencia de ser empresa como: los riesgos asumidos, el capital invertido, la visión empresarial detrás de todo proyecto o emprendimiento, la innovación, la capacidad y esfuerzo de todos sus colaboradores, entre otros. Quizás el problema es que muchas veces respondemos con lo que hacemos y generamos, y no con lo que somos. Es importante comunicar lo que somos. Las encuestas indican que en general los ciudadanos están satisfechos con su empresa, su empleo, con su banco, su supermercado, sin embargo expresa alta desconfianza hacia el concepto general de empresa.

Tienen cuestionamientos en parte asociados con el rol público de la empresa; de alguna forma cuestionan por ejemplo que, sobre todo las grandes empresas, concentran mucho poder. Y ahí volvemos a lo que está ocurriendo en el mundo, que es cuestionar a todas las entidades que ostentan poder. Si una empresa grande y exitosa, se percibe como poderosa, enfrenta un mayor escrutinio, y causa un mayor reproche.

Los liderazgos

-¿Existen los liderazgos en el sector privado para que eso sea visible?
-Creo que hay que partir por reconocer que el desafío que tiene la política de volver a su esencia, que es el mismo reto que el de las empresas, es difícil en un escenario como el que describe Naim en el Fin del Poder. En el proceso de adaptación, todos los actores han tenido muchos tropiezos para dar con un tono coherente al nuevo contexto..

-Ok, pero se necesita ahora que estos liderazgos den con el tono que mencionas...
-Eso se da en todo ámbito, en la política, en las empresas… ¿qué institución no está desafiada en este contexto? Insisto, la empresa no existe si no es capaz de generar valor económico para sus accionistas, a esa esencia no se le puede quitar importancia, como tampoco al hecho de que está inserta en una sociedad, que debe generar valor social y a su entorno y que exige nuevos estándares de transparencia, diversidad y participación. Ahora, quienes son los responsables somos las personas de empresa, empresarios, directores y ejecutivos tienen que liderar esta adaptación. Y lo estamos haciendo, muchas veces con mayor velocidad que el mundo político o el Estado. Por supuesto también los gremios, las instituciones que representan al mundo empresarial, son parte esencial para enfrentar el desafío de validar y legitimar la esencia de ser empresa.

-Por eso, ¿existen los liderazgos ahora para que se dé esa sintonía más fina?
-Por supuesto que sí y son las mismas personas del mundo empresarial. Por eso mismo creo que los gremios deben mantener una conexión muy fluida con las empresas, con los empresarios, directores y ejecutivos que están activos en el mundo empresarial, y que van a estar activas en los próximos diez años, que están viviendo este nuevo contexto y los cambios sociales, esas mismas personas también tienen el deber de destinarle tiempo a los gremios.

-¿Pero acá tiene que haber un interlocutor?
-En los tiempos actuales, la interlocución debe darse con una diversidad de contrapartes. Atrás están los tiempos donde la única interlocución era con los gobiernos. La empresa debe interactuar con la opinión pública, con el mundo académico, con una diversidad de organizaciones de la sociedad civil, con las comunidades, y por supuesto con el mundo político y con los gobiernos. Y esto lo debe hacer directamente cada empresa, y también los gremios que los representan. Este desafío se enfrenta mejor con una diversidad de voces.

-¿Es necesario reformular los liderazgos actuales para sintonizar?
-Los gremios, siempre han estado liderados por personas que están activas en el mundo empresarial, y sigue siendo así. En los últimos cuatro años han tenido que enfrentar un escenario bastante complejo, con una gran cantidad de reformas, que han concentrado un gran porcentaje del tiempo de sus dirigentes, y fue complejo porque quizás no había mucha disposición a escuchar sus planteamientos por parte del gobierno y del mundo político. Entonces, yo me saco el sombrero frente a quienes han liderado a los gremios en este momento tan complejo, donde no ha habido una gran disposición a escuchar. Cuando hago estos comentarios lo hago mirando hacia el futuro, y no me refiero a instituciones específicas, sino a una lógica más general sobre el mundo empresarial. Mirando para adelante, dado que se viene un nuevo ciclo electoral, donde se debatirán nuevos temas, es importante que las empresas y los gremios, y todas las instituciones, reflexionen sobre cómo posicionarse en el debate público. Reflexionen también sobre cuales son los cambios institucionales necesarios para cumplir mejor su misión en el contexto actual. La empresa y los gremios tienen que volver a ser un eslabón legitimado en esta cadena que debemos recomponer con el mundo político, con el gobierno y con la sociedad civil.

-¿Pero cree que el diálogo que tuvieron los dirigentes gremiales con el gobierno para, por ejemplo, la reforma tributaria o laboral, fue efectivo? ¿O al menos más efectivo que el de los grupos de presión?
-Es un hecho objetivo y lo dicen los mismos dirigentes que no lograron lo esperado por que no hubo buena disposición de las contrapartes. Y por otra parte hoy hay que asumir que existen distintos actores que quieren influir en el debate, y el mundo de la empresa es uno más de esos actores. Entonces tiene que pararse en el debate público con legitimidad, sin complejos, y básicamente competir en la cancha de las ideas con otros actores. No se puede jugar el 100% del partido con los gobiernos.

REAJUSTE: EL QUE MEJOR SABE ES EL MINISTRO DE HACIENDA

-Viendo lo que pasó en el Congreso con el reajuste, donde se identifica a la derecha con empresarios, que siempre votan en contra de mejoras salariales, ¿cómo terminar con el prejuicio?
-En el tema del reajuste, lo que veo es una tensión entre una actitud que está siendo responsable en el largo plazo, que se enfrenta a una postura que busca congraciarse con ciertos sectores, en el corto plazo. Si el nivel de reajuste para el sector público es el que consideran responsable para la situación económica actual, el que mejor lo sabe es el ministro de Hacienda.

-Ministro de Hacienda a quien, en medio del conflicto que se dio en el Congreso, Bárbara Figueroa insultó duramente y le dijo que era un vendido a los empresarios...
-Siempre que observo en un Congreso expresiones como esa y lo que pasó en esa oportunidad, con todo ese desorden, es un síntoma de mucha preocupación. No puede ocurrir algo así en un parlamento, que una dirigenta que ostenta un cargo relevante diga algo así. Creo que nadie celebra lo que pasó.

-¿Cómo salir de esto?
-Cada actor debe asumir el desafío de leer el contexto, el entorno en el que se desarrollan sus actividades. Creo que cada actor, político, empresarial, religioso, debe leer este escenario, entenderlo. Pero insisto, todos tenemos que presentarnos como somos, y no pretender ser otra cosa, y al mismo tiempo evolucionar para volver a ser una eslabón legitimado en esa cadena que debemos volver a conformar para volver a un camino de generación de confianzas.

TERMINAR CON LA CARICATURA DEL EMPRESARIO CODICIOSO

Si el gran desafío es lograr que los empresarios y gremios que los representan, recuperen su legimitad en el debate de las políticas públicas, a juicio de Larraín Matte lo fundamental es recordar todas las dimensiones que componen a las empresas. “Es volver a su esencia”, señala. ¿Y de cuáles elementos se compone esta esencia? El primero es la generación de valor económico en un horizonte de largo plazo, “y creo que hay que decir que las cosas que debemos mejorar desde el punto de vista del capitalismo global, es que ojalá los mercados escruten menos –por decirlo de alguna manera- los resultados trimestrales y vean la generación de valor a largo plazo”. El segundo es la capacidad de las empresas de generar valor social y medioambiental, en el entorno, en las comunidades vecinas, y que no responde a una estrategia publicitaria, sino con el dar un valor a todos quienes interactúan con su actividad. “Si una empresa se inserta bien en su entorno, es apreciada por la sociedad y sus vecinos. Ambas cosas están estrechamente vinculadas” agrega. El tercero, que es fundamental, es reconocer la lógica de una empresa como un sistema complejo de personas. El cuarto elemento, es ver a las empresas como un sistema que está en constante evolución, que se adecua a un entorno que es dinámico.

Lo más leído