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El debate abierto tras los 50 años de la reforma agraria

Hoy la agroindustria es el segundo sector económico del país con más de US$ 15.000 millones en exportaciones. Sin embargo, aún no hay una visión respecto a su rol en el efecto económico que tuvo el programa.

Por: Gabriela Gayani | Publicado: Viernes 4 de agosto de 2017 a las 04:00 hrs.
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A 50 años de la reforma agraria, la agroindustria mueve, con cifras a 2016, US$ 15.199 millones en exportaciones, convirtiéndose en el segundo sector económico más importante del país.

Pero el debate está abierto: ¿Qué rol jugó la reforma impulsada en la década de 1960, cuando se expropiaron casi 10 millones de hectáreas en casi 6.000 predios?

Para el ministro de Agricultura, Carlos Furche, el legado es claro: “Se terminó la hacienda tradicional. Eso abrió la posibilidad de que surgieran nuevas formas de organización de los procesos productivos que dan cuenta de la agricultura moderna, competitiva, con otro tipo de relaciones sociales y productivas”.

Sin embargo, en la Sociedad Nacional de Agricultura la visión es diferente. “Nos molesta ver que se celebra un despojo de esta magnitud y se le atribuye el desarrollo agrícola de hoy en día. Los pequeños propietarios no recibieron nada; se llevó a la agricultura a la destrucción”, dijo el presidente del gremio, Ricardo Ariztía.

En década de 1960, el 7% de las explotaciones concentraba el 78% de la superficie agrícola de Chile y el 77% poseía sólo el 7,5% de la tierra.

Pasadas cinco décadas, según los últimos datos de Odepa, el 69,6% de la superficie está en manos del 0,5 % de los propietarios agrícolas.

Del total de las 278.645 explotaciones agrícolas, solo 1.430 corresponden a superficies de 2.000 hectáreas o más, que en total suman 20.742.944 hectáreas.

Eugenio Figueroa, director del Departamento de Economía de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, explica que la situación del campo en ese entonces estaba marcada por el devenir de las crisis económicas que hubo las décadas anteriores, sumado a una gran concentración de la propiedad agrícola, la baja modernización y las malas condiciones de vida de los campesinos.

Eso motivó al presidente Jorge Alessandri a dictar la primera ley de reforma agraria, la que luego se vio complementada por la de Eduardo Frei M. en 1967, donde se estableció que serían expropiados los predios mayores a 80 hectáreas de riego básico que estuvieran mal trabajados o explotados.

Octavio Avendaño, investigador y profesor de las Universidades de Chile y Alberto Hurtado, afirma que el objetivo económico era revertir el decrecimiento de la actividad, pero el político buscaba debilitar y desplazar a los sectores oligárquicos, incorporar al campesinado -en su mayoría inquilinos- a la vida pública y fortalecer a los sectores medios.

Contrapuntos

La mayoría de los investigadores coinciden en que la discusión hace 50 años era casi unánime: la agricultura no funcionaba, era ineficiente y estaba muy retrasada. El consultor de la FAO, Sergio Gómez, aclara que no hay una sola mirada respecto a la reforma agraria, pero que, sin duda, fue uno de los cambios más importantes que ocurrieron en Chile durante el siglo pasado.

El ministro Furche agrega que esto tuvo además un poder simbólico, porque “abrió la posibilidad de que centenares de compatriotas se convirtieran en ciudadanos de primera categoría; ejercieran sus derechos ciudadanos y recogieran una semilla de dignidad”.

Ariztía coincide en que existía una crisis en la agricultura en esos años, producida por la falta de producción en los grandes fundos de los terratenientes, pero explica que ello tuvo mucho que ver con una política de Estado que fijó los precios del trigo y desincentivó su cultivo.

Dice que la intencionalidad de Alessandri al comenzar con el proceso fue muy distinta a los rumbos que tomó después. “Frei fue más exigente y aprovechó la oportunidad para terminar con la oligarquía t rrateniente y motivar la esperanza de los trabajadores del campo de ser propietarios de la tierra, ofreciéndoles títulos de propiedad y asistencia técnica, lo que no se concretó. A cambio se establecieron asentamientos como los de Rusia o Israel, que no funcionaron”, comenta.

El factor político

Figueroa concuerda que la reforma se desvirtuó. Explica que Frei buscaba redistribuir las tierras, sindicalizar al campesinado y darle participación social activa. No obstante, agrega, esto produjo efervescencia en el campo e intervinieron los partidos políticos, izquierdizando el proceso.

“Alessandri traspasa la propiedad a los campesinos; Frei crea los asentamientos, con un régimen de propiedad intermedia y Allende transforma el movimiento hacia el socialismo sin propiedad privada”, explica.

Entre 1974 y 1979 se llevó la “contrarreforma”. El gobierno militar tomó las cerca de 10 millones de hectáreas expropiadas entre 1959 y 1973 y un tercio lo parceló y lo entregó de manera individual. Otra fracción similar la devolvió a sus antiguos dueños y el resto quedó en poder del Estado y, en su mayoría, se remató.

Avendaño sostiene que aun así el proceso fue irreversible: “Es impensable que, con el antiguo latifundio, el inquilinaje y la baja transferencia tecnológica, se lograra el desarrollo agroexportador de hoy en día. Sin duda fue uno de los grandes triunfos de los militares, pero cuya base se generó en la reforma agraria”.

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