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La sequía y la nueva mirada “aguas abajo”

Guillermo Pickering, Presidente de Aguas Andinas

Por: | Publicado: Miércoles 30 de mayo de 2018 a las 04:00 hrs.
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La escasez de recursos hídricos es uno de los actuales y futuros problemas de mayor importancia para el país, que debemos enfrentar oportunamente y con gran contundencia. Este dato difícilmente cuestionable es producto principalmente del cambio climático.

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Puede sonar fuerte, pero hay que generar conciencia que, debido al acelerado ritmo de derretimiento de los glaciares, nos estamos gastando nuestra cuenta de ahorro hídrica para los distintos usos del agua. Los problemas permanentes no pueden enfrentarse como una emergencia acotada en el tiempo, sino con miradas de sustentabilidad.

Este tema es crucial para Aguas Andinas, aunque el agua para el consumo humano sólo represente el 6% del total de los recursos hídricos disponibles en el país.

En Aguas Andinas no somos neutros: Santiago no se va a quedar sin agua, porque vamos a actuar con decisión, inversiones, sentido de urgencia, gestión de alto nivel, innovación y tecnología.

Iniciamos un proceso de transformación profundo cuyo primer gran hito lo conseguimos en 2012 al alcanzar la descontaminación total de las aguas servidas de la capital.

Hoy, uno de los pilares de nuestra estrategia, es la búsqueda de la eficiencia hídrica. Junto con mantener nuestro esfuerzo tecnológico y de inversión para fortalecer la resiliencia de nuestras infraestructuras, debemos poner atención en lo que sucede “aguas abajo”, es decir, después de la descontaminación de las aguas servidas, realizado en nuestras biofactorias en el sector poniente de la capital. Y por ello uno de nuestros pilares de la estrategia, es convertirnos en una empresa basada en la economía circular. Estamos decididos a reutilizar los residuos y en el futuro a repotabilizar las aguas servidas tratadas, a producir toda la energía que necesitamos y a emitir cero residuos.

Todo esto, es posible gracias a la relación con nuestros clientes ciudadanos, a una gestión de excelencia y una eficiencia en la operación de nuestras extensas redes de agua potable para minimizar las pérdidas de agua al nivel de los países desarrollados.

Anticipándonos al Santiago del 2030 ó 2040, ya no es ciencia ficción que podremos reutilizar y repotabilizar parte de los más de 600 millones de metros cúbicos de agua descontaminada que cada año devolvemos a los cauces naturales para uso en el riego agrícola.

Nuevas políticas públicas altamente técnicas y marcos jurídicos estables, además de prácticas industriales de vanguardia podrán evitar que la escasez golpee a Santiago en el futuro.

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