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Explosión del legaltech: el big data y la inteligencia artifical se expanden en las oficinas de abogados locales

Tres casos de éxito exponen su fórmula para posicionarse en esta creciente industria.

Por: | Publicado: Lunes 29 de enero de 2018 a las 04:00 hrs.
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Legaltech es un concepto relativamente nuevo en las conversaciones del mundo jurídico. No es que no hubiera tecnología al servicio de los abogados y de la justicia: desde hace décadas existen programas de conteo de horas facturables y de seguimiento de causas, pero hoy ese mundo es infinitamente más sofisticado y en Chile también hay jugadores que tienen algo que decir.

Sebastián Carey, socio de Tecnolex, lleva 16 años proveyendo tecnología a estudios de abogados: “Atendemos a más de mil especialistas de esta área, repartidos en casi 30 estudios de distinto tamaño, desde 2 hasta más de 200”. Lo que han hecho, dice, es incorporar la experiencia de años de procesos en sus programas.

“Un cliente, por ejemplo, puede pedir que la mitad de un cierto honorario se facture a una empresa y la mitad a otra, por lo tanto, el software tiene que ser capaz de tomar esta cuenta, dividirla y mandarla a diferentes sociedades, con distintos ruts. O puede pasar que el grupo de abogados anotó con un código erróneo todas las horas a facturar y modificarlo implica soluciones que manejen grandes volúmenes de información”.

Y es que, a juicio de Carey, el orden, la eficiencia y el control son el resultado de apoyar la gestión jurídica con un software.

Acceso para todo

Ahora, en el caso de oficinas con muchos abogados o con un gran volumen de causas o contratos, el costo se asume, pero ¿se justifica para todos?

El creador de la empresa Vínculo.cl, Alejandro Pérez se dedica a desarrollo y alojamiento de software. Él es socio tecnológico de LegalNovus —a cargo del abogado Luigi Woschion—, un emprendimiento que nació para prestar servicios jurídicos, pero que con el tiempo creó un software de apoyo que consideran tan potente, que creen puede ser una alternativa de mercado igual o mejor que otras de mayor trayectoria, por su estructura modular.

“Es bueno que el software esté dividido en ‘pedacitos pequeños’, porque hay algunas secciones que pueden servir más a un área que a otra…En el fondo, no vas a pagar por piezas que no vas a ocupar, pero te permite ir creciendo”, agrega.

Otra ventaja es que el programa se adapta fácilmente al modelo de negocios de cada despacho, complementa Luigi Woschion.

Desde lo público

Pero estos programas no solo están siendo ocupados por el mundo privado. Luis Felipe Herman es gerente comercial de LexSoft, y su trayectoria ha estado enfocada a lo público. Trabajó en Paperless, la plataforma de factura y firma electrónica y en el proceso de digitalización que hizo el Poder Judicial, de 2015 a 2017, además de haber sido proveedor de entes como el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia, el Tribunal de Contratación Pública y la plataforma iCam, del Centro de Arbitraje y Mediación de la Cámara de Comercio.

Desde el año pasado LexSoft entró al mundo corporativo, estudios jurídicos, fiscalías de empresa, y áreas de cobranzas de bancos. Entre lo último que está haciendo figura montar una central de poderes, donde intervienen una firma, clientes y las notarías que quieran participar.

“Los conceptos de big data, inteligencia artificial y robotización ya no son de película; están ocurriendo hoy”, asegura Herman. “Como muchos estudios venden horas, tienen que tener claro en qué las gastaron. Y el cliente tiene que creerle al abogado. Lo que hicimos fue pararnos arriba del big data y al mapear y observar los documentos, podemos saber cuánto tiempo se gastó en su generación, y sugerirle al abogado el tiempo ocupado y no al revés, que es recordando cuántas horas usó. Facilitas la vida del abogado y entregas a la organización información objetiva con trazabilidad para el dueño”, explica Herman.

El famoso legal management

La facturación por horas va en retirada, se lee en los medios especializados internacionales. Y lo pregonan los gerentes legales. Pero no desparecerá. En su opinión, Carey dice que no es sólo un capricho del sector y que, por el contrario, está relacionado con la ética de su función: el abogado debe tener tiempo para analizar cuáles son los riesgos de un caso y para pensar cuáles son las mejores estrategias para resguardar a su cliente.

Woschion tiene una mirada distinta: "Hay un cambio de paradigma respecto de cómo el cliente interactúa con los servicios que contrata y lo que el mercado moderno está exigiendo". Hoy quiere saber cuánto va a costar, cuál es el alcance del proyecto, cuánto tiempo va a tomar y cómo se financia, dice. Y sobre esos parámetros define a quién contrata. Por lo tanto, el software tiene que contemplar etapas, acciones, plazos, gatillar alarmas, incluir audio, correos electrónicos y el manejo de documentos, todo lo que permita medir si se cumplieron los objetivos y, además, tomar decisiones estratégicas de negocio. "Tal vez una oficina nunca ha prestado cierta gama de servicios porque no sabe que tiene la capacidad para hacerlo y que podría crecer", cita como ejemplo.

Por su parte, Herman, de LexSoft, destaca que un software de última generación puede abrir espacios al cliente para que consulte información, incorpore documentos y esté al día de lo que está ocurriendo.

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